La crisis, el César y las cosas de Dios

“Ellos fueron y le dijeron: "Maestro, sabemos que eres sincero y no tienes en cuenta la condición de las personas, porque no te fijas en la categoría de nadie, sino que enseñas con toda fidelidad el camino de Dios. ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no? ¿Debemos pagarlo o no?"
Pero él, conociendo su hipocresía, les dijo: "¿Por qué me tienden una trampa? Muéstrenme un denario".
Cuando se lo mostraron, preguntó: "¿De quién es esta figura y esta inscripción?". Respondieron: "Del César".
Entonces Jesús les dijo: "Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios".
Y ellos quedaron sorprendidos por la respuesta...”(Mt.12,14)

Si leemos con ojos de niño y con una mirada sencilla, la primera reflexión nos conduce a decir-nos que las cosas del César no son las cosas de Dios.

Que las cosas del mundo están bien lejos del camino de salvación que nos ha señalado Cristo –camino que se comienza a recorrer en este mundo-.

El mundo nos enrostra el guante del desafío, y lo hace a menudo de una manera despectiva y soberbia.
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En los últimos meses se han repetido ad nauseam diversos y sesudos análisis acerca de las causas y consecuencias de la crisis financiera internacional.

Y varias de esas consecuencias se pueden discriminar con certeza al día de hoy.

Clarísimo.

(De una manera posiblemente ingenua y simplista, es dable requerir que se rehagan dichos análisis en aquellos lugares donde apenas y a penas se mantiene el hambre a raya, donde la vida carece de valor, donde el barro sustituye a la justicia como presencia constante)

Porque en tanto lo financiero (el dinero) siga erigiéndose como valor absoluto, como valor en si mismo, todo lo demás viene muy detrás en los valores que se sostienen como inalterables.

Las cosas cada vez son más del César y cada vez menos de Dios.

(Y el mundo, este mundo, esta patria, es cada vez el lugar menos indicado para que Jesús, nuestro Hermano y Señor, se sienta como en casa…)

Porque el mandato del amor, de la caridad, tiene como primer axioma el imperativo del aquí y ahora.

Y ahí sí, podríamos utilizar algunas de las herramientas de análisis financiero habitual.

Porque hay que dejar de lado las inversiones de riesgo, la volatilidad de los mercados y realizar importantes depósitos de capital… espiritual.

Porque hay que efectuar sí o sí un recorte importante en los gastos inconducentes y aplicar todos nuestros recursos en el enriquecimiento de la caridad.

Porque hay que propiciar recortes y despidos en la marejada de intereses puramente individuales para salir en socorro, auxilio y encuentro del Otro, en especial y principalmente de las víctimas de la miseria militante y estandarizada.

Y allí entonces, miremos las cosas desde el lugar que debemos situarnos, con la mirada de Dios.

Aún a riesgo de la repetición constante, todo apunta a ser cada vez más del César y menos de Dios.

Y todo está en nuestras manos para que eso cambie.


No amontonen tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban.
Amontonen más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, niladrones que socaven y roben.
Porque donde esté tu tesoro,
allí estará también tu corazón.(Mt.6, 19-21)


Paz y Bien

No hay lugar

"Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo.
Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino.
Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazareth, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David,
para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta.
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento,
y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. " (Lc 2, 1-7)

Nos puede ser de mucha utilidad un mapa.

Por aquel entonces el Imperio decidió que todos sus súbditos debían ir a sus pueblos de origen para empadronarse – algo así como los censos actuales -.

Y allí van José y María, su esposa, con su embarazo a término, por caminos de tierra a Belén.
Y la pequeña Belén se encontraba a medio camino entre Jerusalén, Hebrón y varias ciudades de gran importancia.

José ya era de Nazareth, Belén le era casi ajena.

Por eso se dirigen a una posada.

Imaginemos la situación: edicto del César, rutas colmadas, la pequeña Belén, la que seguramente tendría un solo alojamiento, una sola posada y que es de presumir que estuviera colmada de viajeros.

Ante el pedido angustiado de José – María estaba en las lides del parto nos cuenta el evangelista Lucas – obtienen una respuesta tajante:

- No hay lugar –

Y sucede lo impensado.

El niño por nacer, el Mesías esperado por siglos, el vástago de la Casa Real de David, ni siquiera puede nacer en un lecho común, como los demás hombres.

(No quería un palacio, sólo ser uno más entre los hombres)

Pero un rotundo – No hay lugar – lo confina a una gruta que servía de refugio nocturno al ganado.

El Hijo de Dios nace rodeado de animales porque los hombres le niegan la entrada.

La angustia del carpintero se traslada hoy al corazón de cada uno de nosotros.

- ¿No hay lugar? –

Porque si no lo hay, un niño que es nuestro Dios no nace en nosotros.

Y si Jesús no nace en nosotros, no hay Navidad posible.

(Sólo basta con entreabrirle un poco la puerta del alma.)

Paz y Bien

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Paz y Bien.
Ricardo

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