Del Reino escondido en las cosas de la vida diaria

Para el día de hoy (27/01/10)
Evangelio según San Marcos 4, 1-20

(Jesús no dictaba clases magistrales ni impartía lineamientos doctrinales al pueblo, a las multitudes hambrientas de vida, sedientas de liberación.

Desde sus propias vivencias de campesino y artesano galileo, iba utilizando las cosas y situaciones habituales y diarias de las personas en las parábolas para revelarles ese Reino que Él traía.
Y ese Reino no era cuestión únicamente del "más allá", sino que estaba allí, entre ellos, misteriosamente creciendo con una pujanza silenciosa.

El Reino crecía en sus días de siembra, en la espera de las lluvias, bajo el sol árido, en las preocupaciones del pan que le pondrían a sus hijos en la cena, en el rinde de las cosechas, en la fertilidad de la tierra.

Las parábolas revelaban y también rebelaban: revelaban al Reino escondido entre ellos y los rebelaba contra las nociones de Dios que se les imponían y que no vivían... Antes bien, eran nociones que oprimían y sojuzgaban sus almas, que atenazaban sus vidas.

Por ello también el Maestro les insistía con la parábola del sembrador: para que la semilla de la Palabra fructificara y se hiciera vida, ellos mismos debían descubrirse tierra fértil, generosa y confiada.

¿Y nosotros?
Cada uno en diverso grado, tiene en el corazón sus pedregales, sus arenales, sus espinas. Pero hay que confiar en la pericia del sembrador, que sabe cuál es el destino de su trabajo, y confía como los campesinos en la certidumbre de la semilla y de la tierra que ha de abrigarla.
Y eso no es todo, siempre hay más, mucho más.

Por el Maestro, tenemos a construirnos un destino de tierra fértil, pero también un camino de sembrador.

Habrá que reflexionar cuáles son las palabras que se comprenden, cuales sucesos de la vida diaria y actual utilizaremos en nuestra vocación de campesinos del Reino de los Cielos, revelando -aún cuando la realidad agobie- la presencia misteriosa y plena de Gracia y Esperanza de ese Reino que vá germinando, aquí y ahora, en medio de la humanidad)

Paz y Bien

6 comentarios:

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola:

Quien no tenga vocación de sembrador, no sabrá encontrar la tierra fértil. Quien no crea ni tenga fe, no podrá entrar al reino de los cielos.

Saludos.

Angelo dijo...

Siempre me admira la vida escondida de Jesús, preparándose para el momento y en ello puso todo su corazón, supo hablar de lo que vivía , por eso la semilla floreció

Ludmila Hribar dijo...

"Cada uno en diverso grado, tiene en el corazón sus pedregales, sus arenales, sus espinas. Pero hay que confiar en la pericia del sembrador.." Porque solo EL lo sabe! Gracias.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Rafael, mi estimado hermano poeta, son muy ciertas tus palabras: hay que responder a la llamada a ser sembradores con fé y con esperanza.
Un saludo fraterno.
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Ángelo,a esa certeza que tan bien expones yo me animaría a agregar que hemos perdido -al menos en parte- la capacidad de degustar el misterio, lo misterioso, lo que es inabarcable o inalcanzable por la razón; y sin ello, nos volvemos incapaces de comprender al destino de la semilla.
Un saludo fraterno en Cristo y María para tí y tu familia.
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Gracias a vos, querida Ljudmila, por estar siempre por aquí y por tu amistad y comunión.
Un abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

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