Sábado de Gloria
Vigilia Pascual en la Noche Santa
Para el día de hoy (20/04/19):
Evangelio según San Lucas 24, 1-12
Esas mujeres, seguramente, oscilaban entre la tristeza y el estupor del inocente ajusticiado, la pérdida del Maestro que amaban, el ambiente de derrota definitiva que las embargaba, un afecto entrañable que no se doblega ante la muerte, una fidelidad que supera el dolor.
Los brutos y eficaces crucificadores descansan los rigores de la ejecución, ajenos a cualquier injusticia. Los que se empeñaron en odiarle, duermen un piadoso sueño de labor cumplida, un sueño satisfecho sin ángeles ni Dios.
Los discípulos casi seguro que no han pegado un ojo, demudados de miedo y con sus viejos moldes en ruinas.
Pero esas mujeres,a pesar del llanto, no se quedan quietas. Sus figuras se encaminan al alba, y no se trata solamente de una hora del día, sino que es presagio de un tiempo nuevo. Los perfumes que llevan son para ungir a un cadáver, el cuerpo del Maestro amado, quizás con la intención de restablecer aunque sea un poco la dignidad maltrecha por las torturas y la violencia profesional; esos perfumes tal vez desalojen los hedores de la muerte, pero más allá de los ritos mortuorios, en las manos de esas mujeres son silenciosas caricias para el Señor amado.
Esos perfumes renuevan la noche cerrada con el aroma tenaz de la ternura.
Lo que no puede obviarse es que ellas son tan discípulas como el que más.
La roca de peso inverosímil que obturaba la tumba está corrida, y nada tienen que decir. A veces, cuando todo parece inmóvil, pesadísimo, definitivo, es necesario confiar en que Otro moverá todas las piedras de nuestros caminos. Nunca hay que rendirse. Otro se ocupará de que en los ámbitos cerrados de la muerte vuelva a ingresar la luz que no se disipa.
Ellas buscaban un muerto, pero se encuentran con una tumba que es inútil, vano hogar de una muerte en retroceso. Aún no entienden, y cuando la razón no alcanza, es menester rumbear por las huellas del co-razón.
Dos mensajeros las deslumbran con sus vestidos asombrosos, y les despejan todos los desconciertos. Desde sus corazones, albergue cálido de la fé que se les ha concedido, han de hacer memoria de la Palabra del Señor, una Palabra que es Palabra de Vida y Palabra Viva.
Han ido buscando un muerto pero el muerto no está, y les anuncian que ha resucitado. Han de abandonar una búsqueda errónea, y encaminarse sin miedos hacia un puerto nuevo. Ellas han de hacer también su Pascua, su paso santo de la muerte hacia la vida.
El Cristo amigo que compartió caminos y pan, el rabbí galileo, el Hijo de María, el Maestro, el Hijo de Dios, el Señor está vivo. Todo ha comenzado en la Galilea en donde nunca pasa nada y de donde nada bueno ni nuevo se espera, santa urdimbre de Dios que teje salvación desde todas las periferias de la existencia.
Con esa novedad única que les pone prisas a sus pasos y les aligera el alma, tienen ahora una misión, que es contarle a los demás esa noticia definitiva que ha de crecer. El grano de trigo ha germinado en las honduras de la tierra, pan de vida para todos.
Y con ellas, a pesar de las incredulidades, de los desprecios, buscamos al que está vivo en cada palabra de consuelo, en cada gesto de misericordia, en cada acto de justicia, en cada brote nuevo de amor que sana, salva y libera.
La sangre del Cordero pinta nuestros corazones para que la muerte pase de largo, y nos obstinamos felices en la esperanza, humildemente enamorados de una vida que prevalece porque Dios así lo quiso, porque el Resucitado es la mansa certeza de que es el amor de Dios el que todo lo decide, y nos alegramos junto a un universo que no será igual. Nada será igual. Todo comienza en esta noche santa con el perfume del para siempre viviremos.
Feliz Pascua de Resurrección
Paz y Bien
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