Para el día de hoy (10/05/09):
Evangelio según San Juan, 15, 1-8
(No es bueno dejarse llevar por las apariencias.
Los sentidos toman como verdad las primeras impresiones, pero hay más, siempre hay más.
Por eso los sarmientos, las ramas, percibidos en primera distancia como distintos de la vid, son la vid misma.
Y la vid exhulta su plenitud a través de sus ramas, de sus sarmientos, al cosechar buenas uvas que pueden convertirse en el mejor de los vinos.
Pero para que oscilen graciosamente en sus puntas, los sarmientos han de estar firmemente unidos a la vid, pues si no es así, la savia vital no llega... Se convierten en madera seca cuya única utilidad es alimentar el fuego.
Tampoco es una cuestión automática: para que la vid crezca y dé mejores frutos, es necesario que el viñador cada tanto pode las ramas, recorte los sarmientos con el fin de que vuelvan a crecer más fuertes, de que la savia corra mejor, de que las uvas sean más sabrosas.
De que esas uvas puedan transformarse en un vino bueno, del mejor.
Por eso, con el Espíritu del Resucitado es preciso tener ojos, oídos y alma atentos.
Aceptar este destino de sarmientos significa adentrarse en el misterio de que sólo tendremos savia, Vida, unidos a Él, la vid verdadera... aún antes de adherir a doctrinas, moralidades, éticas.
Pues primero está la vid, luego el campo en donde se hará viña.
Y también aceptar-se pasibles de cada tanto sufrir alguna que otra poda.
Duelen, seguramente, y mucho.
Pero son necesarias para crecer más fuertes y ser más fértiles.
Porque la principal consecuencia es dar mucho, muchísimo fruto por esa Vida que corre rauda a través nuestro.
Muchísimas, incontables uvas que se convertirán en vino bueno y nuevo, ése vino que alegrará la vida del hermano angustiado, del hermano perdido, del hermano sumido en la miseria y en la tristeza y reanimará al caído.
Vino raro en estos días, que alegra y no emborracha.
Vino de vida para mayor gloria de Dios)
Paz y Bien
LAS LÁGRIMAS DE JESÚS
Hace 3 horas.
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