Destinos



Para el día de hoy (31/01/13):  
Evangelio según San Marcos 4, 21-25

(Por modas, por costumbres y a menudo por cierta clase de superstición, entre nosotros sigue demasiado implantada la idea del destino, entendida ésta como lo que está escrito y prefijado, que será invariable a pesar de cualquier esfuerzo en contrario.
Y cuando estos preconceptos se tiñen de religiosidad, necesariamente conllevan a imaginar a un Dios lejano que decide las cosas a su antojo, para el que sus creaturas son solamente meras marionetas sin ningún tipo de injerencia, que deben resignarse a sus suertes respectivas.

Derribando esos muros que nos gusta levantar, surge clara la voz del Maestro. Es tiempo de la Gracia y la Misericordia, y el Reino tiene el perfume del aquí y el ahora, ya no se trata de difusas cuestiones post mortem sino que está latiendo entre nosotros y en nosotros.
La vida se nos ha confiado, la existencia está en nuestras manos para florecer en plenitud, el sueño de felicidad del Dios Abbá, y es una grave injuria cuando a tantos se les impide volverse artífices o constructores de sus destinos.

Esa vida que se nos ha cedido asombrosamente fructifica cuando no se reserva nada, cuando se vuelve ofrenda, donación, regalo. Es la ilógica del Reino que nada ha de mezquinar, que nada tiene que ocultar y que transparenta eternidad, la asombrosa bendición de la Encarnación.

A la luz de esa Palabra que jamás debe esconderse, vamos descubriendo esa vocación de volvernos cada vez más humanos junto a los demás)

Paz y Bien

Sembradores confiados y despreocupados



Para el día de hoy (30/01/13):  
Evangelio según San Marcos 4, 1-20

(Jesús de Nazareth no había tenido una formación académica, no tenía un lenguaje refinado ni ostentaba títulos adquiridos desde los grandes maestros judios de Jerusalem. Él era un don nadie, artesano de aldea ignota -su acento lo delata- que enseña a la gente y le habla de las cosas de Dios de un modo nuevo y distinto.
Sus oyentes son principalmente campesinos y pescadores galileos; Él sabe de sus duras realidades cotidianas, y enseña a partir de lo que ellos mejor conocen. Así entonces se deleitan con sus parábolas, y no necesitan demasiadas explicaciones, ni racionalizar demasiado, lo que el Maestro les cuenta tiene mucho que ver con lo que viven a diario.

Para escándalo de almas severas y estructuradas, les regala a estos hombres sencillos una parábola que no menciona a Dios, ni a la Palabra ni a la Salvación: es una enseñanza secular de las cosas sagradas.
Sin embargo muchos de ellos respiran esa magnífica certeza campesina respecto de las bondades de la semilla, y así, en sus corazones asombrados, comienzan a descubrir la infinita bondad de la Gracia que produce bondades en cantidades inverosímiles, lejanas a cualquier cálculo razonable.

Entre ellos y nosotros hay una distancia sideral que no está signada por los siglos. Estamos muy lejos en el tren de la confianza.
Los sembradores del Reino no se preocupan demasiado por su eficiencia, pues saben de la eficacia de esa semilla que germina contra todo pronóstico y más allá de cualquier parámetro de éxito.

El Reino florece en nuestros días, en el aquí y ahora, inmenso e imparablemente generoso)

Paz y Bien



 

Dios pariente


Para el día de hoy (29/01/13):  
Evangelio según San Marcos 3, 31-35


(Eran tiempos muy duros para el pueblo de Israel.
Llevaban a cuestas demasiados años de sometimiento al ocupante imperial extranjero, con los rigores y humillaciones que ello suponía En la provincia Galilea esto se acentuaba por el actuar despótico de los reyes vasallos Herodes el Grande y su hijo Herodes Antipas.

Frente a un sistema opresivo y disolutorio, surgía entonces el clan como el único refugio y la única garantía de identidad y pertenencia, de seguridad protectiva de las familias y de la tierra, de conservación de tradiciones y religión; en esta perspectiva, es fundamental el rol de los varones.

Así entonces se comprende que la madre y los hermanos -los parientes- se lleguen desde Nazareth a Cafarnaúm buscando a Jesús: no ha cumplido con las expectativas que los suyos tienen de Él, se ha marchado de su querencia a los caminos, brindándose por entero a extraños y réprobos y hablando de Dios de una manera asombrosa, en vez de cuidar las cosas familiares, continuar el oficio de José, tener hijos.
Él les pertenece, y quieren ejercer ese derecho de propiedad, y el reclamo dice que lo consideran alienado y hasta trastornado.

Pero es un tiempo nuevo, tiempo de Buenas Noticias, de novedades asombrosas, de un Dios muy cercano, un Dios pariente.

El Maestro expande las fronteras escasas del clan familiar y edifica una nueva familia que supera largamente los lazos biológicos, a menudo impuestos y siempre heredados. Esta familia nueva se construye a partir de lazos cordiales porque sus integrantes se han descubierto hijas e hijos de ese Dios que está con ellos, por ellos y en ellos.

Un Dios que considera a los suyos padre, madre, hermana y hermano porque se han decidido por su sueño mayor y su voluntad, la vida plena para todos sin excepciones)

Paz y Bien



De los rechazos

Para el día de hoy (28/01/13):  
Evangelio según San Marcos 3, 22-30

(El anuncio de la Buena Noticia -el ministerio de Jesús de Nazareth- crecía sin descanso. Él hablaba de un modo distinto al habitual, y enseñaba las cosas de Dios con una autoridad nueva, y las gentes comenzaban a entrever el rostro de un Dios que los amaba, y no tanto un Dios lejanamente severo, propicio a los castigos. Junto a ello, y como parte del la misma novedad buena, Él sanaba todas la dolencias, las del cuerpo y las del alma, y a nadie exceptuaba de esta sanación ni lo tomaba por réprobo o indigno de la sanación.

Así entonces la fama del Maestro se extendía por todas partes, inclusive allende las fronteras de Israel; esa fama lo volvía, por un lado, inmensamente popular y agradable al pueblo. Por otra parte y por ello mismo, las autoridades religiosas y políticas lo percibían como una amenaza peligrosa, como un enemigo a ser suprimido.
Es que a menudo la bondad, para los poderosos, es gravosa e intimidante, y el ejercicio de esa bondad ha de pagarse caro.

Las cosas habían llegado a tal punto que envían desde Jerusalem a representantes oficiales -garantes de la más pura ortodoxia- con el fin de confrontar con el Maestro y suprimirlo, minimizando los riesgos que Él implicaba para todo el sistema establecido.

Las acusaciones que esgrimían en su contra crecían en gradualidad e intensidad: en los comienzos, los descalificaban por ser un campesino nazareno, presuponiendo que por su origen pobre y galileo carecía de autoridad alguna, ni merecía que se le preste atención. A medida que el tiempo pasaba, las acusaciones se incrementaban y se volvían cada vez más peligrosas, pues varias de ellas suponían -de progresar su oficialización- la condena a muerte de Jesús.
En el caso de hoy, los representantes de la religión oficial lo descalifican aduciendo que sana a endemoniados con el poder del Maligno, algo así como un agente experto de Belzebul. Las evidencias de los signos que Él realizaba estaban allí, evidentes e inocultables -las gentes sanaban-, y por ello los escribas cuestionan y atacan la naturaleza primordial del poder que Jesús ejerce.
No obstante, esto iba mucho más allá, pues se podía concluir luego de la acusación que Jesús no actúa por Dios ni en nombre de Dios, y así arrastra a las gentes a la perdición. Eso es lo más grave, el rechazo abierto de la bondad que se ejerce con cada signo, en cada milagro y a pesar de toda evidencia.

 El Maestro responde con argumentos sutiles, poniendo en evidencia la contradicción flagrante de quienes quieren suprimirlo, y la dureza de su respuesta no se acota a esa situación en particular, en ese momento determinado, sino que llega a nuestros días.

No hay modo de negar lo evidente, y cuando el bien florece, toda argumentación contraria deviene inútil y estéril.
Porque lo imperdonable no viene de Dios, un Dios Abbá que es misericordia infinita. Lo imperdonable nos pertenece, es cosa nuestra, queda de esta vereda el rechazo al amor entrañable que Dios nos tiene y que no requiere interpretaciones, un amor que está allí, abiertamente a la vista y se ofrece a todos sin excepción)

Paz y Bien
 

La Salvación en tiempo presente


Para el día de hoy (27/01/13):  
Evangelio según San Lucas 1, 1-4; 4, 14-21

(Aquél sábado, en la sinagoga de su pueblo, Él se había levantado para hacer la lectura. Ello respondía al derecho de los varones judíos de leer algún texto de los Profetas y, luego de finalizada la lectura, comentarla y realizar también una admonición.
Seguramente sus paisanos estaban atentos a todos sus gestos y sus palabras: La fama precedía al hijo de María y el carpintero, el que ellos habían visto crecer y creían conocer bien: treinta años entre ellos no eran poca cosa. Sin embargo, este Jesús se había largado a los caminos, y no cumplía con la expectativas que todos habían depositado en Él.
No siguió la tradición de trabajo de su padre, no formó una familia, no se aferró al clan. Con un impulso misterioso se acercaba a los enfermos y a los réprobos, comía con pecadores, se hacía amigo de los olvidados, hablaba de Dios de un modo nuevo y extraño, muy distinto al de los escribas y sacerdotes.

Esa mañana sucedió algo extraordinario y perturbador.
Jesús de Nazareth ha tomado el libro del profeta Isaías, y a partir de la palabra les revela a sus paisanos que Él es el esperado, el Ungido, y que con Él se inaugura un tiempo de Salvación, tiempo definitivo del anuncio de la mejor de las noticias a los pobres, a los que no cuentan, a los que sólo saben de malas noticias, tiempo de liberación de los cautivos y oprimidos, de cadenas rotas, de existencias liberadas, de vista restituida, año infinito de júbilo porque Dios interviene en la historia y se pone abiertamente del lado de los que sufren, para que nadie más pase necesidad, abandono u olvido.

La profecía ya no es cosa de un futuro incierto. Jesús de Nazareth revela el hoy de la Salvación, el aquí y ahora de la Gracia y la Misericordia, un Dios que se hace historia, que se hace vecino, que se hace pariente, que no descansa en la búsqueda del bien de todas sus hijas e hijos.

Esa es la Buena Noticia de nuestro hermano y Señor, su sueño y su proyecto que se concretan cada vez que hombres y mujeres se vuelven solidarios y florecen en generosidad y liberación para con los que sufren.
Allí el Reino crece y acontece)

Paz y Bien


Misión urgente, misión fraterna, misión de paz


San Lucas Evangelista

Para el día de hoy (26/01/13):  
Evangelio según San Lucas 10, 1-9

(Los discípulos del Maestro han sido enviados por Él. Donde vayan, harán presente el Reino, y acontecerá la Gracia.

Su misión es urgente, por ello no deben detenerse en los caminos ni dispersarse en dialécticas ni esperas fútiles. Los hermanos heridos de abandono y soledad no pueden esperar más, y para ellos especialmente el Dios de la Vida se ha hecho uno de nosotros, vá en nosotros y así nos hacemos bendición.

Contrariamente a la lógica mundana del interés y del que todo ha de tener su precio, ellos buscan edificar comunidad y suscitar fraternidad, y los humildes hogares que visitan y en donde se hospedan se convierten en templos santos de hospitalidad y comunión, donde la paz florece mansa como agua fresca en estas tierras yertas. Nada piden a cambio, nada llevan pero se brindan por entero y regalan sin condiciones sus existencias, fecundas de Gracia y Misericordia.
Los enfermos sanan, el perdón acampa luminoso, y toda soledad y exclusión devienen historia vieja.

Quizás no hablemos muy bien, tal vez no tengamos virtudes declamatorias ni seamos expertos en doctrina.
Pero lo que cuenta es la fidelidad y la confianza en ese Cristo que nos envía y donde se hace presente, la vida se renueva.

Esa es la mejor de las Noticias)

Paz y Bien


Misión y signos de Salvación



Para el día de hoy (25/01/13):  
Evangelio según San Marcos 16, 15-18


(Es tiempo de Resurrección, vida que vence y trasciende los límites de la muerte, vida tenaz y pujante, vida que no hay modo de apagar.

Es el Resucitado que se llega a los suyos, a nosotros, para que nos crezca la esperanza al calor de la fé, don y misterio.

Con los corazones encendidos, con las existencias re-creadas, todo se vuelve misión, y misión sin límites. La Salvación ha de llegar a todos los pueblos, a cada mujer y a cada hombre, a toda la creación, al cosmos, porque nadie ha de desconocer el profundísimo y asombroso amor de Dios.

Esa fé que nos es dada, que se enraiza en los corazones y que se expande en nuestra cotidianeidad -urdimbre de eternidad en el día a día- tiene signos certeros e inequívocos.

El poder del mal que daña y corroe la vida, lo que es plenamente humano, retrocede y se remite al nunca más. Esos demonios de inhumanidad son desalojados.

Como la misión no tiene fronteras, es preciso hacerse comprender. El modo no pasa primero por las academias, sino por expresarse en el lenguaje común a todas las gentes, el lenguaje universal del amor, que acerca a los alejados, reune a los dispersos y nos vuelve conscientemente hermanos.

No hay veneno que pueda hacer daño, ponzoña de maledicencia ni tóxicos perniciosos del que dirán. Se sigue hacia adelante con fuerza y sin temores, con todo y a pesar de todo.

Cuando los amigos y seguidores del Resucitado se hacen presentes, se renueva la esperanza de que toda dolencia retroceda. Porque la sanación comienza en la fé, en una fé que se afirma cuando el olvidado es reconocido en su dignidad única e intransferible, cuando se ejerce sin vacilar el maravilloso derecho a la compasión, que alivia todo dolor.

Los signos de Salvación no son señales huecas, sino palabras que anuncian la mejor de las noticias, gestos solidarios, acciones de liberación.
Porque Él está vivo, y se ha declarado así el fin de los imposibles)

Paz y Bien


Los peligros de la fama


Para el día de hoy (24/01/13):  
Evangelio según San Marcos 3, 7-12

(Todo había sucedido con inusitada rapidez, y el pequeño grupo de Jesús y sus seguidores que recién iniciaban su ministerio andando por los caminos de aquella Palestina, había crecido de modo exponencial. Las gentes se agolpaban con ansiedad cada vez mayor allí donde Él se encontraba.

La lógica indicaría que por su origen, vendrían en su busca hijas e hijos de Israel; sin embargo, el Evangelista nos dice que además de Judea y de la misma Jerusalem, lo buscaban desde Idumea, y desde Tiro y Sidón -el actual Líbano-. Ello tiene un significado muy profundo, y refiere a la universalidad de la Salvación, sin restricciones, no acotada a unos pocos elegidos.


No obstante ello, lo que impera es una teología o espiritualidad del éxito, es decir, esas gentes acuden al Maestro pues los sana de toda dolencia, y es el único que los recibe sin exigencias. Lo tienen por bondadoso sanador o taumaturgo, pero Él es mucho más que eso.
Esa multitud que se apretuja de manera creciente en la orilla y amenaza con aplastarle, y Él comienza a enseñar la Buena Noticia desde una barca.
La fama imperante es peligrosa, y es menester un éxodo: los milagros de sanación son signos / señales del amor infinito de Dios, y el gran error es quedarse atado a esas señales como hechos espectaculares, y no orientar la mirada y el corazón hacia el amor infinito de un Dios que es Padre y Madre.

Precisamente ésa es la expresión de los espíritus malignos, los que Él manda acallar, los que lo reconocen como Señor sólo cuando hay un éxito, esclavos de la fama y de los prodigios más nó hijas e hijos de Dios.

A veces hay que tomar un poco de distancia, subidos a una barca de equilibrio que no se aleje del dolor de los hermanos. Es imprescindible para recordar nuevamente cual es nuestra vocación, nuestra misión y quien es Aquél que verdaderamente cuenta y hacia el cual los corazones han de orientarse)

Paz y Bien

El culto verdadero


Para el día de hoy (23/01/13):  
Evangelio según San Marcos 3, 1-6


(El culto realizado en la sinagoga durante el Shabbat era sagrado, y de cumplimiento estricto; lo que se debía hacer durante ese lapso estaba férreamente delimitado, de tal modo que resultaba frecuente encontrar a los principales del lugar preocupados en detectar las posibles infracciones.
Todo se había exacerbado a tal punto que, con pretendidas buenas intenciones, el Shabbat se volvía cada vez más rígido y excluyente y carecía de todo espíritu festivo, de encuentro y celebración con Dios. Así entonces esos hombres fariseos se volcaban por entero al resguardo de la observancia exacta de la Ley, pero no cedían ni un ápice de su tiempo para pensar en su Dios, aún cuando decían actuar en su nombre.

Ese sábado, por entre los asistentes al culto se encontraba un hombre con la mano paralizada o reseca; seguramente estaba apartado de la congregación principal pues era sabido que toda enfermedad se atribuía a la consecuencia directa del pecado, es decir, ese hombre carecía de derechos de plena participación religiosa por ser considerado un pecador, un impuro en ese pequeño mundo de hombres selectos.
Como si ello no bastara, con su dolencia tampoco tenía la posibilidad de trabajar y ganarse dignamente su sustento, volviéndose por entero dependiente de los demás.

Los ojos escrutadores de esos profesionales de la religión estaban puestos en el Maestro, avizores para detectar cualquier anomalía heterodoxa por la cual condenarlo.
Por ello, Jesús de Nazareth hace dar un paso al frente al enfermo, al doliente, y lo pone por delante y al centro de la comunidad; allí precisamente está el milagro, en la restitución de la dignidad y en subvertir el desorden establecido, y la sanación de la mano paralizada será consecuencia de esa humanidad re-creada.
Porque los verdaderos discapacitados era aquellos que dejaron endurecer sus corazones y practicaban sacrificios humanos...en el altar de su soberbia y su egoísmo, sacrificaban al prójimo.

Jesús de Nazareth enseña y revela el Reino con palabras, con gestos, con hechos.
Así entonces el culto verdadero será la compasión que no atrevamos a encarnar, y hay celebración plena cuando el doliente y el necesitado pasan a ser el centro de la asamblea)

Paz y Bien



Inversiones, mediaciones, conversiones


Para el día de hoy (22/01/13):  
Evangelio según San Marcos 2, 23-28


(Para la religiosidad imperante en los tiempos del ministerio del Maestro, la observancia estricta del sábado -Shabbat- era crucial y decisiva. Durante más de cinco siglos, desde el cautiverio babilónico hasta ese presente de dominación romana, el respeto por el Shabbat se había vuelto una cuestión no sólo religiosa sino también secular, y respondía a una necesidad de preservar su identidad única e intransferible.
Sin embargo, y con la preponderancia de la corriente farisea, esta observancia se había vuelto asfixiante, opresiva e inhumana; ello respondía, en parte, a una lectura literal de la Torah, y así es cuando comienzan los problemas graves.
La literalidad es en gran parte motivo del fundamentalismo de cualquier signo.

Escribas y fariseos habían invertido el sentido primordial del Shabbat -quizás, un arquetipo de nuestros domingos-, esto es, día de descanso y de reencuentro con Dios y con la comunidad, y por ello mismo, día santo.
Invertirlo implicaba trastocar ese Shabbat como medio para la santificación en un fin en sí mismo, renegando de su auténtico sentido.

Jesús de Nazareth anuncia la Buena Noticia, los tiempos del Reino aquí y ahora, el año infinito de la Gracia.
Es tiempo santo, kairós de Dios y el hombre, de un Dios que es Padre y es Madre y por el que todos somos hermanos. Con un aire nuevo y un horizonte así tales leyes e imposiciones carecen de sentido y, peor, se vuelven opuestas a la mejor de las Novedades, toda vez que se vuelven motivo de opresión y negación expresa de Aquel que por amor y bondad quiso instituirlas, para que se restablezca lo que se ha roto, para reconstituirse, para reencontrarse.

Aún así, ello exige necesariamente la conversión, el éxodo de un Dios lejano y severo -rápido a la hora de los castigos- al Dios Abbá de Jesús de Nazareth, al que le importa más el hambre de los discípulos que unas pocas espigas desgranadas ese sábado)

Paz y Bien


La alegría es cosa seria


Para el día de hoy (21/01/13):  
Evangelio según San Marcos 2, 18-22


(Las actitudes y acciones de Jesús de Nazareth siempre encendían polémicas, reproches y rechazos descalificatorios, los cuales fueron in crescendo hasta llegar a la brutalidad de la Pasión.

Los críticos más exacerbados del Maestro eran, particularmente, escribas y fariseos; habitualmente, usamos estos dos términos de modo peyorativo, pero es una postura errónea. Estos hombres eran extremadamente piadosos, su fé regía todo los órdenes de su vida y amaban a su Dios, a quien suponían Juez y verdugo estricto, lejano e inaccesible. Por ello mismo, esgrimían una religiosidad retributiva, es decir que con el cumplimiento de las normas cultuales y de piedad obtendrían los favores divinos y a la inversa, quien no siguiera estos preceptos sería depositario de maldiciones y condenas como por ejemplo las enfermedades. A la vez, preparan sus almas para una bendición postrera, post mortem, reivindicación de su Dios para con los justos como ellos se consideran.

Así entonces, oscilan desde el estupor a la rabia cuando Jesús de Nazareth y sus discípulos comienzan a transgredir lo que para ellos es inamovible y sagrado, como por ejemplo en el caso de hoy el ayuno. 
Él no está en contra del ayuno ni de otras acciones piadosas, pero ha inaugurado el tiempo nuevo, kairós de la Gracia, y todo es distinto. Él habla de un Dios muy cercano, tan cercano que habita en cada corazón, un Dios que es Padre y es Madre también, un Dios que sale al encuentro de la humanidad, un Dios que es amor, un Dios que se hace ofrenda incondicional, un Dios que perdona y vendas las heridas infringidas por el pecado, un Dios que salva.
Las primacías son del Dios Abbá que busca sin descanso la redención de toda la humanidad antes que su castigo.

Por todo esto, los discípulos y también el pueblo se encuentran gratamente asombrados, y en sus almas bulle la alegría de manera contagiosa: Dios está cerca, Dios nos ama, Dios nos convida, Dios nos perdona.
Para esos hombres de rostro adusto y rictus severo, esa alegría es intolerable, pues entienden que la verdadera fé es la de ellos, la del ceño fruncido, la del rigor que agobia. Así se les hará muy difícil abrir sus puertas al Reino, pues este vino nuevo requiere odres nuevos, y ellos persisten en sus viejos y perimidos envases acartonados.

Pero la Gracia todo lo empuja, y es dable ansiar que se rompan unos cuantos tejidos con parches inútiles. Aún no terminamos de asumir que uno de los distingos de las seguidoras y seguidores de Jesús sea la alegría que no disminuye a pesar de los dolores cotidianos)

Paz y Bien



 

El vino de María


Para el día de hoy (20/01/13):  
Evangelio según San Juan 2, 1-11


(Era una fiesta de esas que se encuentran aún en los pueblos pequeños, festejo de bodas en la que participan parientes y vecinos; se celebra el amor, se celebra la vida presente y creciente porque los hijos que un día vendrán.
Es un acontecimiento muy importante -nada fútil ni pasajero- y es tiempo de encuentro, por ello mismo dura varios días,y para que esa alegría no se apague es menester que haya vino en cantidad, vino para brindar, para bailar, para cantar junto a los novios.

María de Nazareth se encontraba allí. Probablemente ella era conocida de las familias, y por ello el Evangelista señala que Jesús y sus discípulos también fueron invitados.

María llega primero.

Y con ojos de mujer y corazón de Madre, sabe que algo no anda bien. El vino escasea y se está por terminar, y si no hay vino la fiesta se adormece y la vida se apaga. 
No hay sucedáneos. Pero María sabe lo que hace falta, y hay que hacer todo lo que diga el Hijo.
Ése precisamente es el vino de María de Nazareth, el vino que jamás escasea ni se mide, el vino de las existencias que se comparten con el gozo de descubrirnos, de un Dios que es sonrisa y abrazo, de un Dios que fecunda todos y cada uno de los días, un Dios que desborda cualquier precálculo mezquino, un Dios que con todo y a pesar de todo nos ha soñado y creado para la fiesta, para la felicidad.

Pero suele pasar que esa alianza a la que Él permanece por siempre fiel, se nos rompe en nuestras manos frágiles, a causa de miserias, tristezas, egoísmos y múltiples quebrantos.
Cuando eso sucede, solemos acudir a las viejas tinajas de piedra fría e inconmovible, buscando en destemplados gestos huecos y en rituales vacíos aplacar las furias de un dios severo que ha trastocado nuestra suerte, vino avinagrado, vino que hace daño.

Pero allí vuelve a aparecer, silenciosa y atenta, la Madre de Jesús, preocupada en que nos mantengamos encendidos, para que brindemos con el vino de la Buena Noticia que trae el Hijo. 
El vino de la Madre es el vino santo del Hijo -sangre que vivifica- y cuando la Madre pide, el Hijo no se niega.

Ella tiene sus ojos profundos en todos nosotros, sabedora de que ese Hijo no permitirá jamás que la fiesta finalice, que la alegría se cancele, que la felicidad tenga fecha de vencimiento)

Paz y Bien



Distintas mesas


Para el día de hoy (19/01/13):  
Evangelio según San Marcos 2, 13-17


(La Palabra de hoy nos impulsa a contemplar distintas mesas.

Está la mesa de Leví, mesa de publicano, de recaudador de impuestos judío al servicio del opresor romano, mesa conocida duramente por los más pobres a la hora de pagar los tributos, mesa de corrupción y de explotación, mesa señalada por todos como mesa de miserias. Sin embargo, en donde todos auguran lo definitivo, el sello indeleble de la perdición, el Maestro siempre encuentra una posibilidad de algo nuevo, de vida que se transforma, de Salvación. Él expresa esa asombrosa fé que Dios tiene en cada uno de nosotros, infinitamente mayor que aquella que nosotros tenemos en Él.
Él cree en nosotros, en mujeres y hombres concretos con nombre y apellido como Leví, capaces de dejar atrás todo lo que sumerge y alzar la mirada, y ponerse en marcha tras los pasos de Aquél que siempre está por delante de nosotros, porque de Dios son las primacías y todas las iniciativas.

Está la mesa de los severos escribas fariseos, una mesa para unos pocos selectos, la mesa exclusiva de aquellos que se creen mejores y puros, la mesa de los profesionales de toda religión, la mesa de pocos asientos en la que muchos no tienen lugar.

Y está la mesa grande de Jesús, mesa de gesto fraterno e invitación enorme, mesa preferencial para aquellos señalados como réprobos oficiales, sobre los que cae inmisericorde el sayo de la pre-condena. Esa mesa es mesa gratamente escandalosa, mesa que desafía el rostro adusto y triste de los gestos vacíos, del culto sin corazón, de vidas sin compasión.

A esa mesa estamos invitados con la inexplicable y alegre melodía de la Gracia)

Paz y Bien
 

Caminos distintos, caminos solidarios


Para el día de hoy (18/01/13):  
Evangelio según San Marcos 2, 1-12


(Ese hombre estaba atado a su camilla, postrado en su dolencia y sometido por ideas que, religiosamente, anudaban la enfermedad a la culpa de un pecado, un castigo exacto de parte de un dios al que se creía juez y verdugo. La parálisis comenzaba en su alma.

El Maestro se encontraba en una casa -probablemente el hogar de Simón Pedro y Andrés-, y en ese ambiente de hogar y de cotidianeidad anuncia la Palabra, habla de su Padre, revela ese amor asombroso e infinito. Acostumbradas como estaban a rigores y rictus severos, las gentes se agolpaban en el lugar, desbordando cualquier espacio razonable y hasta bloqueando las puertas.

El padecimiento de ese hombre no le resultaba indiferente a esos hombres que intentan llevarlo a la presencia de Jesús de Nazareth. No sabemos si son sus amigos, parientes o vecinos, no conocemos sus nombres, filiaciones o pertenencias sociales o religiosas. 
Sin embargo, sabemos que confían de todo corazón en ese rabbí galileo de palabras nuevas, confían en que Él puede sanar al enfermo, y son solidarios con su sufrimiento, la compasión y la generosidad los impulsa.

Esos hombres no bajan los brazos, ni se resignan frente a la aparente imposibilidad de acercarse a ese Cristo que saben cercano. No pueden llegar de manera convencional, la puerta deviene inútil, y unos ojos demasiado racionales señalarían la imposibilidad práctica de evitar el inconveniente.
Pero ellos son unos atrevidos en el mejor de los sentidos, y desde ese resplandor solidario que irradian buscan un rumbo distinto, un camino alternativo en base a su imaginación y a su esfuerzo: por ello no temerán en abrir un boquete en el tejado, y desde allí descuelgan camilla y enfermo a los pies del Maestro.

Cuando se conjuga el amor de Dios con la fé del hombre, acontecen los milagros. Porque esos esfuerzos son agradables a los ojos de Aquél que nos espera con ansias para ponernos en pié con su perdón, para recordarnos que somos hijas e hijos, para seguir adelante con todo y a pesar de todo, en una familia de atrevidos que no se desalientan por los obstáculos que se presentan a la hora de la solidaridad y la compasión)

Paz y Bien

Trasgresiones


Para el día de hoy (17/01/13):  
Evangelio según San Marcos 1, 40-45



(Un modo de acercarnos al Evangelio para el día de hoy es, precisamente, desde las trasgresiones a lo férreamente instituido.

Dadas las posibilidades médicas del siglo I en Palestina, es lógico que se tuviera cierto pánico a la lepra: era altamente contagiosa, y su carácter degenerativo literalmente deformaba al enfermo. Por ello mismo, la sociedad judía prefería aislar a los pacientes fuera de los pueblos y ciudades.
Todo ello tenía una puesta en práctica de varios siglos, y se hallaba instaurado desde un punto de vista religioso y social, tal como lo podemos encontrar en los capítulos 13 y 14 del libro del Levítico: es el sacerdote quien realiza el diagnóstico certero del enfermo, y quien dictamina su exclusión de la vida comunitaria, con la expresa imposición de no acercarse a nadie. Este diagnóstico no es solamente una cuestión médica, sino también un rótulo moral: se considera al enfermo como impuro, y quizás ella sea la cuestión primordial del ostracismo que se le impone, así como frente a una hipotética cura, será también el sacerdote quien articulará los ritos cultuales de readmisión a la sociedad.
El leproso, además, debía gritar su condición de impuro a fin de mantenerse alejado y de que nadie se le acerque.

Al paso del Maestro que anda, este hombre afectado por la lepra se acerca. Trasgrede de manera flagrante lo que se le ha impuesto. Es un hombre que ha vencido toda resignación y que toma la vida en sus manos, con la confianza puesta en ese rabbí que camina y no se espanta ni se aleja de su condición. 

En la misma sintonía, Jesús de Nazareth también quebranta las normas instituidas. Trasgrede prohibiciones que segregan y alejan al doliente, y con ternura militante lo vuelve a considerar hermano y, por sobre todo, humano. Los estigmas que le han aplicado lo condenan al intolerable dolor de la soledad obligada, y al aceptarlo como hermano acontece el primer milagro: luego, por el mismo amor incondicional de Dios, se sanará su cuerpo enfermo.
El Maestro quiere que todo sane; por ello mismo, envía al hombre renovado y recreado a presentarse a los sacerdotes, para cumplir con los ritos establecidos de readmisión comunitaria y religiosa, con el claro mandato de que guarde silencio acerca de lo sucedido. El reconocimiento del Salvador es un proceso que requiere su maduración, no es mágico ni instantáneo.

Pero este hombre no puede contenerse, y proclama a todo aquel con quien se encuentra lo que ha sucedido, y lo difunde por toda la comarca. Esto trae una consecuencia inmediata, y es la segregación del Maestro: ha tomado contacto con un impuro, volviéndose Él mismo un excluido, y por ello no podrá entrar a pueblos y ciudades.
Sin embargo y a pesar de ello, las gentes acuden a Él desde todas partes, en los lugares solitarios y desiertos en donde se lo encuentra.

Hay que animarse a ciertas trasgresiones, aún cuando ello traiga duras consecuencias. Es menester tener el coraje de trasgredir aquello que entre nosotros hemos instituido como sagrado pero que sólo implica humillaciones y descensos en la condición humana. 
Es cuestión del Reino, de solidaridad mansa, de impulso de la Gracia.)

Paz y Bien



Libres para servir


Para el día de hoy (16/01/13):  
Evangelio según San Marcos 1, 29-39

(El Evangelio para el día de hoy tiene un tenor tan personal y detalles específicos -propios de un testigo presencial- que son un enorme convite a cada uno de nosotros a ser partícipes de esos hechos.

Todo sucede en una casa, hogar de los hermanos Pedro y Andrés. Comienza a gestarse un espacio nuevo, en un ámbito secular y profano, en donde la comunidad se reune alrededor del Maestro y allí acontece el Reino, y quizás ése sea -en este tiempo de buenas nuevas, en el año de la Gracia- el espacio en donde florezca lo sagrado, en contraposición de la sacralidad excluyente del Templo.

Allí, en ese sitio de familia, se encontraba postrada por la enfermedad y la fiebre la suegra de Pedro, y aquí son varias las cuestiones que se nos plantean.
Por un lado, es razonable pensar que esa mujer es una anciana y que es viuda y no tiene hogar -por ello vive en el hogar de su hija y su yerno el pescador-. Es una mujer en el último de los escalones sociales, totalmente vulnerable y desprotegida, dependiente de los demás para la mera supervivencia.
Por otra parte, se encuentra postrada a causa de una enfermedad indeterminada, pero que sin dudas la deja a las puertas de la muerte, tal es la inmediatez y la urgencia de los que se lo comunican a Jesús. Aquí también hemos de considerar que, para los criterios religiosos imperantes, toda enfermedad volvía impuro al enfermo, y era considerada consecuencia del pecado, cierta balanza que golpeaba los cuerpos por parte de un dios vengador y justiciero.

Por ser mujer y por estar enferma, es inimaginable que ningún varón se acerque a ella, dados los estrictos preceptos imperantes.
Pero Jesús de Nazareth -sin vacilar- transgrede todo aquello que agrede lo humano, lo que es contrario a la vida, y sucede ese milagro de ternura que es tomar acercarse, tomar la mano de la mujer y hacerla levantar.
No hacen falta fórmulas mágicas ni ritos arcanos para que se exprese el amor de Dios, y la vida de esa mujer queda restituida en la salud de su cuerpo y en la liberación de su alma.

Ella ha recobrado su vida, su existencia en plenitud, y libremente se pone a servir a Jesús y a sus discípulos.
Se trata de la diaconía, servicio que es ofrenda redentora y no imposición de esclavitud o servidumbre, y es diaconía de una mujer en esta familia creciente, la Iglesia. Tristemente y durante mucho tiempo hemos soslayado -y lo seguimos haciendo- este principio fraterno de la comunidad, en la que nos volvemos todos, mujeres y hombres, libres para servir al hermano.

La fama de Jesús de Nazareth se extiende, y traen a su presencia a todos los dolientes del lugar. Nadie se vá sin respuestas, con las manos vacías, cuando se busca al Maestro.
Pero Él no es de nadie porque es de todos, para todos.

La insistencia de Pedro y los otros responde a la tentación de querer apropiarse de un Cristo que se ofrece a la humanidad entera y no a unos pocos.
Pero Él debe llegar a todos los pueblos sin excepción, anunciando que otra vida es deseada por Dios Abbá, y que esa vida plena es posible)

Paz y Bien

En clave de autoridad


Para el día de hoy (15/01/13):  
Evangelio según San Marcos 1, 21-28


(Toda lectura literal tiene como consecuencia primera el quedar en la superficie, no sumergirse en las profundidades de la Palabra, y cuando esto se vuelve dogmático, comienzan todos los fundamentalismos.
Por ello mismo hemos de ahondar siempre en las aguas del Evangelio, sin temores, porque lo eterno jamás tiene fin ni se agota.

La Palabra para el día de hoy nos sitúa en Cafarnaúm, en la sinagoga y en sábado.
Cafarnaúm -kfar Nahum, ciudad del profeta Nahum- no era una aldea menor: los datos que llegan a nuestros días la ubican en la orilla nor-noroeste del mar de Galilea, ciudad portuaria de gran actividad e importancia social y política. De allí probablemente fueran originarios Simón, Andrés y Felipe, y el Maestro instalaría allí durante bastante tiempo, haciendo de ella una suerte de base de operaciones para su ministerio.

A la vez, nos encontramos en la sinagoga y en sábado. La sinagoga como espacio sagrado, y el Shabbat sacralizado en sí mismo y no por Aquél que lo instituye para el bien de la comunidad. Todo se había tergiversado a un extremo de volverse un inmenso aparato opresivo a partir de la religión, pues no siempre lo religioso es sinónimo de de plenitud y liberación.
La sinagoga se había vuelto restringida a los enfermos por considerarlos impuros, a los publicanos por entenderlos pecadores y a las mujeres por ubicarlas en un escalón inferior en la escala humana y virtuosa.

En el culto del Shabbat, todo varón judío tenía derecho a leer los textos de la Torah y a comentarlos, una modalidad de predicación. En esa costumbre, se pone de pié el Maestro y comienza a enseñar a los presentes.
Todos se asombran, pues el Nazareno no enseña al modo de escribas; Él habla y enseña desde lo que conoce en las profundidades de su corazón, de su Padre y de su amor. Los escribas son eruditos en el conocimiento de la Torah y de comentaristas de la Ley, más ellos siempre citan a lo que otros dijeron, y tienen por objetivo que se observen con exactitud todos los preceptos y prohibiciones.
Las gentes escuchan una Palabra nueva en este rabbí campesino, una Palabra que no impone, una Palabra que hace crecer y que no cercena -ése, precisamente, es la raíz etimológica del término auctoritas-.

El hombre poseído por el espíritu impuro es la misma sinagoga -como sistema opresor y perimido- que se queja, que advierte la fuerza imparable de Jesús de Nazareth. El espíritu maligno que lo reconoce como el Santo de Dios es el símbolo de aquellos que reniegan del Cristo que anuncia la mejor de las noticias y que lo perseguirán hasta la muerte: la liberación, con todo y a pesar de todo, ha de llegar a todos sin excepción, y a la sinagoga también.

Muchos espíritus malvados, de exclusión y de imposición, de algunos pocos elegidos y muchos descartables suele habitarnos, especialmente en la casa común -espacio fraterno- que llamamos Iglesia, y es menester volver a asombrarnos, a permitir a ese Cristo que vuelva a liberarnos y hacernos crecer cosas nuevas, semillas del Reino en el aquí y el ahora)

Paz y Bien
 

Pescadores desde dos pasiones


Para el día de hoy (14/01/13):  
Evangelio según San Marcos 1, 14-20

 
(El detonante fué el arresto del Bautista. 
La capacidad de Jesús de Nazareth leer los signos de los tiempos conforma su ministerio y el de los suyos entre dos pasiones, la propia y la de Juan, pues el Bautista también tiene su Pasión en las prisiones herodianas aunque su patíbulo no sea la cruz.

La pasión del  Bautista sucede por su fidelidad inquebrantable al Espíritu que lo impulsa, por no acallar la verdad, por denunciar corrupciones desde su integridad única e incandescente.

Esa lectura que el maestro hace de su realidad es un desafío para todos nosotros, el saber descubrir en la vorágine -tan a menudo cruel y violenta- del acontecer político y social cotidiano los signos que nos envían a anunciar sin desmayo la mejor de las noticias, aún cuando la noche esté al acecho.

Podemos hallar continuidad entre el ministerio del Bautista y el ministerio de Jesús, pero el anuncio de la Buena Noticia significa también una ruptura con lo viejo, con lo antiguo. Algo nuevo acontece, algo con color definitivo, algo totalmente distinto.

Todo comienza en la Galilea de la periferia, la siempre sospechosa, en lejanía cordial con los centros del poder político y religioso: la Buena Noticia comienza a anunciarse desde los márgenes, entre el pobrerío, entre los que no cuentan, lejos de fasto y la pompa del Templo, y no se deja encasillar por la puntillosidad dogmática de los fariseos.
Para éstos, Dios reinaría cuando ellos primero y luego todo el pueblo cumplieran con exacta piedad la Ley de Moisés, es decir, Dios reinaría merced a los frutos de su propio esfuerzo.

Con Jesús de Nazareth, todo cambia, todo es distinto: se trata de la iniciativa amorosa de Dios Abbá, un Dios que se hace compañero de caminos, un Dios que se llega hasta los pobres, un Dios que reinará en y desde los corazones, un Reino que ya está aquí, entre nosotros, y al que se accede cambiando la existencia, metanoia del respirar y el andar, conversión necesaria para que la vista se aclare y despeje.

Esta novedad asombrosa, que Dios reina, que habita entre nosotros, que toda noticia puede ser buena y nueva, debe comunicarse a todos sin excepción, comenzando por aquellos para los cuales cualquier noticia es mala, y para quienes nada nuevo hay bajo el sol, solo dolor, soledad y abandono.

El anuncio no se hace a solas, no es individual. El anuncio es compartido, comunitario, fruto de corazones en común.
Jesús invita a pescadores, hombres curtidos en su oficio diario de buscar el sustento entre el oleaje del mar de Galilea. Los invita a seguirle, y esa invitación se realiza a partir de lo que conocen en su cotidianeidad, una realidad diaria que será magnificada y transformada por el convite santo a trastocar el devenir cronológico en kairós, tiempo santo de Dios y el hombre.

Ellos jamás dejarán de ser pescadores. Ellos dejan atrás conceptos viejos, injusticias y jerarquías y se vuelven hermanos y discípulos, seguidores de Aquel a quien ni la muerte ni la Pasión han de detener.
Ellos se vuelven pescadores de hombres, esforzados obreros en el afán de mantener a tantos pequeños peces con vida, a la deriva en un mar de inequidad y de tristeza que imperan, y que será florecido y transformado por estos artesanos limitados y falibles pero fieles, fieles hasta el final)

Paz y Bien

El Bautismo del Señor y las expectativas del pueblo

  

Bautismo del Señor

Para el día de hoy (13/01/13):  
Evangelio según San Lucas 3, 15-16.21-22


(El movimiento suscitado a partir del ministerio de Juan el Bautista tuvo características sorprendentes: congregaba a multitudes a bautizarse en las orillas del río Jordán, en una zona despoblada, desértica, y esas gentes acudían en un número cada vez mayor.

Todo ello tiene un trasfondo que debemos considerar, una hermenéutica que nos permita ver y mirar la totalidad en conjunto y profundidad.

Estamos hablando del pueblo de Israel en el siglo I, sometidos durante décadas a la dominación y a la opresión extranjera; en los últimos años, sufrían la humillación de la bota imperial romana. En la memoria colectiva, palpitaba la acción liberadora de Dios en el éxodo de Egipto, y ello llevaba a que se encendieran las esperanzas puestas en la llegada de un Ungido que liberaría a Israel y reinaría por sobre todos sus enemigos.
Sin embargo, el modo en que llegaría el Mesías y se implantaría la justicia de Dios variaba según los grupos preponderantes de aquel tiempo.
Escribas y fariseos se aferraban a la observancia estricta de los preceptos de la Ley sin excepciones: la religión perfecta de los puros -ellos mismos- apuraría la llegada del esperado.
La clase sacerdotal suponía que era imprescindible incrementar los holocaustos y ofrendas a través del culto en el Templo.
Los zelotas optaban por la violencia, la lucha armada para desalojar a los opresores a la fuerza.

Aún con estas corrientes, las gentes no estaban satisfechas. El pueblo permanecía a la expectativa, dolido en las sombras, hambriento de verdad y de palabras nuevas.

En ese ambiente, surge la figura de Juan el Bautista llamando a la conversión, anunciando a los cuatro rumbos que la llegada del Salvador es más que inminente, ya está entre ellos.

Debido a ello, ríos de penitentes confluían a las orillas del río a bautizarse.
No estaban allí los rigurosos fariseos con sus dictámenes puntillosos, no estaban los sacerdotes -ocupados en el Templo, no estaban los zelotas preparando las armas para un nuevo golpe sangriento.
Allí estaban publicanos, prostitutas, enfermos, campesinos y pescadores, algunos soldados, la gran mayoría invisibles e indeseables.

Por entre la multitud y haciendo la fila como uno más, Jesús de Nazareth.

Ese Cristo silencioso, anónimo entre la multitud de dolientes que buscan una vida nueva, que no son tenidos en cuenta, es también Epifanía, manifestación de la preferencia y amor infinito de un Dios al que se lo encuentra entre los despreciados.
Es un bautismo de fuego que enciende los corazones, el verdadero bautismo que transforma las existencias y del que la inmersión en el agua es sólo una señal.

El Salvador entre el pueblo caminante es certeza de cielos abiertos, de tierra fecundada por semillas de eternidad, del asombro de descubrirnos sin condiciones y gratuitamente, hijas e hijos muy queridos por un Dios que es Padre y también es Madre, un Dios con nosotros y como nosotros)

Paz y Bien
 
 

El Reino crece, la serena alegría


Para el día de hoy (12/01/13):  
Evangelio según San Juan 3, 22-30


(Mucho tenían en común Jesús de Nazareth y Juan -hijo de Zacarías e Isabel- llamado el Bautista. 
Ambos convocaban a las gentes a la conversión, y el signo de esa transformación era un bautismo en el río, que ambos practicaban con asiduidad.
Inclusive, algunos de los originarios discípulos de Juan se convierten en seguidores de Jesús.

Por ello mismo, tarde o temprano iban a surgir celos y ansias de exclusividad, esos afanes de determinar predominios y legitimidades. Pero también contaba esa constante que llega hasta nuestros días, y es la de absolutizar lo que es medio o signo, en este caso el ritual de purificación, el bautismo en el río.

Pero Juan no se deja arrastrar a esa polémica estéril. Es un hombre del Espíritu, y es un hombre cabal.
Sabe que el nazareno hace lo que hace porque todo en Él viene de Dios. Sabe que nada de lo suyo es opuesto: por el contrario, Juan es el baqueano de almas que vá abriendo caminos para que pase el Maestro.

Y sabe que si el Cordero está presente, es que el Reino está aconteciendo y creciéndose en las honduras de los corazones. Ello es motivo de una alegría que nadie podrá quitarle, es el horizonte de su existencia al cual se dirige confiado y sin desvíos ni desmayos. Por eso mismo, él ansía disminuir, pues lo que verdaderamente cuenta es que las gentes pongan toda su atención en ese Cristo humilde y servidor que habita entre ellos y entre nosotros.

La integridad del Bautista es enorme, y ni las mazmorras de Herodes podrán hacerla sucumbir.
En las sombras de la prisión de ese opresor despiadado, hay un hombre libre que resplandece de alegría.
Sus carceleros y verdugos son los verdaderos prisioneros)

Paz y Bien

De rebeldía y coraje


Para el día de hoy (11/01/13):  
Evangelio según San Lucas 5, 12-16
    

(En el texto del Evangelio para el día de hoy es menester distinguir dos hechos harto gravosos para la situación del pueblo de Israel en los tiempos del ministerio de Jesús de Nazareth: por una parte y debido a la mentalidad religiosa imperante, las enfermedades eran consideradas consecuencia directa del pecado,y e relacionarse con enfermos, por ello mismo, significaba que el transgresor era afecto a andar en malas compañías, gentes de dudosas reputaciones y conductas.
Por otra parte, el contacto con cadáveres y con ciertas enfermedades era causa inexorable de impureza ritual, con estrictas normas cultuales para recuperar el estadio ideal. En casos extremos, implicaba la separación de los impuros de la vida comunitaria, el ostracismo, la soledad.

Tal era el caso de la lepra: a las durísimas normas que se imponían a los enfermos, debía agregarse un lógico pánico frente a la virulencia de la enfermedad. Por ello mismo, los leprosos debían vivir fuera de las ciudades, vestidos con harapos, sin contacto con nadie. Al paso de los viajeros y caminantes, debían proclamar a los gritos su condición de impuro para evitar también cualquier contacto involuntario.
Y si ello sucedía, quien contactaba a un leproso -máxime si lo tocaba- automáticamente se volvía impuro y excluido de la vida social, religiosa y comunitaria.

Por eso mismo, la actitud del leproso frente a ese Jesús que pasa es inesperada, y es de franca rebeldía a las normas que le han impuesto. Es impensable que ningún leproso se acerque a nadie.
Es un hombre movido por la raíz de la fé, la confianza en ese Cristo que pasa, y también es un corazón que no se arredra frente a su condición: basta que el Maestro tenga la voluntad de limpiar su piel, no hace falta que lo toque.

Sin embargo, es el año interminable de la Gracia y la Misericordia.
Acontecen varios milagros: con entrañable afecto -expresión del corazón sagrado de Dios-, Jesús de Nazareth lo toca, y en ese gesto rompe el cerco de soledad que se le ha impuesto. La fé de ese hombre y el amor de Dios, en conjunción santa, obraron la sanación de la dolencia, y así es enviado por el Maestro a presentarse ante los sacerdotes para cumplir con el culto. Es un hombre re-creado y sano que vuelve a ser parte de la comunidad.

Es claro que, debido al imperio de almas mezquinas, no será algo leve ni gratuito para Jesús. Él se retira a orar a sitios solitarios, por esa necesidad primordial de dialogar con su Padre, pero también porque se ha vuelto impuro y debe ser excluido de la comunidad.

Hay cierto tipo de rebeldías que aún nos faltan asumir, la no resignación frente a todo lo que inhumanamente se impone. Y es necesario recobrar, desde esa fé que mueve cadenas montañosas, el coraje y el atrevimiento de acercarse a los dolientes de todo mal, sin temor a las consecuencias.)

Paz y Bien

Jubileo


Para el día de hoy (10/01/13):  
Evangelio según San Lucas 4, 14-22a.
 

(La simple audición del término ya es reveladora: jubileo, necesariamente, se asocia a júbilo, a alegría desbordante, a celebración por cosas buenas que han sucedido.

El año jubilar era una institución muy antigua y cara a los afectos para el pueblo de Israel:implicaba la proclamación de un año santo -año sabático- en el que la tierra del cultivo se dejaría descansar, y lo que creciera de manera silvestre sería exclusivamente para los pobres, año en que todas las deudas serían condonadas, año en que aquellos que habían sido vendidos como esclavos a causa de deudas venderían la libertad, año en que las tierras y propiedades perdidas serían recuperadas, año de Yahveh para que hubiera descanso y recuperación y sanación de todos aquellos lastimados socialmente.

Jesús de Nazareth vuelve a su querencia, a su patria chica, lugar y gentes a los que conoce bien. Ha convivido con ellos por treinta años, sabe su requiebros y compartió sus alegrías y dolores. Conoce bien la situación de marginación de su gente.
Por eso mismo, ese sábado se dirige a la sinagoga del pueblo, y como todo varón judío, hace uso de su derecho de leer y comentar la Palabra de Dios: en este caso, uno de los libros del profeta Isaías, en donde el profeta habla del Ungido y las acciones y signos por la cual el pueblo reconocería a su Mesías.
Sin embargo, Jesús no hace un relato literal de las Escrituras: su expresión es profética, y por ello deliberadamente omite el pasaje en donde se anuncia el día de la venganza del Señor.

Él declara inaugurado un nuevo jubileo, el año de Gracia y Misericordia, que no será acotado a doce meses.
Es el kairós, el tiempo santo de Dios y el hombre, el hoy de la Salvación, la redención en tiempo presente.

Puede asombrarnos que en esa misión que Él reivindica para sí mismo -y luego para los suyos- se hable de cosas tan concretas como la liberación de los cautivos, el anuncio de la Buena Noticia a los pobres, la vista a los ciegos, la redención de los oprimidos y, además, declarar que ha comenzado el año jubilar en ese momento, año interminable de condonación de deudas, de rescate de esclavos, de pan para los pobres, de reconstrucción de la comunidad malherida.

Es que la Buena Noticia tiene totalmente que ver con lo que sucede en el aquí y el ahora, y la maravillosa Encarnación de Dios significa que el Creador sigue completamente involucrado con los dolores y sufrimientos de todas sus hijas e hijos.

Como comunidad cristiana que quiere seguir los pasos del Maestro, no podemos desentendernos de este año santo que nunca termina. Más aún, no podemos ser ajenos a todas las situaciones de dolor y cautividad, de injusticia social, de cautividades modernas.
Es usual que se realicen sesudas hermenéuticas o profusos análisis de lo que sucede: pero el Reino no es abstracto ni teórico, se proclama antes que se declama, y se proclama con acciones concretas.

Para esta comunidad que llamamos Iglesia el término jubileo no es extraño.
Pero quizás lo hemos relegado a un ámbito litúrgico, de condonación especial de pecados; no está mal, claro está, pero aún nos falta hacer un éxodo interior y llenarnos los pies con el barro de los callejones en donde nuestros hermanos más relegados hoy agonizan en soledad.

Porque el culto verdadero se expresa en la compasión y en el socorro del hermano caído y doliente, una Iglesia samaritana del auxilio desinteresado, una Iglesia galilea que se empeña en la fidelidad desde la marginalidad de los que no cuentan, una Iglesia que, a pesar de tanta injusticia y miseria, anuncia que otro mundo es posible, un mundo más justo y por lo tanto más humano y santo, motivo de alegría y esperanza)

Paz y Bien

Nuestras frágiles barcas


Para el día de hoy (09/01/13):  
Evangelio según San Marcos 6, 45-52
 
(Ellos no habían comprendido el milagro de los panes, y el Evangelista afirma sin dudar que su mente estaba embotada. 

Vale recapitular brevemente: luego de alimentar a miles en el desierto, Jesús es identificado como el nuevo Moisés, el Mesías esperado; por el Evangelista San Juan sabemos que esas gentes querían coronarlo rey de Israel.
Esa es la ideología imperante que embota las mentes de los discípulos, pues suponen un Mesías glorioso, pleno de poder implacable que se alce victorioso por sobre sus enemigos. Y ellos no serían ajenos a esa gloria y la compartirían. Por ello sus compañeros son discípulos con un largo camino de aprendizaje en vida compartida antes que partidarios o cortesanos de un nuevo rey.
Jesús de Nazareth es un rey muy distinto.

Frente a ello, el Maestro -Servidor de todos- ordena que se embarquen hacia la otra orilla del lago, y hacia la otra orilla de ese esquema equivocado y opresivo, mientras Él se retira a la montaña a orar. La tentación es muy fuerte para todos, para el Maestro también.

Ya había oscurecido, y los discípulos reman inútilmente. No puede avanzar porque tienen el viento en contra, porque están cansados.
Él los vé, sabe bien qué es lo que les sucede. 
Por eso se dirige a ellos por sobre el mar, y pasa de largo. Ellos gritan, pues creen haber visto a un fantasma; a su cansancio y a sus horas fútiles se les suma un miedo creciente.
Así entonces el Maestro les dice palabras de re-creación y liberación, Palabras de Dios: ánimo, a no temer, soy yo, al igual que el creador en la zarza ardiente, al igual que el Mensajero frente a esa muchacha campesina de Nazareth. Por ello, cuando Él sube a la barca los vientos se calman.

En estas frágiles barcas que somos, en estas pequeñas barcas de nuestras comunidades y de la Iglesia nos sucede lo mismo. Cuando Él no está a bordo, todo esfuerzo deviene inútil, los vientos-vicisitudes cotidianos nos detienen, nos enturbian la vista y seguimos viendo a un fantasma, no al Cristo de nuestra Salvación, un Dios preocupado y ocupado por todas las necesidades de sus hijas e hijos, un Dios que ama la mesa grande y el pan compartido, un Dios de canastas y canastas llenas de misericordia y compasión, un Dios lejano a toda gloria y poder mundanos.
El Dios de Jesús de Nazareth es todopoderoso porque es amor)

Paz y Bien






El pan de la misericordia, los peces de la compasión


Para el día de hoy (08/01/13):  
Evangelio según San Marcos 6, 34-44

(Compasión significa, literalmente, compartir lo que se sufre, sufrir juntos. Obviamente, la clave está en quien siente o ejerce la compasión: si esta compasión no produce un efecto que tienda a cambiar el dolor, quedaría relegada a una elogiable sensiblería estéril. Siempre puede hacerse algo más allá de la pura declamación de intenciones.
Pero la compasión es el perfume único del Reino, que se expresa en la misericordia.

Así entonces, cuando no se asumen totalmente los problemas y los dolores de los otros, esas crisis y dolencias -a pesar de los mejores discursos y las más grandilocuentes expresiones- se ven desde fuera, como algo ajeno, como algo que les sucede a otros.

Jesús de Nazareth no es así.
La multitud está hambreada y librada a su suerte, a la deriva de lo que pueda sucederles. Pero Él jamás permanece indiferente, ni observa las cosas de sus hermanos -todos nosotros- de manera objetivamente externa. Él se involucra haciendo suyas todas las cosas nuestras, buenas y malas.

Distinta, sin embargo, es la actitud de los discípulos. Ellos advierten el problema, e intentan una razonable solución desde fuera de esas gentes, buscando llevarles pan que adquirirían mediante una importante suma de dinero; con la imposibilidad de realizarlo, prefieren sugerir al Maestro que los despida, que vayan a buscar sustento a sitios cercanos -estaban en un lugar desierto-, que se arreglen solos.

Jesús de Nazareth piensa y actúa distinto.
Él busca y encuentra la solución desde la misma gente, y panes y peces se multiplican como consecuencia de los milagros de la compasión, del compartir, de la misericordia, todos frutos de la misma raíz del amor.
Aún quedarán muchísima comida para los que vayan llegando.

Mucho puede decirse, mucho se ha dicho y otro tanto se dirá acerca de esta parábola.
Hoy solamente nos detendremos en la bondad de Dios que hace suya el hambre del pueblo, que torna tarea sagrada alimentar a los hambrientos, que siempre que reune a los suyos lo hace en una mesa inmensa en donde nadie es excluido, y que también espera a los que algún día llegarán)

Paz y Bien

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