Shalom de todo comienzo



Para el día de hoy (30/04/13):  
Evangelio según San Juan 14,  27-31



(Todos aquellos que hemos sufrido la pérdida de un ser querido, solemos atesorar las últimas palabras, gestos y momentos de quien se ha ido. A menos que la memoria nos juegue una extraña pasada -porque la memoria está condicionada por los sentimientos- esos recuerdos tan valiosos no se convertirán en pasto de olvido.

El Maestro lo sabe, porque es conocedor como nadie del corazón humano y más especialmente de aquello que anida en las honduras de los suyos. Él está por partir de la manera más dolorosa e ignominiosa, morirá como un delincuente abyecto y marginal -poco que ver con el Mesías glorioso que ellos aguardaban- y para ellos vendrán días de miedo y soledad. Aún deben pasar por el éxodo de la Resurrección para descubrir que Él se vá para quedarse de manera definitiva.

Por ello mismo, a contrario de un mundo que se precia de elegir el mal menor, Él les hereda un bien mayor, su paz. No es un cúmulo de buenas intenciones, ni una paz mundana, la paz que supone ausencia de conflictos, pax imperial sostenida a fuerza de las armas, paz que se define por el miedo y la necesidad de sobrevivir, paz que encuentra su hogar primordial en los cementerios.

La paz de Jesús de Nazareth es Shalom universal que siempre es comienzo, renuevo, hija dilecta de la verdad y hermana gemela de la justicia.
Shalom de tierra prometida, de no resignación -jamás-, de humildad y mansedumbre, de devoción al hermano, de glorificación a Dios en los pobres y pequeños, de seguir adelante con todo y a pesar de todo, la inmensa fidelidad de morir para que otros vivan)

Paz y Bien


Condiciones de fidelidad y pertenencia



Para el día de hoy (29/04/13):  
Evangelio según San Juan 14, 21-26


(La pregunta del otro Judas -no el Iscariote- es fundamental, y debería ser motivo de inquietud y reflexión para todos los que nos identificamos como creyentes y cristianos: ¿Dios hace distinciones a la hora de mostrarse, al tiempo de revelarse?. Esa cuestión encierra algo más profundo y oculto, y que responde al viejo esquema de si hay algunos mejores y más puros que otros, adjudicatarios de las bondades divinas por autonomasia.

Si bien hay razones que justifiquen la inquietud de Judas, la pregunta está mal formulada y posee cierto grado falaz, pues conlleva implícita una respuesta, y es que Dios discrimina al momento del encuentro con la humanidad.

Dios se revela, es decir, quita los velos que tergiversan la mirada, se hace accesible, cercano, tan cercano que se vuelve profundamente humano, el misterio asombroso de la Encarnación, misterio de amor y despojo, de entrega absoluta en Jesús de Nazareth.

Por Él conocemos que Dios se hace presente en aquellos que son fieles a la Buena Noticia, a la Palabra revelada, es decir, a todas las mujeres y hombres capaces de amar, de salir de sí mismos y dedicar sus existencias para la vida del otro, sin reservarse nada para sí.
En todos ellos, inclusive más allá de cualquier pertenencia religiosa, resplandece el rostro de un Dios que es amor y que lo encontraremos en los que aman, templos vivos y latientes del Dios de la vida. Por ello la religión primera y el culto primordial serán la compasión y la misericordia hacia el prójimo que edificamos a diario, que descubrimos en la cotidianeidad luego de cada batalla brava contra el egoísmo.

Eso que llamamos Iglesia, la asamblea de los fieles, tiene por condición y medida de su fidelidad, pertenencia e identidad el amor que proclama y encarna a cada instante. Ésa precisamente es su doctrina, allí encuentra a su Dios y se vuelve hermana y compañera de Aquél atrevido que no se escondió a la cruz y sigue viviendo, porque la muerte y los imposibles han finalizado)

Paz y Bien


La glorificación de Dios y la identidad



Para el día de hoy (28/04/13):  
Evangelio según San Juan 13, 31-33a. 34-35


(La comunidad cristiana no tiene escudos, símbolos, estandartes o confesiones eclesiásticas que la definan; todos ellos tienen su importancia, claro está, pero su identidad está signada para toda la eternidad a partir del amor.
Ese amor no está exento de sentimientos, pero está muy lejos de cualquier sensiblería o blanda banalización sin compromiso. Amar implica morir, morirse a uno mismo, morirse con decisión y sin ambages para la vida de los demás. Es la ruptura definitiva con el egoísmo y la soberbia, el quebranto de cualquier caparazón o coraza que impide aperturas. Porque se ama saliendo de uno mismo hacia el otro.

La identidad de la comunidad cristiana es el amor, y ese amor no está adjetivado: la comunidad cristiana es auténtica cuando profesa, vive y ama del mismo modo en que ama Jesús. La comunidad cristiana nace a la sombra del calvario, y aún entre el espanto de los maderos es capaz de entrever que la muerte no es definitiva, que hay más -siempre hay más-, que los violentos y los opresores no tienen destino y que, a pesar de todo, no se esgrimirá venganza ni se asume con ansias un hambre de triunfo aplastante sobre el enemigo.

Extraña batalla. No es cosa de Dios mandar a otros a la muerte, ni derramar sangre ajena. Sólo vale la propia, en ofrenda para que nadie más se muera, para que no haya más crucificados, para que con todo y a pesar de todo se disipe la noche.

La comunidad cristiana se compone de mujeres y hombres que con cada respirar glorifican a Dios, la mayoría de las veces sin palabras ni gestos ampulosos. La comunidad cristiana glorifica a Dios cuando ama como Jesús ama, en fidelidad extrema hacia el prójimo que edifica a cada paso, donde cada persona -aún el enemigo más abyecto y hostil- es un hermano, y donde los pobres y los pequeños están en sus ansias de cuidado, ansias plenas de liberación y plenitud que se parte y reparte con la misma generosidad de Jesús de Nazareth, el pan de vida)

Paz y Bien

Trabajadores para la cosecha



Santo Toribio de Mogrovejo, Patrono del Episcopado Latinoamericano

Para el día de hoy (27/04/13):  
Evangelio según San Mateo 9, 35-38


(En la Palestina del siglo I la economía era predominantemente agrícola y ganadera. Las tierras de cultivo estaban en manos de grandes terratenientes, en su mayoría pertenecientes a la nobleza laica, y otro tanto en manos de los dirigentes religiosos, especialmente en la casta sacerdotal. 
Todo ello era fuente de la riqueza nacional, y a partir de la cual se pagaban los tributos a la potencia imperial romana, mientras que la mayoría de las familias subsistían mediante pequeños huertos familiares y que los varones de la familia tuvieran un mínimo ingreso enganchándose como peones o jornaleros de las tierras de cultivo.
La realidad era que toda la economía judía del siglo I dependía, fundamentalmente, del esfuerzo de esos trabajadores. Sin ellos no hay siembra, sin ellos la cosecha se desperdicia, sin ellos todo se derrumba.

Así entonces, los que escuchaban al Maestro entendían bien su pedido de más trabajadores para la cosecha del Reino.
La cosecha no les pertenece, aunque el Propietario es un Dueño bondadoso -nó un terrateniente explotador-; y en esas bondades, ha puesto todo en sus manos. 

Es imperioso que haya más trabajadoras y jornaleros dedicados que continúen con la obra de Jesús, el primer obrero, el principal servidor. 
Trabajadores por una grandiosa cosecha de buenas noticias, de sanación, de liberación, entrañables jornaleros generosos y desinteresados de la compasión y la solidaridad)

Paz y Bien

Esperanza en tiempo presente


Para el día de hoy (26/04/13):  
Evangelio según San Juan 14, 1-6


(La Buena Noticia no es un tratado de dogmas teológicos, sino que -maravillosamente- se trata de todas las cosas que ha hecho un Dios que se ha encarnado, un Dios que nace de mujer, un Dios que comparte con nosotros penas y alegrías, que asume nuestros dolores, nuestras angustias e inquietudes, nuestros sueños, un Dios que comparte la mesa y se hace pan, y se hace vino. Un Dios que se hace uno de nosotros, un Dios humano, tan humano, el más humano de todos, Jesús de Nazareth. 

El después de la muerte es importante pues la eternidad se comienza a entretejer en lo cotidiano, pero ese Cristo se preocupa y ocupa por lo que nos sucede hoy, en el aquí y ahora, un Dios compañero y cotidiano, un Dios de todos los días.

Jesús es Dios y Dios es Jesús, y este Dios es un Dios de mesa grande y casa amplia, de muchas habitaciones, tantas como somos sus hijas e hijos, con nuestra identidad y diferencias, con lo que nos falta, con lo que podemos llegar a ser, una casa corazón con sitio indefectible para todos.

Nosotros anunciamos a ese Dios que se hace camino para toda la humanidad, que se hace liberación porque es la verdad, que es donación generosa e incondicional del bien primordial, la vida plena.

Ese Cristo está vivo y presente entre nosotros para que jamás nos resignemos y para que siempre tengamos a la vista un horizonte claro, a pesar de tanta noche que nos circunda)

Paz y Bien


Misión vital, oficio de testigos



San Marcos Evangelista

Para el día de hoy (25/04/13):  
Evangelio según San Marcos 16, 15-20

(Jesús de Nazareth continúa su ministerio, su tarea de Salvación a través de los suyos, por la comunidad que ha gestado.

Como el Maestro, no hay frontera geográfica, racial, social, histórica o religiosa a la cual limitarse ni confín de exclusividad: la misión es universal, y es misión vital, pues es llevar a todas partes Palabra, signos y hechos del corazón sagrado de Jesús y, por lo tanto, de Abbá Padre, la vida plena y definitiva para todas sus hijas e hijos, la humanidad toda.

Este oficio de ser testigos -pescadores de hombres, tenaces portavoces de la mejor de las noticias- no está exento de riesgos ni peligros. El mal no baja los brazos con tanta facilidad como solemos hacerlo la mayoría de nosotros.

Por ello, no contarán tanto los equipamientos externos que porten los testigos, sino más bien de como estarán revestidos sus corazones, una extraña coraza protectora que es totalmente permeable al amor de Dios y al hermano.

En sus almas anida el poder de expulsar demonios, con humildad y mansedumbre, esos demonios que representan el mal que se enquista en la vida y que impide respirar y crecer, el mal que todo cercena, el mal que impide vivir una vida nueva y plena.

No tendrán demasiadas dificultades a la hora de comunicarse: hablarán el lenguaje universal del amor.

El veneno del egoísmo, la ponzoña del yo antes que el tú y el nosotros podrá ser molestia más nunca desviará su paso firme hacia el horizonte de un Dios que se asoma en la vida diaria.

Hay muchas heridas abiertas, hay tantos corazones quebrados, tantos hermanos separados, que la misión tiene un color de sanación y restitución de familia vinculada por algo más que la biología.

Los testigos puede ser frágiles, venales, quebradizos pecadores. Pero no cejarán, no se resignarán ni su tarea será estéril. Siempre van respaldados y acompañados por Aquel que vive para siempre)

Paz y Bien

El puente tendido



Para el día de hoy (24/04/13):  
Evangelio según San Juan 10, 44-50


(¿Qué podemos decir acerca de Dios? Probablemente nada, dada nuestra finitud frente a su eternidad, somos mudos e incapaces de articular razonamientos frente a la infinitud de su eternidad. 
Esos serían nuestros andares acotadamente humanos cuando tratamos de encontrar a la divinidad y reflejar, aunque sea en parte, lo que es. Es una tarea a primera vista imposible.

Pero un puente se nos ha tendido, Jesucristo.

En su Palabra y sus acciones descubrimos la esencia, la identidad misma de Dios.

Sus Palabras de perdón y salvación, su mesa grande con los excluidos, con los que nadie quiere, su debilidad para con los más pobres y pequeños, sus gestos de sanación, su pan compartido, su existencia entera entregada para la vida de los demás revelan el rostro de ternura entrañable, de amor inclaudicable de Dios para con la creación entera.

Jesús de Nazareth es la luz del mundo que disipa toda tiniebla de muerte, y dispersa esas ideas de condenación y miedo. Él ha venido a traer salvación y plenitud, vida eterna y alegría; todo lo que se opone corre por nuestra cuenta.

Así entonces, los discípulos de Jesús son también hacedores de puentes entre la gente, puentes que conducen a la vida y la libertad, hijas e hijos auténticos del Dios de la Vida, hermanas y hermanos de Aquel que está vivo y vive entre nosotros)

Paz y Bien


La fiesta del buen rebaño


Para el día de hoy (23/04/13):  
Evangelio según San Juan 10, 22-30


(La interpelación que los dirigentes judíos imponen a Jesús acontece durante la celebración de la Fiesta de la Dedicación, también conocida como Hanukkah o fiesta de las Lucernarias.
En ella, se celebraba la victoria de la revuelta iniciada Judas Macabeo y sus hermanos por sobre el rey invasor e ilegítimo Antíoco Epífanes; era un acontecimiento de índole nacionalista pero también religioso, toda vez que los Macabeos mandaron realizar la purificación del Templo de Jerusalem, pues dentro del mismo el rey Antíoco mandó colocar un altar para la adoración del dios Zeus. Esto implicaba una afrenta gravísima al ámbito sagrado del Dios de Israel y, por tanto, a todo su pueblo.
En memoria de aquellos acontecimientos, durante ocho días se encenderían luces o velas en un candelabro especial, recuerdo de la restitución del Templo, de su purificación y del fin del yugo extranjero. Es memorial de liberación.

Los dirigentes judíos están furiosamente inquietos: se han apropiado de lo que no les pertenece -el pueblo, las cosas de Dios- y como tales creen tener derecho a exigir que Jesús se defina, para determinar si encaja en sus parámetros, los únicos válidos. Ellos han trastocado una fiesta de liberación en la repetición estéril y sin corazón de gestos cultuales, de sacrificios, de preceptos a cumplir. Ellos son los falsos pastores que suprimen cualquier profeta por considerarlo competencia y amenaza, y están más que dispuestos a hacer lo que fuera necesario para que nadie de su rebaño escape de su imperio y poder.

La diferencia es raigal.
Mientras uno consideran al pueblo como su propiedad, Jesús de Nazareth, el Buen Pastor, es servidor de sus ovejas. Él sabe que vá a ser escuchado porque sus palabras son claras y diáfanas, palabras que arrojan buena luz, como esas lucernas de Hanukkah.
El Buen Pastor hace que los días sean celebración perpetua y viva del paso liberador de Dios por la historia, y a esa celebración de la vida ninguna oveja ha de faltar)

Paz y Bien


Tiempo de ovejas


Para el día de hoy (22/04/13):  
Evangelio según San Juan 10, 1-10

(Jesús de Nazareth, a diferencia de tantos pastores a sueldo -mercenarios de corazón- y que hacen todo por interés manifiesto u oculto, es el Buen Pastor que dá la vida por sus ovejas, de manera incondicional.

Cuando meditamos acerca del Buen Pastor, solemos dejar en un segundo plano a las ovejas. Si por un momento realzamos en su verdadero valor al rebaño, podremos encontrarnos con verdades insospechadas.

Desde la mirada de Jesús, Cristo de Dios, el Buen Pastor, decir ovejas no implica decir borregos sumisos, doblegados en corrales donde todos se amontonan -todos son iguales, masivamente iguales- y así tornan en materia de poder o trueque.

Él es el Buen Pastor porque las conoce a todas -una a una-, sabe que cada oveja tiene un nombre, una personalidad, una identidad única e intransferible, ovejas que son conocidas y re-conocidas porque, ante todo, son amadas.

La enseñanza de Jesús de Nazareth es extrañamente secular. En ningún momento habla de Dios ni de normas religiosas. En el centro está la humanidad en tanto su potencialidad de ovejas, y refrenda así el carácter sagrado de la existencia humana.

El redil es muy distinto a un corral en donde a los animales se los encierra, ya para venderlos, ya para que no escapen. El redil es recinto amplio de encuentro y de reconocimiento de cada subjetividad, la que se realza en la vida en común. 

Jesús es la puerta del redil, una puerta en forma de cruz.

Quien quiera ocuparse de las ovejas ha de dejar en esta puerta todo interés mezquino, despojarse de egoísmo, de ambiciones, de cálculos de influencia y de poder. De nada sirven los látigos, los bozales, los bastones del golpe corrector. Lo que cuenta es la voz del pastor, es decir, la herramienta verdadera es la Palabra y la fidelidad a ésta.

Hay muchos ladrones y asaltantes que propician puertas distintas, tentadoras puertas de glorias y culpas, de premios y castigos, de Salvación para unos pocos. Pero sólo hay una puerta verdadera por donde se ingresa al redil de la vida plena, la vida que trasciende, la vida definitiva que nunca finaliza, la vida eterna.

-algunas ovejas puede que ingresen al redil por alguna ventana ignota. Es probable. Por allí quizás accedan aquellos pequeños por los que tiene una afectuosa debilidad la Madre del Buen Pastor, María de Nazareth-)

Paz y Bien


El Buen Pastor, dar la vida y dar vida



Para el día de hoy (21/04/13):  
Evangelio según San Juan 10, 27-30


(Las gentes -pequeñas ovejas arreadas por el mundo- a menudo están sometidas a los vaivenes que se le imponen.

Están los comerciantes de siempre, para los que las vidas de las ovejas es sólo una variable económica y comercial más, existencias resumidas en el debe y en el haber cruel de aquellos que sólo quieren la acumulación y el atesoramiento, cueste lo que cueste, cueste las vidas que cuesten.

Están los que se dedican a las ovejas, pero éstas carecen de importancia. Ellos pastorean porque les han prometido buenos salarios, premios y recompensas. Son los pastores interesados en sí mismos, a los que les dá lo mismo cualquier rebaño y lo que a éste le suceda.

Están aquellos para los que las ovejas, en el mejor de los casos, son materia sacrificable, ganado de la compraventa y el carneo sacrificial.

Están también los que se han apropiado del rebaño, y lo han separado en ovejas propias y ajenas. A unas pocas les permiten el acceso a corrales-templos exclusivos y excluyentes, siempre y cuando esas ovejas sean sumisas y calladas, mientras que a otras tantas las han dejado libradas a su suerte, ovejas perdidas por los campos disolutorios del mundo.

Y están aquellos lobos que trampean cualquier buen paso, los que con palabras engañosas y sibilinas, con pastos envenenados, con golosinas que marean intentan atraer hacia sí a tantas pequeñas ovejas. Al igual que los otros, ellos consideran al rebaño de su propiedad, y por lo tanto todo es válido a la hora de la apropiación de almas y cuerpos.

El Buen Pastor es muy distinto, bien distinto.

No considera al rebaño de su propiedad, aunque razones para ello no le faltan. Es servidor de sus ovejas, su vida se resume en el cuidado y la custodia de esas ovejas.
Es capaz de lo indecible para que niguna oveja se pierda, y sale a los caminos, no come ni descansa para que ninguna oveja se descubra ajena al rebaño, ni objeto de compraventa, ni material de tráfico e intercambio.

El Buen Pastor se juega por las ovejas, dá su vida sin reservas -y sin estridencias- por las ovejas, y por ese amor humilde las ovejas viven, redescubiertas en su importancia y su identidad.

Con todo y a pesar de todo, las ovejas tarde o temprano sabrán identificar al pastor bueno que las cuida, y sabrán también desoír a tantos lobos interesados)

Paz y Bien

Señor, ¿a quien iremos?



Para el día de hoy (20/04/13):  
Evangelio según San Juan 6, 60-69


(Era fácil estar con el Maestro en los momentos de éxito aparente y fama merecida; las gentes lo seguían y querían coronarlo Rey,especialmente cuando alimentaba a miles con panes y pescado, cuando sanaba enfermos, cuando hablaba de Reino y liberación. Ellos ansiaban permanecer allí, querían ser parte de ello.

Sin embargo, cuando Él les revela que el Hijo del Hombre -el Hijo de la Humanidad- será glorificado en el cadalso, en medio del espanto de la Pasión, todo se les vuelve contrario a lo que añoraban, a sus esquemas de gloria e imperio, de poder temporal, de derrota de los enemigos.
Por ello expresan que sus palabras son demasiado duras, y que nadie puede escucharlas.

La cruz es locura y escándalo, y por ese principio de amor, de servicio, de Salvación muchos han de dejarlo, de partir, de regresar a lo cómodamente viejo. No se atreven a ninguna novedad, prefieren la seguridad de sus prisiones antiguas a la libertad incierta de este rabbí galileo.

Pocos se quedan con Él, junto a Él, y Pedro -en nombre de los discípulos- se sincera; ¿adónde irán?. A pesar de todo lo que no comprenden, de esas pretendidas contradicciones, lo saben: las palabras de eternidad, la respuesta a los interrogantes primordiales, el saciar ese hambre de estar vivos sólo puede venir de Él.

Sólo Él tiene palabras de vida eterna, de vida perpetua, de vida sin límites, de vida plena.

Señor, ¿a quien iremos?
¿A los fariseos de todos los tiempos, puntillosos y exactos en las normas de piedad, tenaces negadores del hermano?
¿A los que prometen paraísos terrenales mediante la violencia?
¿A los profetas de la prosperidad, portavoces del dios mercado?
¿A los tenaces propaladores de dogmas pero no de personas, a los renegados de cualquier solidaridad, a los fugados de toda compasión?

Sólo vos tenés Palabras de Vida eterna.)

Paz y Bien

Misterio de carne, misterio de fé, misterio de amor


Para el día de hoy (19/04/13):  
Evangelio según San Juan 6, 51-59



(La Eucaristía es un misterio de la carne.

 Por más que sesudos razonamientos y elípticas apologéticas lo afirmen de un modo abstracto e intenten una explicación, se trata ante todo de un misterio y, como tal, de imposible explicación por cualquier razón. Distinto es cuando se aborda desde el co-razón. Lejos de toda magia o esoterismo arcano, es la totalidad de la existencia del Resucitado -su cuerpo  resucitado, su alma, su Espíritu- ofrecidos en nuestro hoy, en tiempo presente, para que asimilemos en estas nadas que somos la eternidad, la vida que no perece.

La Eucaristía es un misterio de fé.

A través de esa comunicación insondable -fruto de la Gracia- que es la fé, la confianza en Jesús de Nazareth, nos hacemos partícipes de esa sabiduría del pan y el vino eternos, y más allá de la masa y de los frutos de la vid, nos unimos a ese Cristo hermano y Señor, y por ello formamos una nueva familia y un pueblo nuevo. Nuestro Dios tiene sabor a pan y nos enciende la vida con ese vino que siempre pide María de Nazareth.

La Eucaristía es misterio de amor.

Es gesto y acción definitivas de un Dios que se despoja de todo -de su divinidad, de su poder, de su mismo Hijo- para que toda la humanidad viva y viva en plenitud, para que no haya más crucificados, para que nuestras mesas sean mesas amplias de fraternidad, de hijas e hijos, de hermanos reunidos por ese amor entrañable de un Dios que siempre busca nuestra Salvación, más no nuestra condena. Es el sacrificio inmenso del Maestro pobre y manso en los horrores de la cruz, revividos en cada mesa de acción de gracias, en cada vida ofrecida con desinterés y generosidad, en la eternidad urdida santamente en el día a día.

La Eucaristía es más que un rito.

Es la vida celebrada, el amor compartido, el fin de los imposibles, la puerta abierta a la felicidad que nace de la misericordia y la solidaridad)

Paz y Bien

Un Dios que se hace pan



Para el día de hoy (18/04/13):  
Evangelio según San Juan 6, 44-51

(Dios es inexpresable, el Totalmente Otro. De Él nada podemos decir o explicar por más que nos esforcemos, y no se trata tanto de un Dios que se esconde como más bien de que frente a su inmensidad somos nada -tan mínimos- que somos mudos. Nuestras palabras vienen sobrando.

Sin embargo, este Dios inaccesible se llega a todas las mujeres y hombres de la historia. Contrariando cualquier postulado lógico, se despoja de su divinidad y se hace uno más entre esa marea humana de la historia. 
Este Dios se vincula a cada mujer y a cada hombre a través de Jesús de Nazareth, un amoroso vínculo universal e irrestricto. No es un Dios al que se busque infructuosamente; por el contrario, es un Dios que sale al encuentro, que atrae, que persuade, que sirve, que nada impone.

Cada hombre y cada mujer puede encontrar ese susurro bondadoso, esa llamada paternal en las honduras de su corazón.

Como si no fuera suficiente, este Dios se ha hecho humano -el más humano de todos nosotros- ha nacido de mujer, ha sido cuidado por un carpintero judío -niño pobre de aldea ignota-, servidor de todos como un esclavo.

El Hijo es fiel imagen del Padre.
El Hijo ofrece la totalidad de su existencia para que todos vivan, para que nadie perezca, pan y vino de Salvación y eternidad.

Este Dios se hace pan para nuestra subsistencia y nuestra trascendencia definitivas)

Paz y Bien
 


Eucaristía y escándalo



Para el día de hoy (17/04/13):  
Evangelio según San Juan 6, 35-40

(En cierto modo, la Eucaristía es un escándalo y contraría toda razón.

Se trata de un Dios que se atreve a alimentarnos a todos nosotros, simples y mínimos mortales, con su misma esencia. El Dios del Universo se hace tan cercano como el pan.

Lo usual sería una divinidad que de alguna manera se vuelve proveedor de todo aquello que necesitamos como sustento; así lo interpretaban muchos en los tiempos del Maestro, refiriéndose al maná del desierto.
Pero aquí se trata de un salto infinito: es Dios mismo que se brinda y se entrega sin reservas, que se dona sin condiciones para que nadie más languidezca, para que todos -sin excepción- vivan en plenitud.

Por eso mismo, quienes comieron del maná famoso sobrevivieron a los rigores del Sinaí pero tarde o temprano murieron.
Ahora la diferencia es abismal: quien se alimenta de este Dios que se brinda en Jesús de Nazareth vive para siempre, pues asimila en su existencia la misma trascendencia de Dios.

Es una nutricia cuestión de amor, que desafía a las almas severas y rigurosas.
Nadie, por ningún motivo, debe perderse, todos estamos en las manos bondadosas de un Dios que es misericordia.

Como ese Cristo que se brinda para la Salvación, se edifica nuestra misión y vocación.
Hemos de volvernos pan para el hermano, trascender a partir de la donación de la existencia en lo cotidiano, especialmente allí en donde nada bueno ni nuevo se espera.)

Paz y Bien


El hambre necesario



Para el día de hoy (16/04/13):  
Evangelio según San Juan 6, 30-35


(Las lecturas literales, inevitablemente, desembocan en fundamentalismos de cualquier signo. Estas lecturas no solamente refieren a las Escrituras, sino también para los acontecimientos de la propia historia, individual o colectiva.

La linealidad ahoga los brotes del Espíritu y pervierte los significados profundos de los hitos que definen y tienden a orientar las miradas hacia una realidad que supera por lejos la mera apariencia. A menudo, ello viene intrínsecamente ligado a posturas en las que podemos encontrar tanto conformismos como resignaciones, almas que se cierran a cualquier novedad, inmovilizadas en cualquier búsqueda.

Estas situaciones no eran ajenas a aquellas gentes de los tiempos de la predicación del Maestro. Se entendían satisfechos y plenos a partir de hechos pasados, de una historia signada por lo pretérito elevado a un rango permanente. Pero la historia que no se relee e interpreta desde el presente, como memoria viva, corre el riesgo severo de volverse lastre que hunde antes que timón que lleve a buen puerto.

Esas gentes nada nuevo aceptaban, les bastaba el viejo maná que sostuvo a sus ancestros en los días duros del desierto. Ese pan del cielo se les había petrificado en la memoria y en sus corazones, volviéndolos incapaces de recibir cualquier noticia nueva y buena.

Contra toda lógica, hay un hambre que no es impuesto, que es deseable y necesario. Es el hambre de trascendencia, de la no resignación, de la vida plena, de la justicia, de la felicidad.

Ese hambre sólo puede saciarlo Jesús de Nazareth, pan de vida, mesa compartida.

Quiera Dios encendernos ese hambre)

Paz y Bien


De la emergencia a la trascendencia


Para el día de hoy (15/04/13):  
Evangelio según San Juan 6, 22-29



(Había sucedido una de las multiplicaciones de panes y peces.

Por ello las gentes buscaban con ansias al rabbí galileo: ven en El a un líder o guía que les garantiza el sustento. Hay que comprender. Esas gentes eran en su gran mayoría humildes campesinos y pescadores atrapados por los asfixiantes preceptos de la Ley, sometidos a los caprichos despóticos del reyezuelo local y obligados a pagar terribles e infamantes tributos al ocupante imperial romano, y por ello, la búsqueda del sustento diario estaba en el primer lugar de sus angustias.
Quizás por encontrarse satisfechos luego de saciarse, también quieren declarar a Jesús de Nazareth como su rey: en cierto modo esperan con Él saciar también sus ansias de un dirigente que los tenga en cuenta y se ocupe de ellos. Así también, en ese mismo orden de ideas, le preguntan como actuar, qué hacer, y es la búsqueda de una alternativa preceptual a los mandatos de la Ley de Moisés que le han impuesto.

Pero el Maestro vá más allá de la necesidad inmediata. Hay más, siempre hay más.
Se trata de pasar de la emergencia a la trascendencia del Reino.

Ello implica confiar en ese Cristo que Dios que les habla y les enseña, compartir como Él comparte, servir como Él sirve, amar como Él ama.
La fé en Él es mucho más que una alternativa política o económica que solucione los pesares y las miserias de tantos: es, ante todo, cambiar el corazón desde el Espíritu y encaminarse a esa fraternidad que surge que de todos somos hijas e hijos de Dios.

Y a partir de esa raíz amorosa, todo transformarlo)

Paz y Bien



Redes milagrosas


Para el día de hoy (14/04/13):  
Evangelio según San Juan 21, 1-19


(Ellos habían regresado al pasado, a lo antiguo. A pesar de haber caminado tres años con el Maestro, de haber bebido sus enseñanzas, abandonan todo -se abandonan- y regresan al viejo oficio. Son pescadores de hombres que regresan para ser simples pescadores de peces.

Han visto morir a Jesús en la cruz, como el peor de los delincuentes. Es un mesías que no encaja en sus esquemas, que no levanta su mano ni presenta batalla en contra de sus enemigos, que pregona un Reino que nada tiene que ver con este mundo.

Jesús ha resucitado!. Se ha aparecido a María de Magdala, a los caminantes de Emaús, a varios de ellos. Sin embargo, aún el Maestro no está vivo en sus corazones.

Ellos deciden embarcarse en plena noche, que es la oscuridad de la resignación y el miedo -más de lo mismo, ninguna novedad-. Pero por más que se esfuercen, por más que apliquen su experticia, nada obtienen. Es la metáfora de esas existencias en las que el Resucitado está ausente, no hay esfuerzo que valga la pena, y la noche persiste.

Pero siempre en las orillas de nuestros días Él nos busca. Allí acontece lo que cambia todo, el reconocimiento por el Discípulo Amado -todos y cada uno de nosotros- de la presencia del Señor que todo lo transforma.
Allí sí, los esfuerzos traen frutos asombrosos, nada es inútil, todo tiene valor y sentido, las redes están colmadas de peces de toda forma y tamaño, y a pesar de todo, no corren riesgo de ruptura. Las redes son milagrosas, la pesca es abundante.

No hay demasiados preceptos o normas que procedan. Lo que decide todo es el amor, y así lo entiende Pedro, cuyo mandato primero es el de cuidar y llevar paz a sus hermanos, y su tarea será eficaz si permanece unido en su amor a Cristo.

Hemos de preguntarnos por estas redes que se nos han confiado, y que tienen por objeto mantener con vida a muchos, a una infinidad de peces muy diversos. Pues si las redes son amplias, tejidas de compasión y misericordia, jamás han de romperse. 

Al fin de cada labor hay un pan esperando ser compartido, y nadie debe faltar)

Paz y Bien

Revelación materna, misión primera


Nuestra Señora del Valle

Para el día de hoy (13/04/13):  
Evangelio según San Juan 19, 25-27

(En aquella mañana de sol, río y bautismo, Juan -hombre del Espíritu y de mirada profunda- es capaz de descubrir por entre la multitud en ese Jesús de Nazareth que se acerca humilde y anónimo al Mesías de Israel, al Salvador esperado.
Juan el Bautista realiza una revelación mesiánica que inaugura los nuevos tiempos, los tiempos definitivos de la Salvación.

En aquella tarde de espanto y dolor, Jesús agoniza en la cruz, y contra toda lógica, el cadalso destella de luz, pues es signo del amor mayor. Ese Cristo que se muere también realiza una revelación, un deseo último de ese Hombre que está por morirse.
Él revela una nueva relación familiar, espiritual y por ello trascendente, entre esa mujer que lo ha llevado en su seno y el discípulo amado -todos y cada uno de nosotros-. Esa mujer se convierte en Madre de todos los discípulos que el Maestro ama por deseo de ese Hijo que es hermano y servidor, el Señor que ofrenda su Madre a la humanidad. Su Madre es la ofrenda, el don postrero.

El discípulo amado, desde ese momento, la recibe en su casa como Madre propia.

Por ello, la misión primera de los discípulos es hacerse hijos de María, la que sabe cantar con voz clara y fuerte en su confianza y alegría al Dios liberador, Dios fiel, Dios de los pobres, Dios que es misericordia)

Paz y Bien

Liturgia existencial



Para el día de hoy (12/04/13):  
Evangelio según San Juan 6, 1-15


(Cada vez que los Evangelistas detallan el paso de Jesús de Nazareth por sitios determinados, no hacen una crónica histórica exacta sino más bien una declaración teológica o espiritual. En este caso, los pasos del Maestro se dirigen a la otra orilla del mar de Galilea o Tiberiades, a tierras no consideradas dentro de las coordenadas de Israel, tierras impuras, paganas y extranjeras.
Este paso lo identifica y lo caracteriza, como también definen nuestro carácter los sitios a los que nuestros pasos misioneros nos llevan; Él está precisamente en donde no es esperada la Salvación, en la periferia sospechosa en la que no se debe confiar, signo cierto de que no hay fronteras ni límites para la Gracia.

A diferencia de las otras multiplicaciones de panes y peces, en donde el Maestro se vale de lo que tienen los discípulos, en esta ocasión Él toma los cinco panes de cebada y dos pescados de un muchachito, un niño.
Los panes de cebada son los panes bastos, de harinas sin refinar y escasos de elaboración. Son los panes de los pobres, y junto con los dos pescaditos constituyen la comida diaria de un jornalero. Es una ofrenda insignificante que proviene de fuera del grupo apostólico, y es toda una señal que se transforma en sacramento, es decir, signo sensible y eficaz de la Gracia de Dios.

Ese niño ha ofrecido su pequeñez para que Dios la transforme, la haga fructífera, la haga inmensa, la haga pan para una multitud.  Es la debilidad humana hecha trascendencia por la mano de Dios.

Es toda una liturgia de la existencia, en donde previamente al rito se ofrece la propia vida, una vida que por la Gracia asombrosa e inconmensurable se vuelve milagro de solidaridad y compasión, pan abundante y desbordante que se parte, comparte y reparte, que alcanza para todos y más aún, queda para los que -sin dudas- están por llegar)

Paz y Bien

Un Dios pobre


Para el día de hoy (11/04/13):  
Evangelio según San Juan 3, 31-36


(El Creador, Dios del Universo, no se ha reservado nada para sí. 

Más allá de cualquier silogismo, es dable afirmar que el amor es ante todo entrega generosa y desinteresada del propio ser. Y la esencia de este Dios es amor.
En ese amor, ha salido al encuentro de sus hijas e hijos perdidos -toda la humanidad- y ha acampado entre nosotros. Es un Dios que se despoja totalmente de su divinidad haciéndose humano, uno de nosotros, totalmente humano, el más humano de todos nosotros, Jesús de Nazareth.

Dios se ha desprendido de todo para nuestra Salvación. Hasta ha ofrendado en la Cruz a ese Hijo amado para que no haya más crucificados, para que todos permanezcan con vida, y vida en abundancia.
Este Dios se ha hecho un Niño frágil en los brazos de María, al cuidado de José, un Cristo pobre y caminante, un Dios que como no tiene casa propia, encuentra su hogar en la casa de sus amigos, en casa de Pedro en Cafarnaúm, en casa de Lázaro, Marta y María en Betania, en la casa de cada uno de nosotros, nuestros corazones palpitantes.

Es del Dios del pan asombrosamente abundante, el Dios del perdón incondicional, el de la generosidad y la salud restablecida, el que nada se guarda y todo lo dá, un Padre que nos ama y una Madre que nos cuida.

Ese Dios pobre se ha entregado por entero en Jesús de Nazareth y todo ha puesto en sus manos.
La identidad entre Jesús y Dios es tan intrínseca que quien vé al Hijo vé al Padre tal como es, y de ese modo Jesús es Dios porque Dios es Jesús.

El testimonio del Maestro es veraz pues habla de lo que mejor sabe y conoce, el amor de su Padre Abbá, un testimonio que no es abstracto ni aséptico sino totalmente intencional.

El testimonio de Cristo busca nuestra Salvación, la Salvación de toda la humanidad, la vida plena y total, la felicidad.
A pesar de nuestras miserias, de que seamos tan pequeños e ínfimos en nuestros egoísmos, nosotros también tenemos un testimonio que dar; el compromiso es del honor suscitado por ese amor, por la confianza y la fidelidad pascual, el paso salvador de Dios por nuestras existencias, a cada instante, todos los días)

Paz y Bien

El desmesurado amor de Dios


Para el día de hoy (10/04/13):  
Evangelio según San Juan 3, 16-21

(La inmensa y asombrosa revelación que Jesús de Nazareth brinda es que Dios -contrariamente a los postulados usuales de todas las religiones, incluidas las cristianas- es un Padre bondadoso y pleno de ternura que ama a sus hijas e hijos con amor entrañable e incondicional. 

Ese amor puede presentarse a nuestros limitados ojos como desmesurado y exorbitante. No se condice todo lo que hacemos y todo lo que omitimos para que Él nos siga queriendo de esa manera.
El Dios de Jesús de Nazareth es un Dios pobre, un Dios absolutamente pobre: se ha despojado de su divinidad para acampar en medio nuestro, en estos arrabales que somos y habitamos, nada se reserva para sí y su gloria mayor es que el hombre viva, y viva en plenitud. Hasta su misma raíz ha entregado para que ninguno se pierda, su propio Hijo sacrificado en mansedumbre para la vida de tantos, a pesar de los horrores de la cruz.

Hay que convenir que, como humanidad -tanto en lo general como en lo individual- no hemos sumado demasiadas bondades. Por el contrario, si imperara una justicia al modo que conocemos, es decir, un derecho retributivo, muy pocos o casi nadie quedaría a salvo de castigos, de penas, de balanzas inclinadas hacia el peor platillo.
Quizás por ello mismo no es aventurado afirmar que la Misericordia sostiene al universo.

Este Dios no es un juez estrictamente imparcial que observa asépticamente las pruebas condenatorias o absolutorias de los sujetos en juicios. Allí en donde solemos discriminar entre buenos y malos, justos e injustos, amigos y enemigos, este Dios sólo encuentra hijas e hijos, y sale a su encuentro, lluvia fecunda de Salvación, bálsamo de perdón, fiesta de liberación.

El poder de Dios radica en su misma esencia, el amor, y nó en esas fotografías trucadas que tanto disfrutamos, que bosquejan un emperador que gobierna gloriosamente los cielos.

La Salvación es don amoroso de este Dios. La condenación, la vida desperdiciada, la des-gracia, es sólo nuestra)

Paz y Bien

Libres como el viento


Para el día de hoy (09/04/13):  
Evangelio según San Juan 3, 7b-15

(Nicodemo era un individuo importante dentro de la nobleza laica judía, de gran relevancia en el Sanedrín; es un experto exégeta de formación farisea, pero aún así se ha quedado admirado de las cosas que hace y dice Jesús de Nazareth, y en plena noche se dirige a su encuentro para tratar de entenderlo mejor, y es un síntoma magnífico. Una de las facetas claves de la conversión es dejarse asombrar por ese Maestro galileo.

Sin embargo, tiene Nicodemo varias cosas en contra, que lo detienen y retienen su alma. Por una parte, es un prisionero más del prestigio y las apariencias, y por ello se encuentra con Jesús en la noche, para evitar comentarios descalificatorios entre sus pares sanedritas, que en su gran mayoría repudian y execran al rabbí de Nazareth al punto de buscar con denuedo su muerte. Por la otra, Nicodemo es esclavo de la literalidad en la interpretación de las Escrituras y de las tradiciones de sus mayores -Ley antes que profecía, Sábado antes que el hombre-. Así el esfuerzo por comprender al Reino que inaugura Jesús de Nazareth deviene inútil, aún cuando ponga todo su empeño hermenéutico, su erudición y, porque nó, también su honestidad.
Todo ello no basta, es insuficiente. De allí que tampoco entienda la propuesta de Jesús de un nacer de nuevo.
En su literalidad -que es origen de cualquier fundamentalismo- supone que ello implica volver al vientre materno, y en su caso, casi anciano, se torna más improbable.

Ser del Reino, ser discípulo implica sumergirse totalmente en el misterio, renovar a cada instante el bautismo fundacional de nuestras existencias, hacernos mujeres y hombres del Espíritu. Es un desafío mayor que no admite medias tintas.
Renacer al Espíritu es animarse a la vida plena, eludir con alegría y determinación todo control aceptado o impuesto que cercene los encuentros y la comunión, atreverse a dejarse llevar a cimas interiores insospechadas o a sitios inimaginados, conducidos por la mano bondadosa de Aquel que nos ama y nos cuida, veraces y libres como el viento, el mismo que puede presentirse pero que jamás puede detenerse ni orientarse a distancias mezquinas.

No hay fronteras para los que han renacido a la verdad de la Resurrección)

Paz y Bien



Anunciación y Gracia


Anunciación del Señor

Para el día de hoy (08/04/13):  
Evangelio según San Lucas 1, 26-38

(A María de Nazareth gustamos cubrirla de joyas y coronas, de impresionantes vestidos y ubicar sus imágenes en templos enormes. Esto responde en la mayoría de los casos a un amor entrañable que despierta en muchos de nosotros Theotokos, la Madre de Dios.

Sin embargo y en cierto modo, trastocamos así el profundo mensaje de la Anunciación del Señor, el afecto y las preferencias de Dios que allí se transparentan. Pues no se trata de volvernos rigurosamente exactos en exégesis, sino más bien de la atenta escucha de la Palabra que nos vuelve fieles y fecundos como María.

Ante todo, el Mensajero. Gabriel, en su raíz hebrea, significa Fuerza de Dios. Esa Fuerza de Dios -que Jesús de Nazareth revelará como amor infinito- hace cosas asombrosas e impensadas, e interviene humildemente -de manera silenciosa, casi clandestina- en la historia humana.

El Dios de María de Nazareth es un Dios que se aleja de los centros del poder, que no elige guerreros de renombre ni reyes gloriosos, sino que se decide por una mujer, una que no cuenta, una muchachita ignota de aldea campesina y polvorienta en medio de la nada. 
De un modo deliberado, el anuncio de un tiempo nuevo y definitivo se desplaza de la grandiosa fastuosidad del Templo de Jerusalem a la periferia aldeana de esa Galilea siempre bajo sospecha de heterodoxia, de ser menos, de no tener relevancia.

Es que en el tiempo nuevo -y el Hijo de María lo habría de enseñar- Dios ya no habitaría en templos de piedra, sino que tabernáculos y sagrarios serán para Él los templos vivos y latientes de cada hombre y cada mujer, un tiempo que inaugura María de Nazareth a partir de esa manifestación enamorada del Dios de la Vida.

La Anunciación del Señor -Anunciación a María- enciende la llama perenne de Dios con nosotros, el tiempo santo de Dios y el hombre.

Todo sucede a partir de un amor entrañable.
Será desde ese amor que el tiempo florecerá en la gratuidad de quien se entrega incondicionalmente. 
Es la Gracia de Dios que pide permiso, que no se impone, que allí en donde se hace presente la vida se expande y florece.
Así en la mínima existencia de la mayor de todos, la Llena de Gracia, con esa vida que se le crece en su interior, vida que es promesa cumplida y esperanza de que ya no haya imposibles, porque el amor y la fé todo lo pueden)

Paz y Bien


Cuando Cristo irrumpe


Domingo de la Divina Misericordia

Para el día de hoy (07/04/13):  
Evangelio según San Juan 20, 19-31


(Ante todo, una especial aseveración que despeje cualquier especulación torpe: los discípulos de Jesús estaban ocultos, a puertas cerradas, por temor a los dirigentes judíos, es decir, por miedo a los mismos que habían perseguido y condenado a muerte a su Maestro. Es decir, se trata de pescadores y campesinos judíos ocultos por temor a los sumos sacerdotes judíos. Es una cuestión de poder, de temor, de miedo presente antes que un presunto y mezquino espectro racial o religioso.

Están encerrados, puertas adentro del miedo y del espanto, tras muros de resignación y desánimo. Son ellos mismos los que se encerraron, los que clausuraron las entradas, los que tapiaron las ventanas para que entre el sol. De algún modo, ese recinto reproducía la quietud del sepulcro, tumba eficaz en donde la luz del sol no llega.
Es el primer día de la semana, día de una nueva creación, día en donde -con todo y a pesar de todo- todo será renovado y recreado desde la paz y la alegría.

Es que Jesús Resucitado irrumpe allí en donde campean miedo, desconcierto y resignación para que se abran puertas, ventanas y corazones. Ese Shalom es mucho más que un saludo, es Pascua que se instala para siempre en los corazones de aquellos que suponen que nada más ni nada nuevo es posible. Es Shalom inmenso que moviliza y renueva, que despierta mentes y corazones y que vuelve todo sepulcro habitáculo mortuorio inútil, es la Gracia que se derrama asombrosa e incontenible, es Espíritu de vida y plenitud para todos sin excepción que se traduce en el perdón que sana y reconstruye.

Tomás es el símbolo de quienes, por todas las miserias adquiridas, se alejan de la comunidad. Porque esas gentes sólo están ligados por el temor, nó por la fé, nó por el amor. De nada sirven la recriminación y las admoniciones, y a pesar de su incredulidad, Tomás nos cuenta otra realidad cierta: sólo la presencia del Resucitado recrea la comunidad, sólo la presencia del Resucitado les dá sentido al andar juntos, sólo la presencia viva de Jesús de Nazareth impulsa y acrecienta la fé.

Todos ellos se mantendrán unidos porque es Alguien quien los congrega, Alguien que es infinitamente más grande que sus razones, que habita en sus co-razones, un Cristo para el que puertas y ventanas cerradas no son impedimentos definitivos, un Cristo que irrumpirá siempre en nuestros temores para que la Iglesia -este grupo de mujeres y hombres portadores de mezquindades y temores- se convierta en comunidad y en signo cierto de perdón y Salvación, una comunidad que encuentra en los estigmas de sus hermanos las señales del Resucitado vivo y presente en medio de su pueblo)

Paz y Bien



Misión de impuros e incrédulos


Para el día de hoy (06/04/13):  
Evangelio según San Marcos 16, 9-15

(María de Magdala difícilmente le iban a creer: ante todo, por ser mujer en una sociedad en la que ellas eran uno de los escalones más bajos, sin derecho a hablar ni a ser escuchadas, sólo a parir y al cuidado de la prole, totalmente dependientes de los varones para la superviviencia. Además, María portaba una nota negativa para ellos, toda vez que en su pasado se contaba un alma dominada por espíritus impuros, alma liberada por la intervención del Maestro.

A aquellos dos compañeros de Emaús tampoco les creyeron. Jesús había muerto en la cruz, había sido sepultado en su derrota total, y bien muerto estaba. Ellos esperaban un Mesías glorioso y vencedor, que se impusiera en tren de derrota de todos los enemigos de Israel e instaurara el Reino de Dios a la manera que humanamente se sobreentiende, con el ejercicio y los aspavientos del poder, y ello para nada se condecía con este Mesías servidor, pobre y ejecutado como un criminal.
En realidad, los Once creían con firmeza en la imagen de ese Mesías que portaron por generaciones, pero aunque lo amaban, no creían en su Maestro.
Y aún cuando se hizo presente entre ellos, creían haber visto a un fantasma, no a Jesús Resucitado.

Esto es primordial para todos nosotros, porque nuestra fé en Cristo es la fé de esos apóstoles.

Ellos lo abandonaron, lo dejaron solo en la Pasión y frente a todas las humillaciones. Lo negaron concienzudamente. No creyeron en los que les avisaban que había resucitado, y hasta frente a la evidencia del Maestro vivo, argüían que se trataba de una aparición.

Sin embargo, precisamente a estos hombres quebrantados y venales, a ellos les encomienda la mayor de las misiones, ir por el mundo anunciando la Buena Noticia que Dios nos quiere, noticia de Salvación, de vida plena.

Son gentes de espíritus impuros, mentes incrédulas, de traición fácil, pero con todo y a pesar de todas sus culpas han sido transformados por la presencia real y viva de Jesús de Nazareth.
No son mejores, ni más inteligentes o expertos que otros: son mujeres y hombres que se han descubierto pecadores perdonados, impuros liberados, incrédulos que se atrevieron a creer y que por todo ello, proclaman a todas las personas y en todos los sitios todo eso que a ellos les ha sucedido, Cristo vivo y presente entre ellos, presencia de liberación y plenitud incondicional)

Paz y Bien

Regreso del pasado


Para el día de hoy (05/04/13):  
Evangelio según San Juan 21, 1-14

(Pedro y sus compañeros regresaron a Galilea, y era mucho más que un desplazamiento geográfico. Eran sus almas agobiadas por el fracaso, por el miedo y la muerte que migraban al pasado conocido, que regresaban a lo previo, a pesar de haber caminado tres años junto al Maestro. Es tristemente usual cada regreso a lo viejo -profusa negación del presente y desecho de cualquier futuro- en donde hay una cómoda resignación, en lo personal, en lo comunitario, en la Iglesia.

Jesús los había moldeado como pescadores de hombres, pero no soportan la carga y regresan a ser pescadores de peces.

Empeñados en el viejo oficio, se aventuran mar adentro. Sin embargo, regresan cargados de frustraciones más no de peces; es de noche, está oscuro como oscuro está su horizonte, como opaca está su esperanza.
Son pescadores expertos, hacen lo que saben bien y no obstante ello, su esfuerzo es sudor estéril, tiempo perdido.

Con todo y a pesar de todo, en la orilla de sus existencias -como pidiendo permiso- está Jesús de Nazareth. Ellos se ha ido al pasado, y Él ha salido de nuevo en su búsqueda, sin recriminaciones ni exigencias.
Sus vidas se han convertido en sacos vacíos, por ello nada tienen que compartir; pero Jesús es presencia fructífera, y ahora sí, la quilla cruje su queja, las redes desbordan de peces sin romperse. La barca es la Iglesia, que a pesar de sus quebrantos inútiles por lo que ya no es, por sus regresos al olvido, sigue teniendo al Maestro en sus orillas, y sus redes son -a veces a su pesar- recintos inmensos que no se rompen, para que cientos de millares de peces diversos permanezcan con vida.

En nuestras orillas está Jesús, esperándonos con la mesa pronta, el Resucitado que aún después de la cruz y la muerte no descansa, nos busca, nos hace regresar de nuestros pasados para que seamos frutales, para no sumergirnos en la noche del esfuerzo vano y el sinsentido, con pan compartido -Él mismo- y existencias puestas en común)

Paz y Bien




El surgimiento de la comunidad cristiana


Para el día de hoy (04/04/13):  
Evangelio según San Lucas 24, 35-48


(Ese grupo de gente estaba aterido de miedo, subido al tren de la derrota y demolido por la tristeza. Ni lo que las mujeres descubrieron, ni lo que Pedro y Juan vieron tras loca carrera, ni lo que les cuentan los caminantes a Emaús pueden conmover esas emociones que los doblegan.

No hay puerta trabada ni muro alto que lo detenga. Cristo irrumpe con su bondad, con su Salvación, y trae la paz, una paz que es mucho más que un vocablo conveniente, en la infinita Shalom que recrea los corazones.

Curiosamente, el encuentro con Jesús Resucitado acontece en Jerusalem, en la misma que lo había condenado, en la ciudad que había logrado su muerte, ciudad en donde se conjugaban la fuerza del imperio y la dureza de los ortodoxos, Jerusalem que tenían todos los visos de finitud pero que ahora se transforma en nuevo comienzo sin límites.

Las heridas en las manos y en los pies son las credenciales de identidad: el Resucitado es el mismo Crucificado que han visto morir, y es lo que no deben perder de vista jamás, encontrando las huellas en las Escrituras. El Resucitado es el Crucificado.
El encuentro cambia todo símbolo de muerte por signos de vida, señales de amor y eternidad.

La comunidad cristiana surge a partir de la experiencia común del encuentro personal con el Resucitado, y es más que un momento emocionante: ellos, plenos del asombro de la Gracia, se vuelven mensajeros de la mejor de las noticias, portadores de perdón y de vidas convertidas a la plenitud)

Paz y Bien
 

Nuestro camino de Emaús


Para el día de hoy (03/04/13):  
Evangelio según San Lucas 24, 13-35


(Ellos se iban de Jerusalem caminando hacia Emaús, se alejaban de la comunidad creyente sumidos en la esperanza quebrantada, en el desconcierto de sus ideas vulneradas, en la tristeza de la pérdida, doloroso aroma a Viernes Santo sin horizonte. 

Presos de una imagen de un Mesías adecuado, no pueden entender ni aceptar a su Maestro en derrota, ni tampoco que ese peregrino no esté al tanto de lo que sucede. Tienen cierto tono de reproche sus palabras, y es la exigencia que imponemos de que el otro sufra de la misma manera de que lo hacemos nosotros cuando nos amanece el dolor.
Tres días ya que se ha muerto, que lo han muerto, que la cruz romana ha decidido su suerte. Hasta sus enemigos están en cierto modo conmocionados. Algunas mujeres y dos de los Once advirtieron que la tumba está vacía, pero es una constante: sus corazones tardíos no se atreven a ver más allá de lo evidente.

Pero el Nazareno del cual se lamentaban iba a su lado. La tristeza les nubla la vista, y Él -con frondosa paciencia- relee toda la historia de su pueblo y todas las historias de sus existencias a la luz de las Escrituras. Porque a la luz de la Palabra toda vida cobra nuevo sentido, y ningún sacrificio deviene vano.

Aún así, esa sensación de desamparo nos alcanza, y cuando cae el sol de la angustia es menester no estar solos. Pero hay que animarse, atreverse a pedirle al Caminante que se quede con nosotros porque se nos cae la tarde, la esperanza, la paciencia, y el horizonte se desdibuja.

En el pan compartido -a pesar de que se acerquen las sombras- encontramos el sentido perdido y recobramos la trascendencia que nos falta porque está El.

Cuando el pan se comparte en mesa de hermanos, pan para el hambriento y Palabra que nutre toda existencia, a Él lo reconocemos, vidas con aroma a pan y a vino fraterno)

Paz y Bien

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