Santísima Trinidad
Para el día de hoy (03/06/12):
Evangelio según San Mateo 28, 16-20
(Todo razonamiento acerca de como es Dios, es un relato tristemente limitado. Nuestra razón y nuestras palabras jamás se acercarán siquiera a su realidad; más aún, hemos de presumir que cualquier esfuerzo explicativo es denegación de su misterio.
Sin embargo, Jesús de Nazareth nos ha enseñado y nos habla de un Dios con el que se identifica, un Dios que Él vive a cada instante.
Un Dios increíble, que no se acota a las alturas inaccesibles que solemos adjudicarle, un Dios al que no se accede mediante la adhesión a doctrinas o el cumplimiento religioso de preceptos y cultos, sino un Dios que sale continuamente al encuentro de la humanidad, un Dios Abbá que ama y se desvive por cada hija y cada hijo, por su alegría y su felicidad sin exclusiones ni límites, el Dios que nos quiere como sólo un papá puede querer, el Dios al que se le descubre cuando se ama.
Un Dios incómodo que se pone abiertamente del lado de los pobres, de los oprimidos, de los pequeños, un Dios que es abrazo, que es compasión, que es misericordia, un Dios compañero que discurre por nuestras veredas, que nos sana las heridas, el Dios que desdeña los sacrificios sangrientos, el Dios que se hace Él mismo ofrenda en la presunta derrota de la cruz, el Dios que reafirma la vida de una vez y para siempre en la Resurrección, el Dios de nuestros padres, el Dios de mis amigos, el Dios de mis hijos, el Dios de la Iglesia, el Dios de Jesús de Nazareth.
Un Dios insospechado que no se deja atar por ningún esquema ni predicción, el Dios que sostiene la vida, el Dios que es aliento vital, el Dios que sopla y susurra ternura en todas partes, el Dios que nos lleva a otros horizontes como viento bueno para las frágiles barcas de nuestras existencias, el Dios que alumbra en donde campea la oscuridad, allí donde suponemos que la luz jamás llegará, el Dios que es Espíritu de vida y plenitud.
Ese Dios es el que debemos encontrar a cada paso, sólo bajo el sol del amor que disipa toda noche, el Dios que nos impulsa para que en su Nombre nadie -absolutamente nadie- deje de reconocerse como hija e hijo de este misterio de bondad que nos revela nuestro hermano, el más humano de todos, Jesús)
Paz y Bien
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