Para el día de hoy (11/08/13):
Evangelio según San Lucas 12, 32-48
(Las palabras de Jesús de Nazareth a sus discípulos, unos pocos -muy pocos- en medio de multitudes que tienden a la masa disolvente a innominada, son palabras que encienden y sostienen la esperanza. Porque no sólo son pocos en número, sino que no tienden a lo multitudinario, a lo que se impone, a los conteos de adeptos o adherentes. Son la semilla escondida, la humilde levadura en la masa, la sal que dá sabor a la vida.
Son todos ellos y somos nosotros también los que estamos cuidados por la inmensa ternura de un Dios que inaugura un espacio definitivo, el Reino, recinto infinito que acontece porque Él mismo se entrega, se ofrece y nada se guarda para sí.
El pequeño rebaño se afirma en la ilógica de la pobreza mundana, en el poco afecto a los medios y las cosas, en el rechazo al dinero, porque el pequeño rebaño es inmensamente rico por la Gracia, por lo que permanece y no perece, por lo que se atesora dándolo y no se acumula.
Se está siempre atento, velante, en movimiento. Rebaño que se duerme y acomoda, que deja pasar los trenes de la existencia, es rebaño que se muere hacia dentro, higuera estéril que no dá fruto.
Es cuidar que no se nos opaque el alma, es des-vivirse por el hermano, es respirar compasión y solidaridad en todo tiempo y a toda hora. Es portar pequeñas luces aún en las noches más cerradas.
Es menester dejar todo atrás., renegar de todas las imposturas y tentaciones.
Este tesoro que portamos es muy extraño: se acrecienta en tanto que se dá sin condiciones y se comparte con alegría.
Está todo en nuestras manos, así de pequeños y mínimos como somos, pero no estamos solos y el temor no puede detenernos,
Él vá por delante para guiarnos, detrás nuestro para protegernos y al lado nuestro para acompañarnos en cada paso de nuestras vidas)
Paz y Bien
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