Para el día de hoy (12/04/13):
Evangelio según San Juan 6, 1-15
(Cada vez que los Evangelistas detallan el paso de Jesús de Nazareth por sitios determinados, no hacen una crónica histórica exacta sino más bien una declaración teológica o espiritual. En este caso, los pasos del Maestro se dirigen a la otra orilla del mar de Galilea o Tiberiades, a tierras no consideradas dentro de las coordenadas de Israel, tierras impuras, paganas y extranjeras.
Este paso lo identifica y lo caracteriza, como también definen nuestro carácter los sitios a los que nuestros pasos misioneros nos llevan; Él está precisamente en donde no es esperada la Salvación, en la periferia sospechosa en la que no se debe confiar, signo cierto de que no hay fronteras ni límites para la Gracia.
A diferencia de las otras multiplicaciones de panes y peces, en donde el Maestro se vale de lo que tienen los discípulos, en esta ocasión Él toma los cinco panes de cebada y dos pescados de un muchachito, un niño.
Los panes de cebada son los panes bastos, de harinas sin refinar y escasos de elaboración. Son los panes de los pobres, y junto con los dos pescaditos constituyen la comida diaria de un jornalero. Es una ofrenda insignificante que proviene de fuera del grupo apostólico, y es toda una señal que se transforma en sacramento, es decir, signo sensible y eficaz de la Gracia de Dios.
Ese niño ha ofrecido su pequeñez para que Dios la transforme, la haga fructífera, la haga inmensa, la haga pan para una multitud. Es la debilidad humana hecha trascendencia por la mano de Dios.
Es toda una liturgia de la existencia, en donde previamente al rito se ofrece la propia vida, una vida que por la Gracia asombrosa e inconmensurable se vuelve milagro de solidaridad y compasión, pan abundante y desbordante que se parte, comparte y reparte, que alcanza para todos y más aún, queda para los que -sin dudas- están por llegar)
Paz y Bien
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