Para el día de hoy (04/04/13):
Evangelio según San Lucas 24, 35-48
(Ese grupo de gente estaba aterido de miedo, subido al tren de la derrota y demolido por la tristeza. Ni lo que las mujeres descubrieron, ni lo que Pedro y Juan vieron tras loca carrera, ni lo que les cuentan los caminantes a Emaús pueden conmover esas emociones que los doblegan.
No hay puerta trabada ni muro alto que lo detenga. Cristo irrumpe con su bondad, con su Salvación, y trae la paz, una paz que es mucho más que un vocablo conveniente, en la infinita Shalom que recrea los corazones.
Curiosamente, el encuentro con Jesús Resucitado acontece en Jerusalem, en la misma que lo había condenado, en la ciudad que había logrado su muerte, ciudad en donde se conjugaban la fuerza del imperio y la dureza de los ortodoxos, Jerusalem que tenían todos los visos de finitud pero que ahora se transforma en nuevo comienzo sin límites.
Las heridas en las manos y en los pies son las credenciales de identidad: el Resucitado es el mismo Crucificado que han visto morir, y es lo que no deben perder de vista jamás, encontrando las huellas en las Escrituras. El Resucitado es el Crucificado.
El encuentro cambia todo símbolo de muerte por signos de vida, señales de amor y eternidad.
La comunidad cristiana surge a partir de la experiencia común del encuentro personal con el Resucitado, y es más que un momento emocionante: ellos, plenos del asombro de la Gracia, se vuelven mensajeros de la mejor de las noticias, portadores de perdón y de vidas convertidas a la plenitud)
Paz y Bien
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