Miércoles Santo: la amistad no tiene precio

 





Miércoles Santo

Para el día de hoy (31/03/21):  

Evangelio según San Mateo 26, 14-25



Mucho se ha escrito, estudiado y analizado acerca de Judas Iscariote, las circunstancias históricas, sus motivaciones, los juicios morales lógicos, la condena por su traición -porque en él se reflejarán todos los traidores-; razones todas ellas válidas, todas ellas importantes, todas ellas necesarias.

Aún así, y sin presentar oposición, junto a todas esas razones es menester -por un momento- aunar co-razones.


La ira y el dolor pueden enceguecernos la mirada lejana, y hay cuestiones que no podemos pasar por alto.

El Maestro no tiene para con Judas una sola palabra de reproche o condena; por el contrario, el mayor quebranto de la historia se decidirá con convites a la amistad y al compartir hasta el último instante.

Y Jesús de Nazareth será vendido por treinta shekels o monedas de plata, el precio de un esclavo; y será comprado con dinero que estaba destinado al sostenimiento del culto en el Templo de Jerusalem -las monedas las entregan los sumos sacerdotes-. Qué terribles que son las cosas que pueden llegar a hacerse en nombre de Dios o de la religión que se profesa, siempre en contrario a la vida, siempre en detrimento del manso, del pacífico, del pobre, del servidor.


Sin embargo, con todo y a pesar de todo, Jesús de Nazareth quiere celebrar la Pascua con sus amigos, festejar a ese Dios que es libertad para su pueblo. Él no tiene casa propia; se ha criado en la casa de sus padres en Nazareth, ha vivido de prestado en Cafarnaúm y en casas de amigos como Pedro, como Lázaro en Betania. El hogar del Señor estará en la calidez de la casa de sus amigos. Allí se lo puede encontrar.


Por ello mismo, en la noche de sus fidelidad traicionada, de su amistad negada, en el dolor de la incomprensión y el abandono de los suyos, sigue queriendo celebrar la vida, porque Dios se empecina en nuestra liberación. No se identifica a quien se le pide el espacio de celebración, porque allí van nuestros nombres, todos.

Eso es lo que no tiene precio, ni por más que se intente se podrá malvender, la tenacidad de Jesús, Cristo de Dios, a celebrar la vida con todos y cada uno de nosotros.


Paz y Bien


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