Nuestro juicio no está en manos de un Dios severo sino de un Padre que aguarda siempre nuestro regreso

 




Para el día de hoy (17/03/21):  

Evangelio según San Juan 5, 17-30



Las posiciones estaban totalmente enfrentadas por su misma concepción primera. Jesús de Nazareth había curado a un hombre paralizado en sábado y las furias de los severos ortodoxos se desataron: ese campesino galileo osaba quebrantar la tradición más sagrada, y lo hizo reivindicando a Dios como su Padre, un Padre preocupado y ocupado por el bien del hombre, a toda hora, en todo tiempo.


Unos -escribas y fariseos- puntillosamente invocan a la Ley como expresión máxima de la voluntad divina.

El Maestro opone que el amor de Dios es lo que constituye y define al universo, y que ese amor se expresa en la búsqueda constante e incansable de la vida plena para toda la humanidad. Él es la expresión más cabal de ese amor por su identidad plena con ese Dios al que llama Abbá! -Papá!-, y un odio arrollador no se detendrá hasta la Cruz.


Es que Jesús de Nazareth derriba cualquier absolutización institucional -la divinización de las construcciones puramente humanas- manifestando ese amor liberador en movimiento y expansión constantes que busca la liberación de toda opresión, la salud de toda enfermedad, la felicidad y la plenitud para todas las mujeres y los hombres.


Se trata de una creación abierta.

Dios constantemente crea y re-crea a esa humanidad que tanto daño sufre y que tanto daño se ha hecho, desde ese amor infinito y sin detenerse en abstracciones, sino en mujeres y hombres concretos que están doblegados de dolor, heridos de pecado, sumergidos en la miseria, y es Jesús de Nazareth la expresión perfecta y cabal de ese amor, de tal modo que Jesús es Dios y Dios es Jesús.


Queda decidirnos a seguir esos pasos que por nada pueden detenerse.

Nuestro juicio no está en manos de un Dios severo -verdugo y rápido y eficaz- sino de un Padre que aguarda siempre nuestro regreso. Seguir al Hijo y a su paso liberador implica liberarse también de toda condena.

Nuestra sentencia está en nuestras manos, hoy, aquí y ahora, y se decide por seguir o nó el caminar redentor de Dios a través de toda la historia junto a Jesús, nuestro hermano y Señor.


Paz y Bien

1 comentarios:

Walter Fernández dijo...

Señor que ante cualquier desvío, duda o temor, volvamos a Vos 🙏 Paz y Bien 🙏

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