Palabra eficaz, Palabra liberadora

Para el día de hoy (31/08/10):
Evangelio según San Lucas 4, 31-37

(Las gentes se admiraban: nadie enseñaba como el Maestro.
Lo escuchaban allí, en la sinagoga, en donde estaban acostumbrados a escuchar a los escribas a repetir citas de autoridades escriturísticas; no así Jesús.

Él habla desde su propia experiencia de vida, y especialmente, de su identidad plena con su Padre: tiene autoridad pues hace crecer cosas en las mentes y corazones de las personas -augere, auctoritas-... y eso entraña peligro, pues para algunos es peligroso que el pueblo piense, reflexione, vaya más allá de lo evidente y, por sobre todo, se encuentre con Dios.

Sucede una curación, acontece un milagro.
Es significativo: ante la sola presencia de Jesús, ese mal, el demonio que atenazaba el alma de ese hombre, se aterra y grita: sabe que allí, en ese Hombre se manifiesta el mismo Dios.
Nosotros conocemos la acción de esos demonios: atenazan las almas de tantos -las nuestras también- alienando sus existencias, impidiéndoles vivir en plenitud y en libertad, agobiados por un rugir de palabras vacías de contenido, esclavizados en la miseria, oprimidos por el olvido.

La autoridad de Jesús -como le sucedía a esas gentes que se admiraban al escucharlo- se funda en la presencia de Dios en Él: Jesús es Dios y Dios es Jesús.
Y se expresa en su Palabra, Palabra de Vida y Palabra Viva.

Esa Palabra es eficaz: produce el efecto que anuncia, es decir, tiene una acción positiva sobre la totalidad de la existencia del hombre.
Y esa Palabra es liberadora: con su poder rompe toda cadena que oprima y deshumanice al hombre.

Es un tiempo nuevo: la vida entera se purifica y se hace plena a través del contacto profundo con Él, por la acción de la Palabra.

Es toda una propuesta para este presente nuestro, que nos invita a romper la rutina y redescubrir la acción liberadora de la Palabra en cada segundo de nuestras existencias)

Paz y Bien


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