En tí estoy, de tí vengo, a tí voy.
Estás fuera de mí, puedo encerrarme.
Estás dentro de mí, puedo encerrarte.
No puedo dejar de estar en tí.
Mi carne extiende raíces que llegan hasta tí.
Puedo olvidarlo.
Mi espíritu es una chispa
que brota de tu incendio.
Puedo ignorarlo.
No puedo dejar de venir de tí.
Mis ojos buscan su horizonte.
Mi corazón, su hogar universal.
Puedo extraviarme en una encrucijada.
Puedo paralizarme en algún hogar.
No puedo dejar de ir hacia tí.
No vi tu rostro cuando salí de tí.
No fue una despedida.
Allí empezó un encuentro sin orillas.
Cada tarde añado en mi lienzo
un nuevo rasgo tuyo.
Cada tarde añades en tu lienzo
un nuevo rasgo mío.
En medio del camino al adivinar una frente,
al estrechar una mano, al mirar unos ojos,
al nacer el futuro, al morir el presente,
yo te descubro, yo me descubro.
Dentro de mí, los dos a la par,
uno hacia el otro, nos vamos haciendo…
Ahora te veo, Señor marginado,
maestro sirviendo, madre exprimida,
padre sin nada, infinito pidiendo, libre clavado.
Ahora te veo, pueblo en camino.
Y en este misterio se pierden mis días,
mis razones y mis sueños.
Tú y yo nos vamos haciendo tu pueblo.
Benjamín González Buelta, S.J.
Estás fuera de mí, puedo encerrarme.
Estás dentro de mí, puedo encerrarte.
No puedo dejar de estar en tí.
Mi carne extiende raíces que llegan hasta tí.
Puedo olvidarlo.
Mi espíritu es una chispa
que brota de tu incendio.
Puedo ignorarlo.
No puedo dejar de venir de tí.
Mis ojos buscan su horizonte.
Mi corazón, su hogar universal.
Puedo extraviarme en una encrucijada.
Puedo paralizarme en algún hogar.
No puedo dejar de ir hacia tí.
No vi tu rostro cuando salí de tí.
No fue una despedida.
Allí empezó un encuentro sin orillas.
Cada tarde añado en mi lienzo
un nuevo rasgo tuyo.
Cada tarde añades en tu lienzo
un nuevo rasgo mío.
En medio del camino al adivinar una frente,
al estrechar una mano, al mirar unos ojos,
al nacer el futuro, al morir el presente,
yo te descubro, yo me descubro.
Dentro de mí, los dos a la par,
uno hacia el otro, nos vamos haciendo…
Ahora te veo, Señor marginado,
maestro sirviendo, madre exprimida,
padre sin nada, infinito pidiendo, libre clavado.
Ahora te veo, pueblo en camino.
Y en este misterio se pierden mis días,
mis razones y mis sueños.
Tú y yo nos vamos haciendo tu pueblo.
Benjamín González Buelta, S.J.
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