Para el día de hoy (30/12/09)
Evangelio según San Lucas 2, 36-40
(La profetisa Ana, al igual que en el Evangelio del día de ayer Simeón, encuentra a José y a María en el Templo, llevando a Jesús para el cumplimiento de los ritos que indicaba la Ley.
Ana, al igual que Simeón, era de avanzada edad -aún para su tiempo-, ochenta y cuatro años nos cuenta San Lucas. Y desde que había enviudado, no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones.
Detengámonos un momento: la Palabra nos cuenta que era profetisa, es decir, que tiene cosas de Dios para transmitir y que a la vez, tiene una receptividad especial en su alma para lo divino, de modo que a su vez puede comunicarlo.
-Ana y Simeón, indefectiblemente, nos recuerdan por la perseverancia de su fé, por su esperanza y por su edad a Isabel y Zacarías-.
Ana es el pueblo que permanece fiel y aguarda esperanzado el cumplimiento de las promesas de Dios.
Ana, hija de Fanuel, ya anciana y quizás muy cerca de dejar este mundo, logra ver con sus propios ojos al Salvador esperado que llega a él.
Toda su vida piadosa de ayuno y oración, de súplica encendida se transforma en alabanza, alegría y gratitud por esa Redención viva en ese Niño que se ha hecho presente en su vida y en la de todo el pueblo, y es una alegría que no se guarda y comunica a todo el que encuentra.
Luego nos dice la Palabra que María y José junto con el Niño, una vez que cumplieron con lo prescripto por la Ley, regresaron a su Nazareth, en donde Jesús crecía, se fortalecía, se llenaba de sabiduría y la Gracia de Dios estaba con Él.
Ana también.
Ella, a pesar de su vejez, crecía: la sabiduría no es cuestión de edad sino de corazón abierto al conocimiento y a la Gracia.
Nos queda el interrogante si somos capaces, como Ana hija de Fanuel, de estar siempre en constante crecimiento en la sabiduría verdadera, al amparo de la Gracia, iluminados por la Luz que disipa toda tiniebla de lo fútil, de lo perecedero, de lo que no tiene destino.
Y como Ana, mirar y vernos alma adentro... Que ese Niño sea para nosotros causa de alegría y alabanza, de modo tal que nos veamos conmovidos e impulsados a avisar a todo el que espera que la Redención ya está entre nosotros)
Paz y Bien
Crecer en sabiduría y gracia
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Evangelio para cada día,
Navidad
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4 comentarios:
Gracias, Ricardo por tu cercana felicitación. Deseo que estés pasando unos días felices y cercanos al Señor.
Que El te colme de todos sus dones y, el nuevo año sea fructuoso en santidad. Y que el Niño sea para ti, como para todo, eso mismo que nos dices en este post: "causa de alegría y alabanza".
Ricardo, te deseo un venturoso y muy feliz año 2010. Que la sonrisa y la paz de Dios te acompañen todos los días del nuevo año que ya casi
estrenamos…
María, gracias por tus palabras.
Que el Dios de la Vida haga dar muchos frutos de caridad en tí y en tu comunidad.
Un saludo fraterno en Cisto y María
Paz y Bien
Ricardo
Estimado Roberto, muchas gracias de todo corazón por tu presencia y tus palabras.
Que el Espíritu de Dios haga tu vida y en especial tu ministerio fértil y abundante en santidad y caridad.
Que el Dios de la Vida te acompañe y colme de su alegría y su esperanza.
Paz y Bien
Ricardo
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