Del pan y la compasión

Para el día de hoy (08/01/10)
Evangelio según San Marcos 6, 34-44

(Jesús baja de la barca, y vé a la multitud que lo esperaba.
Pero su mirada siempre vá más allá de lo aparente.

Mira y vé a la muchedumbre abandonada a su suerte, sumida en el dolor y a la deriva. Y reconoce su hambre, su necesidad de sustento y su necesidad de saciar el vacío de sus almas.

-Porque el hambre no elegido, el hambre impuesto por cualquier sistema o modo es injuria grave al Padre que asume como propios los sufrimientos de sus hijas e hijos.-

Y Jesús se compadece de esa multitud, ovejas sin pastor y sin rumbo.
El término compasión implica hacer propio el sufrimiento ajeno -com pathos-, o sea, padecer con el otro para que el otro no sufra, para que el otro se vea aliviado de su sufrimiento.

El Maestro se conmueve hasta la última fibra de su ser, y se compadece de sus hermanos olvidados.
Jesús es Dios con nosotros, es Año de Gracia y misericordia, y por ello su compasión traspasa los límites de la sensiblería y trasciende discursos, rabias y abstracciones.
La compasión de Jesús lo hace dejar de lado todo aquello que lo demore, implica siempre un aquí y ahora: se queda con los necesitados alimentando sus almas con el pan de la palabra.

Pero las gentes necesitan el sustento de sus cuerpos, y el Señor no es para nada indiferente a ello; es más, el mandato a sus discípulos -a nosotros- es taxativo -¡Denles ustedes de comer!-.

El pan de la Palabra jamás debe ir escindido del pan de los cuerpos, y viceversa.

Puede que sucedan y se articulen excusas: son muchos, que vayan a otro lado, no tenemos dinero ni recursos...

La voz del Maestro resuena -¡Denles ustedes de comer!-

Y cuando los discípulos ponen a disposición de los hermanos hambreados lo propio -por escaso que parezca- sucede el milagro: todos se sacian y quedará mucho, mucho más para los que aún no han llegado.

El perfume de la Gracia es de una persistente y constante abundancia, y el milagro -la intervención directa de Dios en la vida del hombre- sucede cuando se comparte, especialmente cuando se comparte la vida.

Así el Maestro, que se ha dado por entero haciéndose Él mismo pan de Vida, pan sagrado y vivo, y nos invita a seguir sus pasos haciéndonos pan para el hermano hambriento, desde un corazón que con sus luces y sombras, sea capaz de asumir como propio el dolor del que ahora mismo sufre)

Paz y Bien

2 comentarios:

Angelo dijo...

Hay un detalle en los evangelios en los que deberíamos fijarnos y meditar continuamente. La compasión del Señor. Siempre está pendiente de las necesidades de los demás, y utilizar la palabra sintió compasión, el evangelista nos recalca esa actitud. Gracias una vez más por la fidelidad de todos los días. Un abrazo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Exacto, Ángel, y en ese estar atento está condensado todo un proyecto de vida: vivir atento a las necesidades y urgencias de los demás.
Dios bendiga a tí y a tu magnífica familia.
Un abrazo
Paz y Bien
Ricardo

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