Para el día de hoy (24/08/10):
Evangelio según San Juan 1, 45-51
(La vocación cristiana a través de los tiempos tiene la misma raíz del llamado de Natanael: se trata de un llamado a seguir los pasos de Jesús.
Ese llamado, como tal, implica algo tan evidente que a menudo lo pasamos por alto: es el Maestro quien nos llama, de un modo personal, por nuestros nombres, desde lo que somos, por lo que somos y lo que podemos ser.
La vocación -el llamado de Jesús y nuestra respuesta- no es solamente una actitud intelectual o bien, acotada a una aceptación meramente racional.
Se trata ante todo de un encuentro personal con el Señor que transforma la totalidad de la vida, que barre con todo preconcepto -¿acaso puede salir algo bueno de Nazareth?-, y reconocer al Hijo de Dios y Salvador en lo cotidiano.
Es una experiencia profunda en la que hay una mediación/invitación de un hermano que ya ha sido llamado, que ya ha vivido la alegría de saberse elegido y que, por ello mismo, no argumenta, no polemiza: basta con invitar con alegría a descubrir una puerta que se abre: -Ven y verás-
Él desde hace tiempo nos ha visto debajo de nuestras higueras, aún cuando no lo hayamos advertido. Y a menudo nos regala algún Felipe que venga a despertarnos de nuestros letargos rutinarios.
Quiera el Espíritu iluminarnos para descubrirnos queridos y llamados, y para también invitar al hermano a descubrir a ese Jesús que nos busca sin desmayo)
Paz y Bien
Sólo estár....
Hace 7 horas.
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