Compasión y compartir, milagro y misión

Para el día de hoy (31/07/11):
Evangelio según San Mateo 14, 13-21
 
(Este pasaje es reproducido seis veces por los cuatro Evangelistas, de allí la honda significación para las primeras comunidades cristianas y, a la vez, el decisivo tenor que tiene para quienes en un futuro lo leyeran, tú y yo, vos y ella, todos nosotros.

Se han escrito enormes cantidades de libros, ensayos y reflexiones acerca de la multiplicación de los panes y los peces, casi tantos como las interpretaciones que se han hecho de ese suceso. Aquí -humildemente, con las mas que evidentes limitaciones de quien escribe- intentaremos otra búsqueda; no distinta, no pensamiento único -que de por sí es gravísimo-, no desechar lo que otros han reflexionado con sabiduría, sino animarnos a dar un paso más.
Porque nunca hay que contentarse, porque en la Buena Noticia siempre hay más, siempre.

Jesús se ha retirado en una barca para estar a solas: se ha enterado de lo sucedido con el Bautista en esa orgía de muerte y corrupción herodiana, y es dable pensar que tenía una necesidad imperiosa de encontrarse en la oración con su Padre en busca de paz y consuelo. Él era muy cercano a Juan, había sido bautizado por él en las aguas del Jordán, y muy probablemente compartió bastante tiempo con los discípulos del Bautista. El cruel final violento de la vida del último de los profetas de la Antigua Alianza también preanuncia su Pasión, y ese Jesús dolido y entristecido, no exento de temor se nos hace cada vez más cercano, cada vez más nuestro, cada vez más igual a cada uno de nosotros.

Las gentes conocían bien a Juan y a Jesús: no es improbable pensar que esa multitud quisiera, con su compañía, brindar su consuelo al rabbí galileo, y allí hay todo un símbolo de lo que nos suele suceder, de lo que a menudo nos empeñamos, y es nuestra intencionalidad siempre vigente de esforzarnos y hacer frente a cualquier riesgo por todo aquello que creemos que podemos y debemos hacer por Dios... y así, sin quererlo, nos negamos como hijas e hijos y no le permitimos a Dios ser Él mismo, un Padre que nos cuida y una Madre que nos protege.

Por eso Jesús mismo abandona la barca, abandona su dolor y su necesidad de soledad y se vuelca a esa muchedumbre que tanto sufrimiento lleva a cuestas. En el tiempo nuevo del Reino no hay necesidad que sea postergable, no hay espacio para el luego veremos, para el que se arreglen ellos. Es el tiempo del nosotros.

Es un sitio desierto, es decir, lejos de confort y lugares en donde puedan proveerse de sustento, sitio inhóspito y hostil para tantas mujeres, hombres y niños.
Los discípulos se dan cuenta, no tienen demasiado dinero ni hay sitios en donde comprar tanto pan, y optan por la salida lógica: esas gentes deben regresar, el Maestro debe devolverlos a sus sitios de origen con sus dolores, su hambre, sus necesidades insatisfechas.
Es la salida tristemente actual que busca soluciones a partir de capacidades económicas, una matemática fría y poco cordial, netamente materialista y probablemente egoísta.

Jesús responde a los suyos que esa urgencia es de ellos, que la gente desfallecerá si ellos mismos no les dan de comer. La lógica se nos aparece del lado de los discípulos, y del lado del Maestro una locura impensada, cinco panes y dos peces y todo aquello que no pueden comprar no es respuesta para la multitud.

Sin embargo, esos discípulos que razonan desde la mundanidad deben hacer su Pascua, el culto verdadero comienza por socorrer el necesitado...y no por rendirle pleitesía al mercado y a razones limitadas que prolongan y multiplican las necesidades.

Nosotros somos esos discípulos. No lo eludamos, es así, razonamos así, nos desdibujamos así, miramos hacia otro lado del mismo modo, y seguimos maravillándonos de esos pocos panes y ese par de pescados que alimentaron a tantos hasta la saciedad, que llenan doce canastas, fulgor milagrero bien ajeno, tan de Jesús y tan poco nuestro.

El Maestro ha puesto en nuestras manos el dolor, el sufrimiento y la necesidad de muchos, de tantos... Hay demasiado hambre militante y campeando por todas las latitudes, hay demasiados descampados, demasiados desiertos de gentes que languidecen en silencio y abandono.
¿Cómo hacer para subsanar ello, o más bien, que haremos con estos escasos panes y peces que somos?
La lógica infiere que muy poco o nada, pero es tiempo del Reino, de la santa ilógica en donde florecen los milagros tejidos por Dios y el hombre.

El milagro que renueva la vida está enraizado en el compartir lo poco que somos, en aunar nuestra escasez, en hacer que sintamos fuerte el hambre del otro, que nos duela en el estómago la necesidad aparentemente ajena.
Allí habrá pan abundante para todos, pan que no se acaba, pan listo para los que aún no han llegado, y sitios desiertos y hostiles que se transforman en mesas cordiales y fraternas, ámbitos de plenitud y liberación que prefiguran y anuncian el compartir mayor que es la Eucaristía, Dios mismo haciéndose pan para que nadie pase necesidad.

El milagro -signo del Reino- acontece cuando hacemos identidad propia la compasión y el compartir, misión primordial de un Dios que nos ama hasta el extremo de negarse a sí mismo y darse por entero a todas sus hijas e hijos)

Paz y Bien

Un profeta peligroso

Para el día de hoy (30/07/11):
Evangelio según San Mateo 14, 1-12
 


(La liturgia nos trae hoy el memorial de la muerte del Bautista, y la preocupación herodiana por Jesús.
Todos los días anteriores bebimos las palabras del Maestro, esas mismas que nos enseñaban acerca de ese Reino que ahora mismo se nos está creciendo, palabras plenas de esperanza y mansedumbre; y hoy, de golpe y sin aviso, nos encontramos ante un hecho violento y absurdamente cruel que nos puede desequilibrar.

Quiera Dios que así sea, pues la mansedumbre no implica silenciar lo que está mal, lo que es ajeno a la vida. La proclamación del Reino une el anuncio de la mejor de las noticias junto con la denuncia de todo aquello que se opone a la voluntad de Dios, es decir, que el hombre viva en plenitud.

En este sentido, Juan iba allanando las veredas para el paso de Aquel que todos esperaban, pero a la vez no vacilaba en callarse frente a las gentes más sencillas ni frente a los poderosos.

La escena es demoledora: frente a las mesas de Jesús en donde todos tenían lugar, en donde siempre había sillas preferenciales para los excluidos y despreciados, mesas de fraternidad y compartir, nos encontramos con un banquete de corrupción y abuso del poder, unos pocos que festejan desde el olvido de tantos. Un reyezuelo lacayo de los romanos que le teme tanto al que dirán como a la pérdida del poder, la obscenidad del derroche de manjares frente al pueblo hambreado, las mujeres puros objetos de sensualidad, el uso de la violencia como una variable política más.

La Palabra nos menciona la inquina y el odio declarado hacia el Bautista por no callarse, especialmente por denunciar al mismo rey por cohabitar con la esposa de su hermano...Sin embargo, la amenaza sobre la corte herodiana era mayor: al Bautista -santo desde el vientre materno, incuestionable por donde se lo viera, íntegro como el que más- las gentes lo escuchaban y lo seguían, él hacía un llamado a la conversión profunda, al abandono de cualquier corrupción, al regreso a senderos de justicia.
Posiblemente allí estaba la verdadera amenaza, y esa misma amenaza comenzaba a asomarse en el horizonte de Jesús.

El amor es violento para los poderosos, y supone un peligro mayor que cualquier pretexto ideológico, militar o moral. Es el llamado a una ética que trasciende lo temporal.

Quiera el Espíritu que nos sostiene y alienta que nos volvamos mansamente peligrosos)

Paz y Bien



Moviendo piedras

Santa Marta

Para el día de hoy (29/07/11):

Evangelio según San Juan 11, 19-27
 

(La Bethania de este pasaje se encuentra my cerca de Jerusalem, no más de tres kilómetros; son muchos los que van a acercar su pésame a las hermanas de Lázaro.

María está entre esas gentes que vienen a presentar sus respetos frente a la muerte, con la congoja cierta de saber que la muerte es el final.

Por el contrario, Marta sale al encuentro del Maestro: Jesús no ingresa a esa estancia en donde bulle la solidaridad para con la muerte.

Su presencia siempre desata ataduras, y nacen cosas nuevas: en el caso de Marta, una confesión de fé que supera cualquier razón. En el caso de los visitantes, no expresarán palabras pero dirán mucho más corriendo la piedra pesada de la sepultura.

Este pasaje, que desembocará en Lázaro redivivo, relata previa y plenamente la Pascua de Marta.
Ella pasa de un Jesús sanador y taumaturgo a un Cristo dador de vida.
Ella supera esa imagen mezquina de un Jesús mediador eficaz ante Dios a un Cristo plenamente identificado con su Padre, Dios que se hace presente en la historia, Dios con nosotros.

La vuelta a la vida de Lázaro acontece primero en Marta: ella descubre que en Jesús se encuentra la vida en plenitud, por lo que esa resurrección que supone en tiempos finales sucederá ahora mismo, cada día, en ella misma y no sólo en su hermano. La vida plena desplaza a la muerte.

Allí vendrá la confesión que es confianza plena y no mera declamación dogmática.
Allí sucederá ese mandato nuestro de correr toda pesada piedra que mantenga sepultados a tantos hermanos nuestros en tumbas de miseria, de resignación, de desprecio, de olvido, de destrato.

Jesús es la Vida que hace que suceda la Resurrección ayer, hoy y en los tiempos finales)

Paz y Bien

Redes de inclusión, paciencia y diversidad

Para el día de hoy (28/07/11):
Evangelio según San Mateo 13, 47-53


(Es claro: por más que nos esforcemos y hagamos uso y abuso de la imaginación, el mar es enorme y ninguno de nosotros es su Dueño.

Apenas somos pequeños pescadores, a menudo a bordo de barcas frágiles que suelen amagar con volcarse al menor asomo de tormenta. Esa es una verdad rectora: somos barquitos menores con timoneles equivocados.

El Maestro nos hace un llamado a nuestra misión cotidiana, y nos calma las urgencias y los apuros que suelen asaltarnos porque -insistamos en esto- no somos el Dueño del mar.
¡Paciencia, pescadores! Las redes mantienen a los peces con vida, a los buenos y a los malos, y tenemos por mandato una aparente ingenuidad que es santa: siempre está latiente la posibilidad de que muchos peces que descartaríamos desde el vamos, se vayan transformando. Son redes en las que los peces -buenos y malos- viven, y mientras se viva, a pesar de nuestras urgencias, hay y habrá una posibilidad.

No debemos confundir roles, el mar no es nuestro y el mundo tampoco.
Las redes deberán tejerse con esmero, aún a riesgo de tormenta, a pesar de que todo indique que pueden reventar y deshacerse por la cantidad de peces.
Son redes extrañas, redes cada vez más eficaces en tanto que puedan recibir cada vez más peces, redes de inclusión, redes de diversidad.

Esas redes son el llamado escandaloso e irreverentemente sagrado del Reino, en donde nadie ha de quedar fuera)

Paz y Bien

Está allí

Para el día de hoy (27/07/11):
Evangelio según San Mateo 13, 44-46

(Ya está allí, escondido y esperando espectante a que se lo descubra.

Lo puede encontrar quien inmerso en las idas y vueltas del trajín diario, de repente y de modo inesperado descubre que en su cotidianeidad hay algo tan valioso -hasta ese momento invisible- que todo cobra nuevo sentido y es bueno y necesario vender todo, es decir, dejar atrás cierta manera de ver las cosas y emprender un andar nuevo con mirada renacida.

Lo puede encontrar también el buscador incansable, el que toda su vida es búsqueda tenaz y sin desmayo. Puede ser que en su discurrir ya haya paladeado en algún momento el sabor del mejor de los vinos, el brillo de la perla más valiosa. Pero ahora se ha encontrado la perla definitiva y nó de modo casual: el encuentro es fruto del buscar paciente, a veces infructuoso pero siempre sostenido en la esperanza.

Está allí.
Tiene el perfume irrevocable de la gratuidad, y quizás nos haga falta recuperar una mirada de niños, esa mirada capaz de regocijarse infinitamente cuando descubre los regalos, y la ternura inexplicable de ese Dios que es Padre y Madre)

Paz y Bien

Soles de justicia



Santos Joaquín y Ana, padres de la Virgen María

Para el día de hoy (26/07/11):

Evangelio según San Mateo 13, 36-43


(La imagen no puede ser más cercana: un Jesús cansado, que deja a la multitud, que regresa a su casa, que se aleja del ruido para compartir con los suyos momentos de paz hogareña.
Allí, en la mesa compartida y en el contacto cercano con ese Jesús que más que Maestro es un amigo, los discípulos logran comprender el sentido de sus enseñanzas, lejos de ruidos y apresuramientos.

Allí nosotros también hemos de reencontrarnos con ese Cristo al que a menudo gustamos de abandonar en la altura lejana de templos, en ideas desencarnadas, en cruces sin resurrección. Un Jesús tan humano, el más humano entre todos, Dios amigo y compañero que nos comparte la totalidad de la existencia a partir de los hechos más sencillos.

Sólo desde ese contacto profundo y cotidiano, es posible remontar lo duro de la afirmación que se explicita en el Evangelio para el día de hoy: en la historia se entreteje la eternidad a partir de lo humano junto con lo inhumano, paz y violencia, opresión y liberación.
La pregunta surge obvia: en un mundo que ha sido y será así ¿es posible ser feliz?. Cualquier utopía parece condenada de antemano; sin embargo, en esa afirmación se revela una resignación que es ajena a la Buena Noticia, como son ajenos también los cómodos y los satisfechos.

Quizás importa tanto el hacia donde vamos como el andar mismo: en estas turbulencias, con tanta noche que se nos impone, tenemos una vocación de mirada lejana, peregrinos de la esperanza.
Desde nuestra pequeñez y finitud, llevando al hombro nuestras miserias, habrá que atreverse a vivir en paz y en justicia, resplandeciendo de pura compasión y tolerancia en los días que se nos han regalado. Se trata de cotidianeidad y no tanto de sucesos esporádicos y espectaculares, se trata de cuidar al otro -hasta al enemigo- y ante todo, no hacer daño.

Un pequeño alto: en estos menesteres diarios de vivir la mejor de las noticias, no podemos pasar por alto a quienes hoy celebramos y recordamos, a Joaquín y Ana, padres de María, Madre de Jesús.
Ellos vieron crecer y cuidaron a aquella que cantó al Dios que hace maravillas en la historia, que exalta a los humildes y derriba a los poderosos de sus tronos, que socorre a los hambrientos, que rechaza a los ricos; María, que de tan pequeña fue la más grande, cuidándola y protegiéndola para luego retirarse en silencio, santos felices de la tarea cumplida, abuelos magníficos de ver más allá de lo evidente.
En los ojos de la hija intuyeron y entrevieron la mirada de Aquel galileo que sería la Salvación, un Niño Santo tan de ellos y de todo el pueblo, un Dios que acunan y que se les duerme en los brazos.

Los que hemos tenido la gracia de conocer y disfrutar la bendición de los abuelos, no podemos menos que regocijarnos con la memoria de Joaquín y Ana; sabemos bien que en todo abuelo hay madres y padres por partida doble, hay mujeres y hombres sabios que nos ven crecer, que nos cuidan y que son capaces de ver todo lo que podemos llegar a ser, la misma mirada del Dios de la Vida que es un Padre que nos ama y una Madre que nos protege)

Paz y Bien





Diaconía

Santiago, Apóstol

Para el día de hoy (25/07/11):

Evangelio según San Mateo 20, 20-28
(El reclamo le que hace la madre de los hijos de Zebedeo -Santiago y Juan- se condice con esa lógica que sólo entiende de prebendas, títulos, jerarquías y el efectivo ejercicio del poder.
No comprendían -nosotros tampoco- la ilógica del Reino, que es el escándalo y la locura de la cruz.

De esas especulaciones no serán ajenos los otros discípulos: su indignación al enterarse de la postura de los Zebedeos no refiere a que hayan comprendido la enseñanza de Jesús, sino más bien a que tenían las mismas ambiciones. No es una cuestión espiritual o dialéctica, es la expresión furiosa de la envidia.

Las palabras del Maestro seguramente causarían estupor entre sus amigos: para definir el fundamento de la vida comunitaria y su misma misión, se expresa con el término diakonía, que en su raíz helénica significa literalmente "servir a la mesa", tarea reservada exclusivamente a las mujeres y a los esclavos, tarea impensada para la gran mayoría por lo aparentemente denigrante, por lo inaceptable socialmente.

Aún sigue siendo un escándalo: Jesús no establece la diaconía como una alternativa de vida, como una posiblidad más entre varias, sino como raiz que dá sentido a toda la existencia humana.

Mucho ha de pensarse, mucho ha de reflexionarse y escribirse, pero mucho más queda por hacer vida diaria.
Significa, desde el vamos, despojarse de cualquier ambición y reconocimiento y asumir como propias todas aquellas tareas y actitudes que el mundo y los poderosos desprecian con fervor militante.
Significa que vida, comunidad, Iglesia sólo puede entenderse desde la fraternidad y el servicio en grado total.
Significa que la verdadera nobleza y la legítima jerarquía están pobladas por mujeres y hombres que no se resignan a los rótulos ni se rinden a las estructuras y que se atreven a ser felices desde la entrega a los demás y el olvido de sí mismos.

Como Él, que tenazmente persiste en querer servirnos nuestras mesas diarias)

Paz y Bien

La dimensión de lo escondido, la primacía del hallazgo


Para el día de hoy (24/07/11):
Evangelio según San Mateo 13, 44-52

(Las parábolas tienen por finalidad enderezarnos la mirada más allá de lo evidente, de lo acotado por lo físico y limitado por la razón hacia lo trascendente, lo que perdura, lo que no muere, eso que llamamos eterno y que es propio de Dios.

Hay una dimensión en la existencia de la que a menudo no solemos dar importancia, y sin embargo es fundante: es la dimensión de lo que está escondido, fragancia primordial del Reino.
No diremos aquí apologías del esfuerzo ni menoscabaremos tampoco lo valioso del despojarse de lo inútil y estéril: las parábolas del tesoro escondido y de la perla mayor resaltan y vindican la primacía del hallazgo. El acento está puesto en la alegría del descubrimiento y en lo que este encuentro provoca como actitud y compromiso.

Uno de los protagonistas de las parábolas es un labrador que descubre el tesoro oculto en el campo de sus faenas; el otro, el comerciante de perlas finas que encuentra la más valiosa de todas. Nada sucede por casualidad, y aquí hay una causalidad santa: el tesoro de la eternidad, aquél que está escondido a la relatividad torpe y a la rutina opresiva, se deja encontrar en la vida cotidiana, más allá de las diversas tareas y vocaciones de los descubridores.

El Reino está cerca, muy cerca, tan cerca que palpita en cada corazón humano, y es tan valioso que cuando se halla, es dable abandonar lo previo y encontrarle nuevo sentido a todo; hay un nuevo horizonte a partir de ese encuentro maravilloso, no tanto condicionado por la actitud de quien busca, sino por las bondades infinitas de ese tesoro que, fantásticamente ilógico, se deja encontrar.

En esa misma sintonía está signada nuestro oficio y vocación de pescadores: no somos dueños ni de los peces ni del mar. Nuestra tarea se decide en el esfuerzo puesto en esas redes que mantengan con vida a los peces, redes sencillas y pequeñas que crecen con el esfuerzo en común y humilde de muchos.

Y allí sí, el Maestro podrá preguntarnos si hemos entendido y al fin, con mirada límpida y con frutos santos, contestaremos con serena alegría que sí, que te entendimos, que por aquí andamos con el corazón grande por este regalo inmenso que sabemos no merecer, y que seguimos insistiendo -con todo y a pesar de todo- en que ningún pequeño pez se extravíe en las anchuras de ese mar bravo que llamamos mundo, que seguimos obstinadamente empeñados en arrojar redes de compasión y misericordia)

Paz y Bien

Con ánimo trigal

Para el día de hoy (23/07/11):
Evangelio según San Mateo 13, 24-30

(La humildad es la verdad -expresaba con certeza Santa Teresa de Ávila-: desde esa afirmación, se nos hace imperioso volvernos humildes, es decir, veraces, es decir, cada vez más libres.

¿Por dónde comenzar?
Quizás y ante todo, sanándonos de esa torpeza que solemos cometer y que es mirar con ojos cambiados la realidad externa a nuestro corazón, a la inversa de cómo solemos mirarnos y vernos en nuestra integridad.
No es fácil, claro está, e involucra muchas cuestiones físicas, psicológicas y especialmente, actitudes espirituales, esas que se enraizan en el alma.
Quien no es entero con todos sus ámbitos, no es...

Por ello, el Maestro nos anima a tener corazones trigales, espigas capaces de saber que el sol y la lluvia vienen generosos sobre los sembradíos que se convertirán en panes buenos como también sobre pantanos maliciosos y cizañas que ningún fruto dan. A todos les llega la lluvia buena y el sol de la vida, a todos sin excepción.
Y hasta puede sucedernos que en la medida en que nos vamos creciendo en esa verdad, en esa humildad, habremos de detectar que en estas pequeñas parcelas de tierra fértil que somos cada uno de nosotros se nos crece el trigo conjuntamente con esas cizañas que tanto detestamos y que solemos descubrir con rapidez en campos ajenos.
Pero el Dueño del campo es sembrador paciente, muy paciente, que sabe las virtudes y la fuerza de la semilla bondadosamente esparcida, y sabe de las fragilidades del trigo. Tiene bien en claro que el trigo no crece mejor cuando se le tironean las raíces de los yuyos malos; cuando se opta por el arrancar de cuajo esa cizaña descubierta, el trigo corre el riesgo de morirse, sus raíces están muy entrelazadas con las de aquello que no fructifica y carece de destino.

En medio de climas hostiles y ponzoñas que se nos entretejen en la misma raíz, tenemos la seguridad infinita de que el trigo ha de prevalecer, de que más temprano que tarde habrá pan bueno, pan santo, pan que se parte, comparte y reparte y alcanza para todos y más.

El Reino, en apariencia pequeño y frágil, crece tenaz y seguro en esta tierra andante que somos y también en otros terrenos insospechados, en donde menos lo imaginamos, en donde -desechando la misericordia- juzgamos de antemano que sólo cizañas se vienen elevando.

En esa maravilla se nos crece también la esperanza, nos florece la paciencia y nos asoma con brotes persistentes la compasión)

Paz y Bien

María Magdalena. del amor más fuerte que la muerte


Santa María Magdalena

Para el día de hoy (22/07/11):

Evangelio según San Juan 20, 1.11-18

(Es aún madrugada, noche de dolor, la pérdida más oscura.
Son las lágrimas que nieblan la mirada, la tristeza que aparenta definitiva y se hace horizonte, no hay nada más que llanto por el que se ha ido.

Pero María de Magdala, inmersa en su dolor no se resigna en la quietud de la nostalgia por lo perdido.
En su noche, en su desconcierto y angustia se mueve, no se ahoga en las honduras de la muerte aún cuando el sepulcro se le hace hogar del Maestro. Ella también ha de hacer su Pascua, su paso de lo evidente a lo cierto, por ello mismo tumba vacía y mortaja abandonada son sólo signos de cuerpo robado.
Aún así, no abandona su búsqueda: busca pues, a su vez, ha sido encontrada y descubierta en toda su estatura humana, en toda su dignidad de mujer por Jesús.

Por ello las preguntas: el llanto refiere a un motivo y la búsqueda a una persona.
No se ha disipado en la turbulencia de una ideología, en el conflicto puro de una religión. Busca a Alguien, y quizás es el símbolo por excelencia de lo que es la fé: creer y buscar a Alguien que primero nos ha encontrado a cada uno de nosotros.

El amor es tenaz, es persistente e, indefectiblemente, es más fuerte que la más fiera de las muertes.
Así entonces, con su rostro húmedo de llanto, reconoce al Maestro pues éste la ha llamado por su nombre, y ese descubrir se hace misión urgente: hay que dar aviso de que Él está vivo.

Con María de Magdala, andamos llorosos, y a menudo sólo vemos signos de muerte cierta.
Pero Él nos llama y lo reconocemos, y los pies se nos hacen alas.
Hay muchos -demasiados- hermanas y hermanos nuestros que sólo saben de tristezas, de llanto, de anocheceres perpetuos, de costumbres mortuorias cotidianas, de que cada noticia -cualesquiera fuera su tenor- ha de ser mala y triste.

Ahí vamos con ella, apurados en nuestra esperanza, corriendo hacia la noche de nuestra gente para dar aviso: Él está vivo, la muerte no tiene la última palabra, no hay que resignarse, hay noticias buenas aún por escucharse)

Paz y Bien

Niveles de comprensión


Para el día de hoy (21/07/11):
Evangelio según San Mateo 13, 10-17

(Eran y son demasiados los que no comprendían ni comprenden/mos a Jesús.
Atados a la especulación constante, esclavos de los esquemas y prejuicios, se impone la razón y comienzan los problemas. El corazón se vá cerrando.

Así sucedía y sucede con las parábolas, el modo más sencillo y profundo que utilizaba el Maestro para revelar las cosas de su Padre, los misterios del Reino.

Sus palabras resultan de inusual dureza: a escribas y doctores las verdades se le ocultaban, mientras que se presentaban diáfanas a las gentes más sencillas. Por ello mismo había afirmado con claridad que la Buena Noticia se iba revelando a los más pequeños...

La raíz es la misma, es una cuestión cordial: a partir de cuestiones de la vida cotidiana, se abren las puertas del asombro, la gratificación que produce el saborear la verdad y entonces se nos ensancha el pecho.
Por ello mismo y desde allí, es posible inteligir varios niveles de profundidad, que en la santa ilógica del Reino, implica despojarse de preconceptos, peinarse de asombro y animarse a vivir una vida plena, desterrando cualquier asomo de supervivencia.

Desde la sencillez de la oración confiada al misticismo, todo es fruto de la semilla que germina y se nos crece si limpiamos esta tierra fértil -que a todos se nos ha dado- de piedras y espinas.
El Sembrador tiene buena mano y su confianza en el rendimiento de nuestras cosechas por treinta, por cien será horizonte y destino.

Cada día es nuevo comienzo si nos volvemos a aferrar a Aquél que nunca nos abandona a nuestra suerte)

Paz y Bien

Más allá de toda expectativa

Para el día de hoy (20/07/11):
Evangelio según San Mateo 13, 1-9

(La Palabra es Palabra de Vida y Palabra Viva: desde allí, deberíamos dejar que en nuestra cotidianeidad nos interpele, nos cuestione y nos desafíe.

La parábola del sembrador, si la leemos superficialmente, nos remitirá a una historia corta en donde abundan los fracasos y hay un pequeño y sorprendente éxito. Tristemente, solemos ser esclavos de esa ética de superficie -winners y losers-, en donde toda la vida y especialmente el anuncio de la Buena Noticia se mide de ese modo, desde las conquistas mensurables y rápidas.

Sin embargo y aparentemente, el mayor de los perdedores y el gran derrotado es Jesús. Desde la perspectiva anterior, el Maestro fue torpemente escuchado, abandonado por los suyos, sometido a crueles tormentos y ahogados sus sueños por la voracidad de la cruz. No conforme con ello, tenía esa tendencia constante a acercarse a perdedores, a los que no saben nada de ningún éxito, a los que nada les crece en su interior.

Aún así, si damos el paso-Pascua de animarnos a ir más allá de lo aparente, más allá de nuestras piedras, nuestros pájaros y nuestras espinas.
La humildad de la pequeña semilla que palpita en cada corazón humano y que puede germinar, ha de dar maravillosos y abundantes frutos, frutos eternos e impensados.

En medio de lo pedregoso del mundo, de la ansiedad de sus aves de rapiña con zapatos, de tantas espinas de exclusión que tanto lastiman, la semilla del Reino persiste tenaz, sigue creciendo y su destino inevitable es ser árbol frondoso y pan que no se acaba para saciar tanto hambre.

Con todo y a pesar de todo, el Sembrador nos regala la certeza de que no seremos vencidos, que más allá de toda expectativa y todo dolor la vida persiste y que otro mundo floreciente es posible)

Paz y Bien

Una familia creciente


Para el día de hoy (19/07/11):
Evangelio según San Mateo 12, 46-50


(No iba a resultar nada fácil, ni para Él ni para sus parientes.
Durante treinta años había sido el hijo del carpintero, el joven que conocían de pequeño en la Nazareth galilea y marginal, uno más de la tribu, brazos que sumaban al sustento y a la protección del clan en el que todos se sentían bastante seguros.

Y de repente, salir a los caminos a hablar de Dios como Padre, a juntarse con indeseables, animándose sin ninguna vergüenza a tocar a los impuros, volviéndose santamente irreverente con sabios y doctores desde la autoridad de la verdad. Y los pobres y el pueblo más sencillo lo escuchaban, y confiaban en Él, y lo seguían: en ese joven había algo más que un predicador y profeta ambulante.

Lo que nos señala el Evangelista es por demás explícito, por entre la multitud, su Madre y sus parientes le hacen llegar el mensaje de que querían hablar con Él. Es claro: reclamaban su pertenencia, de algún modo ese Jesús hijo de José y María había enloquecido y perdido sus cabales de modo que se volcaba por entero a extraños, olvidando a los suyos.

Podemos extrapolar esta situación, y descubrir esos rasgos en nosotros. También reclamamos la pertenencia del Maestro a un grupo pequeño, acotado a una institución, una Iglesia, una corriente de pensamiento o a la mera voluntad personal y falsaria de creer que Él es más nuestro que de otros.

Pero todo esquema previo queda trastocado, y el paso que dá Jesús es mansamente revolucionario. Supera infinitamente cualquier limitación biológica, social, cultural, religiosa, de bandera y género: es un tiempo nuevo, tiempo santo, tiempo de familia creciente que se reconoce como tal desde la fraternidad a partir de obrar como lo quiere el Padre y Madre común a toda la humanidad.

Quizás sea complejo expresarlo con palabras tan menores, más la búsqueda de la justicia y la liberación, edificando comunidad desde la solidaridad, casa grande de ventanas amplias y puertas siempre abiertas desde esa fraternidad que nos distingue y constituye.

En cada ser humano podemos entrever a un hermano, a una hermana, al padre y a la madre de Jesús, y cada uno de ellos a la vez se puede transformar a nuestra mirada interior en hermano, madre y padre.
Es el misterio insondable de la ternura de un Dios que es familia, Trinidad santa que nunca deja de amarse)

Paz y Bien

Cotidianas


Para el día de hoy (18/07/11):
Evangelio según San Mateo 12, 38-42

(Es difícil negarlo pues no es infrecuente: buscamos con ahínco la señal mágica, el hecho espectacular, el prodigio que deslumbra y nos volvemos devotos milagreros. De allí a comenzar a rotular el regalo de la fé con las etiquetas de Jesús sana y salva, Jesús es la solución y tantos otros etcéteras hay un solo paso.
Pero nada de ello habla de la fidelidad de Jesús al sueño de Abbá, y de las esperanzas puestas en cada uno de nosotros; Dios cree en nosotros mucho más de lo que nosotros en Él.

La sujección a esa búsqueda perversa no es fé, es apenas una adhesión tibia a una ideología religiosa que es causa usual de opresión pues se trata de vidas que no se animan a transformarse, de trigo en donde la levadura está ausente.

Si queremos hablar de milagros, basta abrir los ojos y mirar y ver.
El milagro del despertar, de la vida que se renueva, el milagro de la compasión, el milagro de la solidaridad, el milagro de la sonrisa, el milagro del que se levanta del fango, el milagro de toda liberación humana, el milagro de la amistad, el milagro de la mano de Dios en cada gesto cordial de la naturaleza.

El milagro mayor de morirse para vivir para siempre, para que la muerte no decida y no tenga la última palabra)

Paz y Bien

La paciencia del sembrador, la osadía de la semilla, la humildad de la levadura


Para el día de hoy (17/07/11):
Evangelio según San Mateo 13, 24-43

(Las tres parábolas con las que Jesús nos sale al encuentro en este domingo tienen un distingo muy particular: si por un momento nos detenemos y ponemos atención al detalle, descubrimos que en cada una de ellas comienza con "...el Reino de los Cielos se parece"...; habla del Reino en tiempo presente, pues el Reino acontece en el aquí y ahora.
A pesar de toda cizaña, contra toda lógica se nos viene creciendo con tenacidad, con confianza, con la esperanza de que la luz prevalece por entre la noche más cerrada.

El sembrador y dueño del campo es paciente, irrazonablemente paciente, tiene la certeza de la semilla que ha sembrado, la confianza en las bondades de la tierra y sabe que hay un horizonte inexorable de trigo y pan. En esa paciencia sabe que no hay lugar para los apuros inútiles, que todo tiene su tiempo de maduración, que importan los frutos, que a menudo la apariencia puede confundir y hacer daño, y más aún: si se arranca la cizaña que parece que se come el trigal, también se desarraiga el trigo y se muere.
Muchas mujeres y hombres trigales, mujeres y hombres de pan -cristianos o tal vez nó- han sido arrancados de la historia por esa voraz falta de esperanza, por esa impaciente desconfianza en el Reino que está sucediendo ahora mismo

Ahora mismo el Reino anda germinando silenciosamente; tiene el tamaño de una mínima semilla de mostaza, pero es una semilla osada y atrevida que no se desanima, y que será árbol frondoso en donde muchos se cobijen, y por ese Espíritu fértil que todo anima entre nosotros hay muchos que se atreven, que no se achican ni se acobardan y que humildemente hacen que la vida sea digna de ser vivida, aún cuando sean casi invisibles, aún cuando no cuenten para los poderosos, aún cuando pasen desapercibidos para la mayoría y a más de uno se le asome alguna que otra hojita de yuyo malo por entre las espigas santas.

No podemos ni debemos imaginarmos de otro modo que inmersos en esa masa amorfa, inútil y estéril que llamamos mundo: con la humildad de la levadura que siendo tan mínima como cada uno de nosotros, hace que fermente la paz y la justicia, la liberación y la compasión, la solidaridad y la misericordia)

Paz y Bien

A la Virgen del Carmen - una canción -

A LA VIRGEN DEL CARMEN

Para celebrar tu día

se abrirán todas las flores

y entonarán los cantores

un concierto de alegría.


Virgen del Carmen, que linda eres,

échame Madre la bendición.

Virgen del Carmen, que linda eres,

échame Madre la bendición.


No olvides mi relación

bendita Virgen bendita

porque tu fuerza infinita

revivió mi corazón


Levanta Madre al caído,

salva al enfermo y al niño

y derrama tu cariño

sobre este suelo querido


Canta Horacio Fontova

aquí puede escucharse:

En clave de felicidad

Para el día de hoy (16/07/11):
Evangelio según San Mateo 12, 14-21

(Muchos estaban nerviosos y se les desataban las violencias. Ese galileo cuestionaba en hechos y palabras todo el armazón que se habían armado, y veían peligrar su mundo de poder y privilegios, por eso buscaban su muerte, eliminarlo, borrar del mapa a ese hombre peligroso.

Sin dudas -y es una constante a través de los tiempos- el amor es una amenaza para los poderosos y privilegiados.

Por ello mismo el Evangelista San Mateo se preocupa de contraponer otras imágenes a esas decisiones brutales, para poder acercarnos al misterio de ese Jesús, hermano y Señor nuestro, Cristo de la humanidad.

El Siervo amado y elegido por Dios, tan plenamente identificado con Él que quien mira a Jesús vé directamente a Dios.
El mensajero manso de la paz y la justicia para todas las naciones de la tierra.
El que tiene una paciencia increíble, el que no busca quebrantos ni sombras sino más bien es portador de esperanza, de que todo puede cambiar, de que no hay imposibles, de que importa más todo lo que podemos ser a estas miserias que llevamos.

El Maestro, a pesar de riesgos y amenazas, siguió su camino pues nadie habría de tocarle un sólo cabello hasta que Él no lo permitiera y fuera su hora. No se detuvo a pesar del miedo que podía latirle: siguió su andar aliviando penas, sanando enfermedades, liberando cuerpos y almas. A toda discusión de ortodoxia o religión, a todo cuestionamiento antepuso el bien de los demás, dándole primacías a los olvidados y abandonados.
La Buena Noticia sólo puede comprenderse y aprehenderse en clave de felicidad, en la ilógica santa de la vida en plenitud aquí y ahora.

Deberíamos desterrar de nuestros corazones todo aquello que no sea una urgencia imperiosa por ir en socorro al hermano que sufre, al encuentro del agobiado en su tristeza, al que desespera en la opresión, al que toda noticia se le hace mala.

Ése es el culto verdadero, ésa es nuestra fé que palpita en estos templos vivos que somos)

Paz y Bien


La negación del sufrimiento ajeno


Para el día de hoy (15/07/11):
Evangelio según San Mateo 12, 1-8

(Los conflictos y sufrimientos son parte de la existencia: negarlos o discutir acerca de ellos sólo produce más daño que el que de por sí acarrean.
Sabemos la presencia dolorosa de muchos comedidos -nosotros mismos a veces- rápidos a la crítica y lentos al socorro, y conocemos bien las consecuencias de aquellos que anteponen normas y preceptos a las necesidades primeras.

Lo verdaderamente raigal es el modo en que Jesús enfrenta los conflictos y asume los sufrimientos: no se detiene en discusiones bizantinas, no busca tener razón ni obtener una pseudovictoria dialéctica. Lo que importa es que prevalezca esa imagen de Dios que Él tiene, un Dios Padre y Madre que se desvive por todas sus hijas e hijos, un Dios compasivo y misericordioso, lejano a ese ídolo de mentes fariseas de ayer y hoy, un dios punitivo, un dios severo y castigador, un dios conquistable por el cumplimiento estricto de cánones.
Ése no es el Dios de Jesús.

Los discípulos atravesaban un campo un día sábado: estaban hambrientos y se tomaron el atrevimiento de arrancar algunas espigas para comerlas, y se desata una tormenta de críticas, arrecia la lluvia juiciosa, hija de los prejuicios.
Se habían olvidado que allí había unos hombres pasando hambre.

Desde un acercamiento muy simple, no hay justificativo alguno ni discusión válida o posible frente al hambre del hermano, el hambre de panzas vacías y la languidez de las almas sedientas de vida plena, más no de supervivencia.
Ningún argumento personal, político o religioso puede justificar el sufrimiento o la necesidad del prójimo, nada de eso está cerca del Corazón Sagrado del Dios de Jesús.

El Dios de Jesús es Padre y Madre de Misericordia, y quizás nos hemos olvidado el significado primero de esa Palabra que sostiene al universo: misericordia, el corazón puesto en las miseria del otro, misión, mandato y religión)

Paz y Bien

Pascua del alivio y la liberación

Para el día de hoy (14/07/11):
Evangelio según San Mateo 11, 28-30

(A veces, una mirada simple y sencilla nos devolvería la profundidad que nos anda faltando, por vivir a una velocidad insana en estas ciudades tan grandemente individualistas y anónimas y por habernos acostumbrado -tristemente- a lo que no puede ni debe ser.

¿Cómo mirar y ver con sencillez a ese Jesús que hemos querido dejar entronizado en la lejanía de los altares?... Quizás volviendo a descubrir a ese joven artesano galileo, hombre pobre por elección que iba de aldea en ciudad hablando de Dios, de un Dios con el que estaba identificado plenamente, de un Dios al que veía como Padre con entrañas de Madre.
Un Jesús que no iba imponiendo ortodoxias ni diseminando doctrinas, sino que hablaba de modo habitual y con fluidez de amor, de felicidad, de liberación.
Un Jesús inclinado permanentemente hacia el enfermo, al que sufre, que sentaba a su mesa al excluido y al despreciado, que se volvía Él mismo alivio de tantas penas, esperanzas en medio de tanta confusión.

Tenemos pendiente, quizás, nuestra Pascua profunda y personal: ese paso por dar que implica volverse viento en estos infiernos de olvido y destrato, agüita fresca para los hermanos sedientos de vida, camino sin piedras para que muchos puedan andar con pies ligeros.

¿Será muy complicado, es ideal ingenuo?
Nada de eso: una Iglesia que es fiel a su Maestro y que jamás reniega de su misión, es comunidad en donde resplandece el alivio, en donde mengua el dolor, en donde florece el Reino porque acontece la liberación de tanto yugo impuesto)

Paz y Bien

Rodolfo Ricciardelli: hay quien se vá para quedarse para siempre

Padre Rodolfo Ricciardelli - 13 de julio de 2008 +

Detesto fervorosamente las necrologías. Por eso no voy a decir que un trece de julio de 2008, hace tres años exactos, te fuiste, te moriste, que descansás en paz y todos los etcéteras habituales en estos casos.

No obstante reconozco que te extrañamos y mucho -añadile ¡carajo! con resaltador y mayúsculas-.

Aún así, desde mis torpezas y miserias pude caer en la cuenta -tarde- que había que estar allí, junto a los más pequeños, a los olvidados, a los excluidos, a los descartados, que necesariamente la fé y el culto se expresan en primer lugar haciéndose prójimo de los que no cuentan.
Toda tu vida fué así, y por eso toda tu vida fue Buena Noticia, destello infinito de misericordia y esperanza.
Y somos muchos los que olvidamos que ante todo debemos ser presencia, como el Maestro que siempre te alentó y sostuvo, y al que vos veías, al escuchabas y del que aprendías entre tus hermanos más pobres.

Por eso, algunos dicen con certeza que nadie se vá del todo.
Pero los que aman al extremo de dar la vida para que otros vivan, permanecen y se quedan para siempre aún muriendo, porque palpitaron la eternidad en estos arrabales.

Vos andás por otras pampas con Carlitos Mugica y Jorge Vernazza -con papá y mamá también- incansable seguramente, más vivo que nunca entre los tuyos, entre tu gente que te extraña y no te olvida y te sabe presente en sus tristezas y alegrías.

Rodo, Richar, padre Rodolfo, hermano y compañero, un abrazo gigante y un agradecimiento que no puede expresarse con palabras al Dios de la Vida que es un Padre que nos protege y una Madre que nos cuida y se desvive por todos y cada uno de nosotros.

Paz y Bien

Ricardo

¿Donde te encontraremos?


Para el día de hoy (13/07/11):
Evangelio según San Mateo 11, 25-27

(¿Dónde habremos de encontrarte, Señor?
Seguramente no en los palacios; siendo rey, te hiciste uno de nosotros siendo un artesano pobre en una aldea ignota y sospechosa.

Es improbable que tu rostro se nos muestre allí en donde se detenta el poder, en donde se rinde culto al dinero, en donde se ejerce la violencia.

Y seguramente te escapas de nuestros esquemas como también de aquellos que creen que sos posesión exclusiva de unos pocos y condena de muchos.

Quizás como el viejo Moisés frente a esa zarza ardiente, debamos descalzarnos el alma nuevamente. Corremos el grave riesgo de perderte de vista, de imaginarte lejano e inaccesible...y estás bien cerca, tan cerca, precisamente allí donde nadie quiere mirar, donde todos voltean sus rostros, donde campean la indiferencia, la miseria y la opresión militante.

Allí en donde se encuentran tus hijas e hijos más pequeños, en la periferia de todo, al margen de la vida, allí hemos de encontrar tu rostro resplandeciente y claro, allí comprenderemos la raíz de tu gran misterio, la Buena Noticia de tu año de Gracia y Misericordia, allí, junto a ellos, los que sólo cuentan e importan para vos)

Paz y Bien


Citadinas


Para el día de hoy (12/07/11):
Evangelio según San Mateo 11, 20-24

(Los gritos de tristeza y dolor hacia esas ciudades que Él conocía bien -Corazín, Betsaida, Cafarnaúm- son más que comprensibles: había andado por sus veredas, había anunciado la mejor de las noticias, habían sido testigos de su paso por ellas sanando enfermos, vieron sus milagros y oyeron sus enseñanzas.

Pero no lo escucharon, se aferraron a su prejuicios y violencias, a pasados con perfume a muerte, a férrea indiferencia y sordera perpetua a cualquier novedad.
Todo un porvenir de dolores y oscuridad.

Los ayes del Maestro han de dolernos a nosotros también, citadinos de la indiferencia constante, de la negación militante.
No terminamos de aceptar los signos del Reino que están allí, a la vista, entre nosotros, semilla fuerte y fiel que vá creciéndose humilde.

Ciudades en donde campea la soledad y el materialismo, el olvido del otro, la exclusión, el tráfico de almas, la provisión eficaz de muerte, fortificados reductos reaccionarios de ortodoxias estériles y desprecios consuetudinarios.

Aún así, en silencio hermanas y hermanos de Jesús siguen santamente haciendo de las suyas...
Son los testigos tenaces de la Buena Noticia, los que no se resignan, los que no se dan por vencidos.

Como en aquellas alegorías del Antiguo Testamento, mientras ellos estén la vida merece ser vivida, y en estas tristes y grises ciudades aún palpita la esperanza)

Paz y Bien



Sin malentendidos


Para el día de hoy (11/07/11):
Evangelio según San Mateo 10, 34-11, 1

(Las palabras de Jesús en el Evangelio para el día de hoy pueden resultarnos duras, hasta incomprensibles: ¿como puede ser que el príncipe de la paz, el Manso de las naciones hable acerca de sembrar espadas y enfrentamientos?

Sin embargo, es menester que la Palabra nos duela, nos moleste, nos incomode a tal punto de esclarecernos la mirada y despejar malentendidos.
Porque vivir fieles al Evangelio significa vivir de tal modo que la existencia sea una afirmación de una vida plena que se opone a la riqueza, a los privilegios y al poder. Significa que la Buena Noticia hecha cotidianeidad implica confrontaciones con el desorden mundano establecido, y la posibilidad ingente de persecuciones, desprecios y violencias.

Hay que dar un paso más porque hay más, siempre hay más, no hay que desesperar ni desfallecer. No se trata de abandonar ni renegar de los lazos familiares: por el contrario, la lealtad total al Maestro decide que la vida familiar se plenifica y resignifica pues es la superación de lo meramente biológico desde la trascendencia de los nuevos lazos espirituales.

Los discípulos hemos de ser misioneros de esperanza y compasión, con la certeza de que no vamos solos, de que caminamos a pesar de nuestros miedos, y de que la vida -don y misterio- se edifica y se gana solamente cuando se vuelve ofrenda para que otros vivan)

Paz y Bien

Tarde o temprano

Para el día de hoy (10/07/11):
Evangelio según San Mateo 13, 1-23

(En el espíritu de la parábola del sembrador, todo cálculo y previsibilidad devienen estériles, inútiles y hasta contrarios.

La clave de toda existencia humana -y del universo- es la Gracia, don y misterio, vida que se regala sin condiciones, ofrenda de eternidad a toda la humanidad de ese Dios del universo que se ha hecho uno de nosotros.
Jesús ha inaugurado el año de gracia y Misericordia, tiempo de la maravillosa desmesura y los milagros cotidianos; las cosas del Reino escapan a nuestra racionalidad y a cualquier preocupación.

Con la confianza del campesino que sabe las bondades de la semilla que esparce desde el amanecer, así el Maestro nos habla y nos insta y nos aclara la mirada: la fuerza de la Buena Noticia -semilla de Dios- es incontenible. El Reino está creciendo en nuestro presente, humilde y silencioso, aquí y ahora.

La semilla ha germinado y seguirá germinando, y sus frutos serán magníficos, más allá de los terrenos, de la pericia del sembrador, de los pájaros y las piedras.

Llegará el tiempo de cosecha, y eso sí que es inevitable: lo que se ha sembrado, tarde o temprano se cosecha, los frutos buenos y santos, trigo que se hará pan para la vida de todos...o cizaña inútil, que hace daño, que nos muere a toda trascendencia.

A menudo haciendo apenas equilibrio en mínimas barcas inverosímiles, desde periferias galileas siempre sospechosas, desde allí viene el Reino creciéndose sin prisas pero sin pausas, con la fuerza de la Gracia, con la constancia del sembrador que confía y espera más allá de toda esperanza)

Paz y Bien

Un horizonte de esperanza


Para el día de hoy (08/07/11):
Evangelio según San Mateo 10, 16-23

(Las palabras de Jesús pueden desalentarnos y asustarnos: el compromiso de vivir la Buena Noticia, necesariamente conducirá a afrontar gravísimos riesgos, ovejas en medio de lobos dice el Maestro.
Sin embargo, aún inmersos en un posible estupor, podemos darnos cuenta que una vivencia profunda del Evangelio tendrá por respuesta la violencia, el desprecio y hasta la persecución... a menudo y tristemente por los propios hermanos.
Es que la humildad, la generosidad, la solidaridad y el servicio silencioso -especialmente inclinados hacia los más pequeños y los caídos y oprimidos- despierta las furias del poder e incomoda fervorosamente a los privilegiados en sus posiciones.

Aún así, la pacífica edificación del Reino no significa resignación ni abdicar de la capacidad de estar atentos y despiertos: la inteligencia necesaria como herramienta conducida por una ética trascendente. La autoinmolación porta un sinsentido si no es para que un hermano viva.

Pero no estamos solos, y nunca lo estaremos.
El Reino acontece por la unión de las cosas de Dios y de los hombres, tejido infinito en la historia de la humanidad, y tenemos la certeza de que a pesar de dolores y persecuciones, Él no nos abandonará.

Con un horizonte de esperanza, nuestro navegar es más liviano)

Paz y Bien

Urgencias misioneras



Para el día de hoy (07/07/11):
Evangelio según San Mateo 10, 7-15

(El Reino de Dios está cerca, y con esa premisa fundamental nos envía el Maestro.
Y ese envío, esa misión se nos vuelve urgencia cordial, necesidad del corazón, muy por delante de toda obligación.

A partir de allí es menester descubrir los rostros y las identidades misioneras, y reconocerlas sin ambages: el mandato de Jesús no exige funcionarios, especialistas, agentes de propaganda, militantes, profesionales de la fé. Antes bien, el llamado está dirigido a mujeres y hombres que llevan por uniforme la generosidad, por distintivo la solidaridad y que levantan humildemente banderas de compasión y misericordia.

Se trata de edificar la existencia, de reconstruir la vida, una vida verdaderamente humana, restaurando lo que se ha quebrantado, dignificando lo que se ha humillado, liberando a los hermanos de toda opresión.
El Reino de Dios está cerca, muy cerca, tan cerca que palpita en los corazones y nos impulsa junto a ese Cristo en quien creemos y por el que vivimos a rehacer una vida totalmente humanizada, tan plena como el más humano de todos, Él mismo resucitado.

Planificación y equipamiento pueden llegar a ser importantes, pero a la vez son secundarios: la raíz está definida por la gratuidad -Gracia!-, don y misterio de la ternura de un Dios que es un Padre que nos protege y una Madre que nos cuida y que se desvive por todas sus hijas e hijos desde la sencillez y la mansedumbre)

Paz y Bien

No una elección cualquiera

Para el día de hoy (06/07/11):
Evangelio según San Mateo 10, 1-7

(Jesús llama a sus doce discípulos, y el Evangelista Mateo pone especial cuidado en señalar sus nombres: Simón y Andrés, ambos pescadores galileos.
Santiago -Jacobo- y su hermano Juan, hijos de Zebedeo, hombres de carácter fuerte llamados hijos del trueno.
Felipe, de origen griego y Bartolomé, conocido como Natanael, oriundo de Caná de Galilea.
Tomás -tozudo y terco- y Mateo, el recaudador de impuestos.
Santiago el menor, hijo de Alfeo y Tadeo -conocido como Judas Tadeo-, ambos hijos puros de Israel.
Simón de Canaán y Judas Iscariote, ambos bravos nacionalistas zelotas, uno de ellos el peor de los traidores.

¿Porqué esa minuciosidad en recordar sus nombres y orígenes?
No se trata aquí de una voluntad historiográfica, ni tampoco de ser un cronista puntilloso: lo verdaderamente importante es que esta elección es enteramente personal, para nada azarosa ni circunstancial. Jesús llama a cada uno por sus nombres, con su identidad personal, desde su singularidad única e irrepetible, y ésa elección es también la nuestra.

No hay monedas arrojadas al aire, ni cartas mayores, ni ruletas existenciales: cada mujer y cada hombre somos llamados y enviados desde lo que somos y por lo que podemos llegar a ser, y es un descubrimiento único e increíble.

La misión es extraordinaria: hacer que acontezca el Reino, llevar a todas partes el poder imbatible del amor que libera de toda cadena y sana toda herida.)

Paz y Bien

Obreros silenciosos

Para el día de hoy (05/07/11):
Evangelio según San Mateo 9, 32-38

(Es un endemoniado mudo el centro de la atención y cuidado del Maestro: no se puede expresar, nada puede decir, le está vedado el acceso a las palabras. Muy probablemente carezca de amigos y se sostenga en una pertinaz desconfianza de todo.

No ha elegido el silencio. Como muchos -como tantos- sufren ese enmudecer que a menudo está mucho más allá de la disfunción vocal.
Tantos reducidos al mutismo, tantos silenciados, tantos a los que no se puede y no se quiere escuchar, tantos aislados, solitarios y sin amigos, tantos incapaces del habla y también de la escucha.

Cuando Jesús se hace presente, acontecen la salud y la liberación, se desatan las cuerdas vocales del alma enredadas por los nudos más fieros. Por ello, cuando sucede el cuidado del otro, cuando surge la salud, cuando brota la liberación es que el Reino está aconteciendo entre nosotros.

Es claro: es cosa de Dios y el hombre, urdimbre eterna entre lo humano y lo divino en comunión maravillosa. No debe haber pasividad en la espera de que todo lo bueno suceda, hacen falta brazos dispuestos, manos ofrecidas, caminantes empeñados, obreros del Reino, trabajadores humildes que optan por el servicio silencioso, sin estridencias.

A menudo se suele acotar el ruego del Maestro por obreros a la vida consagrada, especialmente a las vocaciones sacerdotales. Sin embargo, la Buena Noticia tiene una fuerza propia que rompe cualquier molde.

El ruego y el pedido de Jesús está dirigido a toda mujer y todo hombre de buena voluntad, sea cual fuera su condición, trabajadores de la esperanza empeñados en edificar santamente un mundo nuevo, decididamente humano)

Paz y Bien

Mucho más que dos milagros

Para el día de hoy (04/07/11):
Evangelio según San Mateo 9, 18-26

(Una primera reflexión acerca del Evangelio para el día de hoy, nos lleva a meditar acerca de dos milagros realizados por Jesús, la sanación de una mujer que durante doce años padeció una hemorragia irregular y el regreso a la vida de una muchacha que -aparentemente- acaba de morir.
En Jesús se encuentra la vida y la salud.

Son dos mujeres: una que recién se está abriendo a la vida y es interrumpida brutalmente por la muerte. No podrá ser madre, no podrá crecer, no tendrá la posibilidad de ser feliz y plena.
La otra, ya adulta, a la que la vida se le escapa en esa sangre que pierde.

Sin embargo, es menester tener en cuenta otras cuestiones que han de enriquecernos la rumia.
En aquellos tiempos, estaba taxativamente prohibido tanto el contacto con un cuerpo muerto como con alguien impuro: el transgresor quedaba a su vez impurificado, y como tal, debía ser excluido de la vida religiosa y comunitaria. A ello debemos añadir también la condición social de la mujer: se encontraba relegada a parir hijos y a obedecer al esposo, apenas algo más que una esclava, sin voz y sin derechos.

Jesús sabe y conoce bien esto: ha sido criado como varón judío observante de la Ley. A pesar de ello, no pone trabas, no excluye, no condiciona, no fija precios ni horarios, nada exige a cambio.
Es el perfume nuevo de gratuidad y bondad de la Buena Noticia, la irreverencia santa que es capaz de quebrantar toda norma que implique exclusión, abandono, desprecio, asumiendo todos los riesgos que ello provoque.

Hay un áurea de atrevimiento en todo el pasaje: el padre de la muchacha, funcionario importante, que se anima -contra toda lógica- a postrarse ante ese rabbí galileo, sabedor en su alma que Él puede rescatar a su niña. La mujer enferma, que sin importarle esas normas inhumanas, se atreve a arrastrarse para tocar los flecos del manto del Maestro, con la convicción de que su cercanía significará el fin de su padecer.

Quizás la fé signifique precisamente ello, el confiar en Alguien concreto, Jesús, antes que adherirse a un canon de creencias y normas.
Desde ese atrevimiento y esa confianza suceden los milagros, la obra conjunta de la mano bondadosa de Dios en conjunto con el hombre.

Nos queda una invitación a la irreverencia humilde, al atrevimiento manso para que nadie quede excluido, para que haya vida y salud para todos.
Esa es la mejor de las noticias)

Paz y Bien

De la prudencia temerosa a la locura de la Buena Noticia

Para el día de hoy (03/07/11):
Evangelio según San Mateo 11, 25-30

(Lo podemos advertir si nos detenemos por un momento y nos sinceramos: nos ha impuesto -y aceptamos alegremente- el cumplimiento de una miríada de rituales, normas, legislaciones, cánones y espiritualidades pro-forma. En muchos casos, claro está, no esta para nada mal; sin embargo esto suele ser causa de exclusión profusa. Cada vez son más los marcados para quedar fuera de un grupo que, aparentemente, es el más piadoso, el más cumplidor, el más puro, el más ortodoxo.

Una religiosidad sistematizada -a menudo causada por una prudencia que es hija dilecta del temor al compromiso- necesariamente conduce al fundamentalismo y al olvido del otro, negación militante del prójimo.

Frente a esta postura harto racional, de rictus severo y cerrado, brilla diáfana la locura de la Buena Noticia.
En alguna parte y en algún momento hemos perdido el rumbo: la fé cristiana debería ser, ante todo, no la adhesión a un cuerpo doctrinario que a menudo se torna ideológico, sino más bien creer en Alguien, Jesús de Nazareth, nuestro hermano y Señor. Vivir como Él vivió, pasar por la vida con sus mismos pasos, amar como Él ama, rendirle culto al Dios de la Vida en los templos latientes que son nuestros hermanos.
Mientras que nuestros magníficos templos y nuestras estructuras tengan para nosotros mayor valor que una sola vida -por pequeña que sea- estamos negando concienzudamente la fuerza revolucionaria del Evangelio.

Dios se ha dado a conocer en la historia humana, haciéndose un Niño frágil en brazos de su Madre, artesano pobre de aldea sospechosa, Dios que levanta al caído, que se inclina al enfermo y al agobiado, Dios del regreso y el reencuentro, Dios que se desvive por los pobres y excluidos, Dios que es abrazo y perdón, Dios que es fiesta y liberación.

¿Dónde lo encontraremos?
Jesús lo expresa con claridad: el rostro de Dios resplandece en los más sencillos y pequeños, en los pobres y oprimidos, y es un misterio de amor que escapa a cualquier mesura; allí lo encontraremos, lejos de cualquier simpatía, agrado o preferencia. Carga en sus hombros nuestras cruces y agobios, nuestros cansancios, nuestros sufrimientos.
Su yugo es liviano, es justicia y liberación, compasión y misericordia.

Dios se revela en los más pequeños, en ellos se expresa, allí brota la profecía y su voluntad primera: la gloria de Dios es que el pobre viva en plenitud.)

Paz y Bien

Madre del silencio

Inmaculado Corazón de María

Para el día de hoy (02/07/11):

Evangelio según San Lucas 2, 41-51

(Jesús y sus padres era fieles cumplidores de las tradiciones judías; entre estas últimas, la obligación de todo hombre de Israel de presentarse en el Templo cada año para las fiestas nacionales de la Pascua. Allí van José y Jesús de Nazareth, dos varones judíos hechos y derechos a cumplir con su Dios y con su patria.

Ha de tenerse en cuenta que para la ley judía, todo varón que hubiera cumplido los doce años -y el Evangelista se toma el trabajo de recalcarlo- asumía todos los derechos y obligaciones de un hombre de Israel: por ello mismo, en aras de exactitud y profundidad, no nos encontramos frente al relato de un Niño perdido y hallado entre los doctores del templo, sino más bien frente a un hijo que hasta hace muy poco jugaba juegos de niños y ahora se yergue como un adulto, con una misión y unas actitudes que desconciertan a sus padres.

Ese hijo que aman se les muestra abiertamente como Hijo de Dios, la razón de toda su existencia es ese mismo Dios, y en su nombre ese joven campesino galileo -muchacho mirado con cierto desprecio- simbólicamente toma posesión del Templo sagrado; más aún, ese hijo al que creían conocer bien deja boquiabiertos a sabios y doctores.

Atravesando cualquier silogismo y más allá de toda razonabilidad, en la Madre entrevemos al Hijo y, en el Hijo, comprendemos el corazón de la Madre.

Ella lo ha gestado en su seno puro nueve lunas, pero antes la Palabra ha germinado en su alma fértil, y esa Palabra sigue floreciéndose en Ella.
El Hijo tiene los mismos ojos de la Madre, y la Madre la misma mirada del Hijo.

Ella no renuncia a su capacidad de asombro, y aún cuando no entiende, nada desecha, todo madura a su tiempo en las honduras de su ser.
En sus angustias de búsqueda de ese hijo perdido en la ciudad populosa, se nos revela el misterio mayor de un Dios que es un Padre que nos ama y una Madre que nos cuida, Dios que se preocupa por todos y cada uno de sus hijos perdidos, Dios que sale siempre a buscarlos.

Madre del silencio servicial, del pecho que se agranda a pesar de los límites de la razón, Madre siempre dispuesta a la escucha atenta, Madre perpetuamente pendiente de lo que hace cada hijo.

En ese corazón frutal, Madre, hermana, compañera y discípula, corazón sin mancha, tierra siempre virgen en la que siempre florece la semilla)

Paz y Bien




Las preferencias de un corazón sagrado


Sagrado Corazón de Jesús

Para el día de hoy (01/07/11):

Evangelio según San Mateo 11, 25-30

(El término corazón remite a la intimidad esencial, al núcleo existencial que define e identifica. De allí que hay continuidad entre ese centro primordial y el modo de ser en el mundo, aquello que llamamos ética.

Sin embargo, ha sido una palabra utilizada y maltratada, aún siendo tan crucial: se ha banalizado su significado remitiendo a lo romántico que no perdura, a la sensiblería, y en el plano religioso se ha circunscripto a actos de piedad intimista desencarnada de la vida diaria.

Hoy celebramos la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, y por ello, celebramos como es Él, qué es lo que lo identifica, lo que le confiere identidad.
Y para escándalo de muchos y horror de unos cuantos, Jesús tiene un corazón parcial, con preferencias y elecciones primeras.
Un corazón humilde que elige a los más sencillos, a los que no cuentan.
Un corazón sagrado que ansía aliviar las cargas de los agobiados, de los cansados, de los que no pueden más.
Un corazón manso e inmenso que es capaz de contener inclusive a sus enemigos, a lo que lo odian y sólo intentan el mal en Él o en sus hermanos.
Un corazón que se regocija descubriendo a su Padre en el rostro de los más pequeños.

Corazón quizás signifique tambié el conocimiento más profundo, y en nuestra lengua castellana puede pasarnos inadvertido, pero el término es compuesto: co-razón, la otra razón, la que entiende y conoce más allá de toda especulación.

Quizás por ello, celebrar el Sagrado Corazón de Jesús implique para nosotros volvernos como Jesús de Nazareth, pasando largos tiempos de oración pero a la vez, salir al encuentro del otro, andar por este mundo socorriendo a los caídos, sanando a los enfermos, integrando a los excluidos, liberando a los cautivos desde una mansedumbre que no es pacifismo cobarde sino la decisión infinita de que el Reino acontezca desde la paz y la justicia)

Paz y Bien

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