Manos paralizadas

Para el día de hoy (20/01/10)
Evangelio según San Marcos 3, 1-6

(Jesús entró a la sinagoga -en su raíz grecolatina significa indistintamente reunir, congregar-. El Maestro siempre iba adonde se reunía la comunidad.

Había allí un hombre que tenía una mano paralizada, reseca.

Manos paralizadas son manos incapaces de trabajar, de ganarse el sustento, incapaces de una caricia o un gesto, inútiles para estrecharse con otras manos o para dar una palmada de aliento, manos estériles para acunar a los hijos o para curar, o para amasar el pan...

El hombre de la mano paralizada tenñia carga doble: una, la que le traía aparejada su enfermedad; otra, la que conllevaba la Ley. Por su enfermedad era clasificado como impuro, la misma era definida como castigo por un pecado.
Por eso, el hombre debía estar excluído de toda participación plena comunitaria y religiosa.

En realidad, los verdaderos discapacitados eran quienes lo excluían, poniendo normas y leyes por encima de la vida humana. Esos mismos son los que estaban siempre atentos a cualquier yerro de Jesús, rápidos para el juicio, la condena y la infamia, incapaces de ninguna misericordia.
Esta situación en nuestro presente -lamentablemente- no nos es desconocida.

Por eso el Maestro lo llama, y lo pone delante de todos: el excluído debe estar en el centro de la preocupación de la comunidad.

Por allí comienza el sacrificio agradable a Dios: practicar fervorosamente la misericordia, poniendo en el centro de atención al necesitado, al que sufre, al menoscabado.

Cuando se supravaloran normas y códigos por encima de la necesidad humana urgente, el sacrificio agradable a Dios -la misericordia- compartida en el Dios que se hace Pan de Vida, se transforma de culto a rito mortuorio.

Somos hijas e hijos de un Padre bondadoso, nó de un juez severo y verdugo, y por eso nunca sobra la reflexión acerca de quienes están en el centro de los afanes propios y comunitarios)

Paz y Bien



4 comentarios:

Angelo dijo...

Es lo que hoy les falta a muchos, descubrir a ese Padre Bondadoso. Experimentar el significado y la aplicación de la Misericordia.

María Jesús dijo...

Es verdad lo que dices,los verdaderos discapacitados de nuestra sociedad son los que tiene el alma dormida y solo viven para satisfacer sus deseos egoístas.
Un abrazo

Salvador Pérez Alayón dijo...

En estos últimos tiempos suelo sentir pena por todos aquellos que ponen su corazón en las basuras de este mundo. Aquellos que se afanan en coleccionar bienes, cosas, riquezas... e incluso son capaces de, hasta matar, por conseguir lo que se proponen.

Basuras entendidas como fines, no como medios que son para valernos de ella a fin de que nos sirvan para vivir.

Son los afectados de la parálisis de la generosidad, de la comprensión, de la búsqueda del bien, del perdón, del compartir, de la solidaridad... y que sólo miran para su propio ego e intereses.

Y, además, creyendo ver, permanecen en la oscuridad, están ciegos y se dirigen, a pesar de su prepotencia y suficiencia, derechos al abismo. Lo peor es que lo verá cuando ya han caído en él.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Mis queridos hermanos y amigos M.Jesús, Ángel y Salvador:
Ante todo, muchísimas gracias. Las palabras y los ecos que ustedes regalan respecto de estas líneas muy escasas que escribo, hacen que todo tenga un valor muy importante.
Por sus frutos se reconoce el árbol de cada vida; y sin lugar a dudas, en estos tiempos hay una discapacidad ingente que es la de no ser pasibles de experimentar la Gracia, la Gratuidad de la vida que se nos regala, la Misericordia y el perdón.
Dios nos ilumine y auxilie para tener siempre bien abiertos y atentos los ojos del alma.
Un abrazo en Cristo y María para los tres.
Paz y Bien
Ricardo

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