Los encuentros, señales del Cordero

Para el día de hoy (04/01/10)
Evangelio según San Juan 1, 35-42

(El cordero sacrificial poseía un enorme valor simbólico para el pueblo de Israel.

Era el cordero puro y sin mancha que se sacrificaba a Dios para el perdón de los pecados del pueblo y de cada una de las personas.

Era la ofrenda de Abraham que se inmolaba en lugar de Isaac, su hijo.

Era la sangre del cordero con la que se marcaban las puertas de sus casas en Egipto, y saería el signo que salvaría del exterminio a los primogénitos de Israel.

El pueblo ofrecía a su Dios un cordero en sacrificio por el perdón de los pecados y por la vida de sus hijos.
El pueblo ofrecía a su Dios un cordero en sacrificio para no sufrir más el agravio de la muerte...

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Juan era hombre de Dios; el espíritu moraba en él.
Pasa el Maestro.
Y el Bautista, movido por ese Espíritu Santo, no duda en afirmar: -Este es el Cordero de Dios-.
Ya nada será igual.
Mientras que durante siglos el pueblo ofrecía a Dios un cordero en sacrificio por la vida y el perdón, ahora es Dios que se ofrece a sí mismo como sacrificio a su pueblo por el perdón y para la vida de sus hijos.

Juan no vacila: -Éste es el Cordero de Dios-, y dos de sus discípulos siguen a Jesús, y lo siguen a su casa: quieren ir y ver.

Y cuando pueden ver su morada, se quedan con el Maestro.

Ya con Él, se van encontrando con otros y cuentan lo sucedido: han encontrado al Salvador y Señor, y llevan a sus hermanos a su encuentro.

Y el encuentro con Jesús cambia y transforma la vida: el nuevo nombre -Cefas por Simón- es el signo de la nueva vida.

Signo, segno, señal...

El encuentro con Jesús y con los hermanos son las señales del tiempo de gracia y misericordia que ha dado comienzo con ese Dios que nos ha nacido, y que nos hace ir a la casa del Cordero, a la vida rescatada, al perdón de las miserias, a la salvación de los hijos)

Paz y Bien

2 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

Ya no hay sacrificio, porque el sacrificio de JESÚS vale por y para todos. Ahora lo que quiere el SEÑOR son corazones contritos y entregados humildemente a la acción del ESPÍRITU, para ser convertidos en otros corderos minusculos, pero que unidos al Único y Verdadero, JESÚS, serán ofrecidos al PADRE que no podrá rechazarlos.

Este es el Verdadero y Único sacrificio que se presencializa diariamente en cada Eucaristía, y que nos purifica, alimenta y vigoriza para, injertado y de la mano de JESÚS, seamos llevados y presentados ante el PADRE misericordioso y admitido en su presencia.

¡Qué gran esperanza y gozo que el SEÑOR haya nacido humildemente y pequeño entre nosotros!
¡Si fueramos capaces de entender y darnos cuenta de tan grande proeza! ¡Sólo María supo entender la grandeza del SEÑOR!

Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Quiera Dios, querido hermano, que podamos hacernos pan para el hermano, con la humildad y la entrega de María.
Un gran abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

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