La codicia impide que crezca y germine la fraternidad














Para el día de hoy (21/10/19):  

Evangelio según San Lucas 12, 13-21






De un modo pleno de significado y simbolismo, la lectura de hoy coloca en un mismo plano literario a la disputa hereditaria entre dos hermanos y a la parábola del hombre codicioso, y ello también tiene su correlato y su intencionalidad primera, que es la espiritual.

Le piden que actúe como juez o árbitro en medio del conflicto por dinero entre dos hermanos; el pedido no es extraño, toda vez que los maestros de la Ley podían, a su vez, ejercer tales funciones en cuestiones que estaban más allá de lo cultual, en todos los órdenes de la vida.
Sin embargo Él se niega a intervenir tal como se le requiere: aún cuando se cuidara estrictamente la razonabilidad y la legalidad al dictaminar en la disputa, en el fondo no hay solución posible. Porque esos dos hermanos han renegado uno del otro en aras del egoísmo, en beneficio del enriquecerse, todo a costa del otro.

Es por ello también que a continuación Jesús les refiera la parábola del hombre codicioso.
Nada material nos hemos de llevar cuando sea el momento de partir. Por el contrario, lo único que merece acumularse es, en la ilógica del Reino, todo aquello que damos sin condiciones, a pura generosidad.

Todo materialismo -de cualquier color ideológico- esconde codicia, y la codicia es la condición primordial de los sacrificios humanos, pues en el altar del dinero se sacrifica al prójimo, se razonan guerras, se articulan injusticias, se dispensa dolor y miseria.

En el mismo plano se encuentran las dos cuestiones, pues la codicia impide que germine y crezca la fraternidad.

Paz y Bien


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