27º Domingo durante el año
Para el día de hoy (06/10/19):
Evangelio según San Lucas 17, 3b-10
A menudo nos descubrimos presos de una rutina gris, continua, sin resolución.
Pero también, en este mundo que se agota en sí mismo, nos hemos construido ídolos crueles a los que les rendimos culto, becerros de oro con fauces insaciables que se alimentan de corazones. Dinero, mercado, consumo, ideología, moda, confort que todo quieren para sí, que no dan respiro, que todo atropellan.
Aún así, muchos -frente a tantos sinsabores y tantas agresiones- prefieren eludir los conflictos, aferrándose a lo conocido aún cuando lo conocido esté perimido, y de esa manera sobrevalorar lo que es medio y no fin, conservadurismo tonto y estéril.
Nada de eso está cerca de la Buena Noticia. La fé, don y misterio, transforma esa opacidad, ese ritmo enfermo, esa rueda que gira sin fin con una centrífuga que todo se lleva. La fé es la irrupción de lo eterno en lo cotidiano, más no de un modo abstracto, de fuerzas desconocidas, sino una intervención personalísima de Cristo en su Espíritu que derriba esos ídolos, que fecunda nuestros días, que nos reviste de valor, que nos hace andar a pasos seguros.
El Espíritu nos libera y nos sana, abre nuestros ojos cansados, sostiene nuestra esperanza, abre el entendimiento, enciende serenamente una alegría que nada puede desalojar.
Andar, siempre andar, nunca quedarse. Hay muchos árboles que plantar en el mar y muchas montañas movedizas y obedientes. Vivir en plenitud o apenas pervivir, acaso sin diferencias mayores con la mera biología.
Perseverar sin desmayos en esa fé que se nos ha dado, desde el servicio, el perdón, la misericordia.
Y cuando llegue el tiempo de partir, irnos con sencillez, sin estridencias, con la humilde alegría de saber que hemos hecho lo que debíamos, y que devolvemos florecida y frutal este pequeño espacio de tierra fértil que somos.
Paz y Bien
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