No sin muerte

Para el día de hoy (10/08/10):
Evangelio según San Juan 12, 24-26

(Las raíces etimológicas de las palabras a menudo pueden resultar útiles; no son suficientes para definir ciertos términos en profundidad, pero pueden resultar una herramienta interesante a la hora de la reflexión y la escucha atenta.

Así podemos intentar abordar, en nuestra lengua castellana, la raíz de la palabra amor.
Se han escrito literalmente bibliotecas enteras no sólo acerca de su significado primordial sino también de su trascendencia, se la ha tomado -especialmente en los últimos tiempos- de un modo banal, relativo y, aún así, es raíz del Evangelio pues nos revela la misma esencia de Dios.

Un primer acercamiento nos remite a la contracción latina a-mort; las opiniones de los estudiosos son diversas, pero por el momento preferimos quedarnos con ésta: la partícula latina a que significa proximidad, próximo, punto de partida, desde, etc, mientras que mort es la contracción habitual en latín que se utiliza desde el vocablo primario mortem, es decir, muerte.
Entonces, siguiendo este básico y limitado razonamiento, podemos inferir que amor - a-mort - tiene por significado primero desde la muerte.

Es claro que llegamos a una instancia dura, durísima, controversial por lo menos.
Sin embargo, quizás sea preciso no detenernos tanto en los razonamientos precedentes sino intentar redescubrir un significado desde el Espíritu que nos anima, dado con ternura y gratuidad por Jesús, hermano y Señor nuestro.

-Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, mucho fruto- dice el Maestro.

Tal vez -sólo tal vez- y aunque se nos asemeje tragedia, el amor implique necesariamente ir más allá de un sentimiento pasajero: con temor y temblor, quizás haya que reconocer/nos que amar significa morir.

Si, señoras y señores. Morir.
Morir a todo egoísmo, fenecer a la soberbia, extenderle partida de defunción a la avaricia, y más aún, llegar al extremo de negar alegremente el propio y natural instinto de supervivencia... para que el otro viva.

El grano de trigo lleva en lo profundo de su ser una fuerza vital insospechada: cuando sale de sí mismo sólo cumple plenamente con su destino de pan, creciéndose en espigas abundantes.

¿Acaso, según esta lógica, para ganar es imprescindible perder?
Alabado sea Dios porque es así, porque el Maestro nos ha enseñado con su Palabra y con la entrega ilimitada de su vida que nadie que viva para sí mismo está realmente vivo.
En realidad, quien vive para sí agoniza aún destellando salud y buena fortuna.

Dios mismo es un continuo salir de sí mismo, donación permanente y perpetua.

Nuestros hermanos mayores judíos lo saben bien: quien salva una vida salva al mundo.

Será cuestión de asumirlo y decidirse.
El Maestro ha dado el primer paso de esta caravana de peregrinos que con mansedumbre quieren obstinadamente morir a todo lo que nos aleja y ahoga, y, por sobre todo, que el hermano que languidece a nuestro lado...viva.

La glorificación de Dios -lo sabemos en estas tierras con mucho dolor- está en que el hombre viva en plenitud y libertad)

Paz y Bien

4 comentarios:

Unknown dijo...

Iba a decir: ¡sin palabras!
Pero no
A tu lado está la Palabra
Asi espero yo estar cerca de ambos
Un saludo
Al + Mc

Angelina de Maria dijo...

AMIGO:ME ENCANTO COMO ANALIZAS Y DEFINES LA PALABRA "AMOR"..EXCELENTE!!!!
MUERTE AL YO,PARA GLORIFICAR A DIOS Y VIVIR PLENAMENTE LA LIBERTAD...
BENDICIONES ANGELINA.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Hermano, gracias por estar siempre presente.
Pongamos el alma dispuesta, que Él -Palabra que se hizo uno de nosotros- está ahí nomás, al alcance de todos y no se queda quieto: nos busca.
A nosotros nos queda dejarnos encontrar.
Un abrazo en el Amigo inclaudicable
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Gracias, Angelina, por tu presencia y tus cálidas palabras!
Quizás -como vos bien lo regalás en tu bello blog- el mejor ejemplo de morir al ego para dar Vida es el de María, Madre, discípula y hermana a la vez, que en su pequeñez supo renunciar ¡con alegría! a todo interés por su suerte y abandonarse confiada en el Dios de la Vida.
Un saludo fraterno en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

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