Para el día de hoy (19/08/10):
Evangelio según San Mateo 22, 1-14
(Hay una invitación cierta a una fiesta; más precisamente, a una boda, es decir, a la unión de dos existencias que crean una vida nueva y por ello, hay un motivo de celebración.
Y es una boda tan especial, que se han cursado invitaciones a todas las gentes: se desposa el mismo Dios con la humanidad, para que haya una vida nueva.
Nadie debe faltar.
La invitación es universal, y es producto del amor del Esposo, de su bondad infinita, y no tanto de los méritos o prebendas de los convidados.
Sin embargo, estas pobres líneas quieren detenerse por un momento en esos mensajeros especiales enviados por el Esposo a entregar las invitaciones.
Llevan un convite estupendo, una invitación increíble, la mejor de las noticias.
Y la llevan a invitados insospechados; los que todos creían que tendrían el privilegio de ser llamados en primer lugar, fueron los primeros en despreciar la invitación.
Unos, demasiado ocupados en el banquete de la riqueza y el egoísmo.
Otros, atareados en los afanes de alambrar el campo de su soberbia.
Y otros se encargaron concienzudamente en maltratar, lastimar y asesinar a los mensajeros.
Mensajeros empeñados en correr raudos hacia su destino, presurosos por cumplir lo que su Señor les había encomendado: nadie debe quedarse sin invitación...
Quiera el Espíritu proteger a estos mensajeros tan especiales: los hay, siempre están dispuestos y presurosos, aún a riesgo del rechazo, de la violencia y del morir en el cumplimiento del mandato.
Y también...que sepamos aceptar el convite, y vestir el alma de fiesta: el banquete ha comenzado y no tendrá fin.
Dios guarde a nuestros mensajeros)
Paz y Bien
Sólo estár....
Hace 7 horas.
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