Para el día de hoy (03/09/15): .
Evangelio según San Lucas 5, 1-11
A simple vista, acontece una situación confusa y sorprendente: un Carpintero de Nazareth indica cómo deben navegar y pescar a expertos pescadores galileos como Pedro -probablemente de Cafarnaúm, a orillas del lago-. Lo que decide y resuelve la escena es la confianza de los pescadores en la Palabra del Carpintero.
Éste se encontraba enseñando a las multitudes, sentado en una de las barcas, púlpito improvisado. A veces es menester tomar una breve distancia para que todos escuchen mejor. Pero es sabido que no hay peces cerca de la orilla.
Los pescadores saben bien que el mejor horario para la pesca es luego de que caiga el sol, en las honduras de la noche; ellos se habían esforzado sin resultados, y ya estaban limpiando las redes para guardarlas.
Aún así, el Maestro los mueve a embarcarse, a navegar mar adentro, a echar las redes. Es pleno día, quizás el horario contraindicado para cualquier eficacia, pero Pedro obedece, y su obediencia no es una venia militar, el acatamiento ciego de una orden.
Pedro, ante todo, confía en el Maestro. Su Palabra tiene autoridad, pero también le transforma su existencia, que aquí se representa en su oficio de pescador. Más que en una doctrina, confía en la persona del Maestro.
La pesca será así más que fructífera. Las redes rebosan de peces, al punto que parecen romperse pero nó, no se rompen ni se romperán jamás.
Lo que es obvio a veces se nos puede pasar por alto. A diferencia de un anzuelo o un espinel, las redes mantienen a muchos peces -de variados tamaños, orígenes y colores- con vida. Las redes no tienen pescados, tienen peces, peces vivos, redes de viva.
Pero hay otra cuestión fundamental: la pesca se realiza por mandato del maestro, pero la barca y las redes son de Pedro, la santa conjunción de Dios y el hombre, espejo perfecto del Dios Encarnado, sacramento de Salvación para todos los peces, todos los pueblos, todas las naciones.
Y muy especialmente, la pesca es asombrosa y abundante cuando se escucha y confía en la Palabra...pero siempre, en la barca de Pedro.
Nosotros nos embarcaremos mar adentro de la existencia, en las aguas a veces confusas de la humanidad, confiados en Tu Palabra, que es Palabra de Vida y Palabra Viva. Amén
Paz y Bien
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