Sacudirse el polvo de los pies




Para el día de hoy (05/02/15) 

Evangelio según San Marcos 6, 7-13



La Palabra de Dios es Palabra de Vida y Palabra Viva. 

La Palabra actúa y nos transforma misteriosamente; sin embargo, la reflexión como una rumia humilde y tenaz nos hace ahondar en su mar sin orillas, sumergiéndonos en la infinitud. Así entonces todo aquello que nos sirva para ubicarnos en el tiempo de la predicación del maestro, todos los elementos que nos ayuden en esa reflexión, bienvenidos y benditos sean.

En Medio Oriente por las secas condiciones geográficas y climáticas era y es usual que persistentes capas de polvo se adhirieran a las ropas, al rostro, a las manos y especialmente a los pies, toda vez que el calzado usual era sandalias compuestas por una suela basta con tiras para adherirse a las extremidades.
Así, al llegar al hogar era menester higienizarse: más aún, la limpieza de los pies al recién llegado era un gesto de hospitalidad y cortesía impostergable, que en general lo realizaban los servidores menores de la casa o los esclavos, por eso también el escándalo que supuso para los discípulos que el Maestro lavase sus pies en la Última Cena.

Para un pueblo como el de Israel, tan firme en sus tradiciones pero a su vez con una historia tan dura, el plano simbólico es decisivo, muy fuerte pues es allí en donde se reafirma su identidad frente a los peligros de la disolución por las invasiones extranjeras. Por ello, todo varón judío que regresara de tierras gentiles -extranjeras-, apenas cruzaba la frontera se sacudía el polvo de sus pies para no contaminar la Tierra Santa con polvo foráneo. Hecharse cenizas o polvo en la cabeza significaba, gestualmente, un signo de duelo y de contrición por los pecados cometidos.

Pero volvamos a la acción de sacudirse el polvo de los pies: significa dejar atrás lo extraño, lo ajeno, lo que no pertenece y librarlo al juicio de Dios.

Esas instrucciones de austeridad y confianza que Jesús de Nazareth les encomienda a los Doce tienen que ver con ello. Cuando son rechazados, el símbolo del polvo que se quita de los pies en el sitio de la negación implica, en parte, que esas gentes que rechazan la Buena Noticia se quedarán con lo que han elegido, y no será tarea de los misioneros su juicio o su crítica, porque ello es prerrogativa de Dios.

Pero estamos en tiempo de la Gracia.

Quitarse el polvo de los pies no es aviso de castigo, significa también la gratuidad absoluta del mensaje bueno y nuevo que se anuncia: los auténticos misioneros no tienen otro interés que el de la fidelidad a la misión y al servicio, carecen de apetencias de poder y dinero, ni siquiera quieren llevarse, aunque sea al descuido, la tierra que se pega a sus pies, y se porta un tesoro incalculable en estas toscas vasijas de barro que somos, y es esa Salvación que se proclama lo único que importa.

Paz y Bien



1 comentarios:

pensamiento dijo...

Muchas, gracias, por su compartir.

Publicar un comentario

ir arriba