Para el día de hoy (05/09/15): .
Evangelio según San Lucas 6, 1-5
La escena está cargada de humanidad: a menudo la tarea misionera, a Jesús y los discípulos, les impedía satisfacer las necesidades mínimas de comida y descanso. Aquí se vé reflejado, siguen andando pero los punza el aguijón de un hambre demorado, y quizás para engañar al estómago en esos menesteres, al pasar por un sembrado, toman espigas entre sus manos, las frotan y van comiendo los granos que quedan.
Algunos fariseos enarbolan una queja y una reprensión, toda vez que entienden que se está infringiendo el Shabbat.
No es una crítica velada por comerse cosas ajenas: la Ley proveía que los pobres podían tomar algunas espigas con las manos para aligerarse del hambre. Nada de eso. Su estrecha mirada supone que la acción de frotar las espigas contraviene expresamente el mandato de no realizar ningún tipo de tarea.
No se debe subestimar la importancia del Shabbat: éste poseía un carácter histórico, social y místico/religioso. En él se hacía memoria del tiempo de la esclavitud sin descanso, del Dios que liberó a Israel de ese yugo, y propiciaba el descanso, el reencuentro familiar, la plegaria común, la santificación agradecida del tiempo. El Shabbat hacía a la identidad nacional.
El problema estribaba en que en pos de la observancia estricta de este mandato, se estableció una multiplicidad de normas impositivas, en una dialéctica oscilante entre lo permitido y lo prohibido, y así se desdibujaba y perdía el sentido primordial del Shabbat como bendición, el bien del hombre, el bien del pueblo.
Esos hombres esgrimían una crítica feroz, pues a su vez estaba latente la posibilidad de un castigo capital al infractor. Esos hombres se aferraban a una letra desprovista de corazón y compasión.
Curiosamente, esos hombres en ningún momento mencionan a Dios ni a Él hacen referencia, signo de que la discusión es plana, de poder religioso sin trascendencia y por lo cual, causal de opresión para los creyentes.
Cristo, nuestra vida y nuestra liberación, es Señor del Sábado y de todos los sábados que solemos inventarnos, en afanes reglamentarios que eluden y esconden la misericordia. Tenemos un éxodo pendiente de esas tierras yertas, y quizás debamos salir al encuentro de la tierra prometida de la Gracia.
Paz y Bien
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