Malvinas: 1982 - 2 de abril - 2013

Estas líneas no responden a nacionalismos ni a chauvinismos fútiles, ni a reivindicaciones bélicas.
Porque la guerra -cualquier guerra, hasta las epopeyas de liberación e independencia- es menos que humana, saca a la superficie lo peor de todos, esa eficiencia en el arte de matar semejantes y que nada tiene que ver con el Evangelio.

Si queremos permanecer fieles a la verdad, hemos de decir las cosas como son. Aquí, una infame y macabra dictadura, que con tal de perpetuarse, sacrificaría las vidas que fueran necesarias. Del otro lado, el constante imperialismo respaldado por la Otan, un imperialismo que es estúpido y torpe, y que sólo se sostiene por la abrumadora peligrosidad de sus armas, la pax de sus cañones.

Y los soldados.

Ciertas lecturas han rotulado a nuestros soldados como pibes o muchachos de la guerra, y quizás sin quererlo, han minimizado la ofrenda inmensa que han realizado por la casa común que se nos ha regalado, esto que llamamos Patria dentro de la Patria Grande.

La memoria viva es honra obligada a los que dieron todo por los demás, por todos nosotros, aún en el espanto de la guerra, aún cuando quienes la iniciaron y los que la propugnaron tuvieran espurios intereses de poder y de negocios.

Nosotros siempre estamos volviendo.

Nuestra certeza de regreso se funda en esa memoria y en la confianza a ultranza en la justicia. 

Pero ante todo debemos honrar a los que cayeron en el sur, a los regresaron y escondimos, y los dejamos olvidados, librados a los dolores de sus cuerpos y al agobio de sus mentes.
Quizás el primer paso sea el cuidar a los que sufrieron tanto por tantos, a sus familias, a sus vidas truncadas.

No olvidamos, en paz y en libérrima esperanza.

Paz y Bien

Ricardo

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