Para el día de hoy (06/10/17):
Evangelio según San Lucas 10, 13-16
Los ayes del Maestro respecto de Corozaín y Betsaida y, especialmente, de la Cafarnaúm en donde a menudo residía, no pueden ser más duros. En esas ciudades judías hasta la médula, se esperaba que hubieran escuchado el mensaje de Salvación de Jesús de Nazareth y se convirtieran.
Sin embargo, sus sólidas convicciones religiosas no eran más que rígidos esquemas que renegaban de cualquier posibilidad de conversión.
Así hoy nuestras ciudades, moles de cemento, de acero e indiferencia, están pobladas de multitudes que adolecen de soledad. Y tristemente también nos suele suceder en esta ciudad grande y familiar que llamamos Iglesia.
Presuponemos que sólo por pertenencia está todo decidido; pero la conversión es tarea diaria, pues nos vamos haciendo junto al eterno Alfarero que nos moldea los corazones.
A través de los tiempos -y ahora mismo- Él ha enviado mujeres y hombres suyos, muy cercanos, tan cercanos que son idénticos a ese Cristo de nuestra liberación, portadores de Palabra de Vida y Palabra Viva.
Esos mensajeros muy a menudo no ostentan títulos ni posiciones, son pequeños, pueden resultarnos inadvertidos, pero son totalmente de Él. Son los que con su testimonio nos impulsan a estar vivos, a renegar de cualquier egoísmo, a exiliar el olvido del hermano.
Hemos de sincerarnos en la escucha atenta de todos los que hoy vuelven a hablarnos en su Nombre
Paz y Bien
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