Para el día de hoy (05/12/13):
Evangelio según San Mateo 7, 21. 24-27
(El Evangelio para el día de hoy ha sido causa de numerosas polémicas y discusiones a través de los años, especialmente en la confrontación dialéctica entre los pretendidos opuestos que son la Iglesia mística y la Iglesia institucional.
En verdad, tenemos un severo déficit catequético y una formación a menudo estudiadamente mediocre para fundamentar la toma de posición, que en realidad es una pérdida de tiempo y un ejercicio estéril.
Pues lo que cuenta, lo que nos define y lo único que nos llevaremos al momento de partir es el amor vivido, el practicado y el omitido.
No basta el rigor en el cumplimiento ritual y del culto, y no es aval de nada la pertenencia religiosa. Todo ello suele ser un cómodo sitio banal en donde solemos refugiarnos, escapando de los riesgos de la fé y del compromiso. Todo ello es cosa de simpatizantes y de adherentes, una imagen dolorosa que saborea cantidades, multitudes imponentes y exhibiciones milagreras.
Pero los creyentes edifican en silencio su casa/existencia de otro modo.
Los creyentes cimentan toda su vida en la obediencia, una obediencia que no es servilismo ni cerviz doblegada, sino que remite a su sentido primigenio: ob audire, escucha atenta de la Palabra de Dios. Esa escucha atenta de una Palabra que es Palabra de Vida y y Palabra Viva que transforma corazones desde su misma hondura y sin exigencias ni condiciones previas. Todo es Gracia, todo es ofrenda bondadosa de Dios.
Así el creyente vive como Jesús y con Jesús, sigue sus pasos a pesar de todos los riesgos y peligros, y comete la locura mayor, ama como Él amaba.
Entonces podrán sobrevenir mil tormentas en la cotidianeidad sin esperanzas que solemos transitar, pero nada ni nadie puede derribar estos sólidos muros que son tales no tanto por la eficacia de estos albañiles que somos, sino por el amor asombroso e indescriptible de Aquél que nos sostiene)
Paz y Bien
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