Para el día de hoy (01/08/10):
Evangelio según San Lucas 12, 13-21
(En una primera lectura rápida, saltan a la vista dos cuestiones evidentes: una, que la disputa por el dinero -aquí la herencia- quiebra la fraternidad. Los hermanos ya no son tales, son dos adversarios litigando por un conflicto económico. La otra, el protagonista de la parábola parece creerse el ombligo del universo: no hay posibilidad del otro en su mirada, sólo le constan y le importan su riqueza, sus bienes, acumular sin medida, su ego es su sol: mis graneros, mi trigo, mis bienes.
Pero no basta con una lectura apresurada. Es preciso que la Palabra nos interpele, nos cale hondo, nos lea la existencia y, a su luz, nos reinterpretemos...
El Maestro se niega a zanjar en la disputa, a erigirse en árbitro de una pelea económica. Sabe que el problema no está allí, que la raíz es mucho más profunda, que la cizaña de la avaricia es cruel y separa a los hermanos.
-ya desde el seno de su Madre lo sabía; Ella, la que le cantaba al Dios que colma de bienes a los hambrientos y deja al rico sin nada. Él, que enseñaba con claridad que no se puede servir a Dios y al dinero-
El avaro y codicioso, es llamado necio, insensato, es decir, un sin/razón.
El avaro y codicioso se encamina a la noche de la muerte, pues sólo vive para sí mismo: la vida del Evangelio está signada por la entrega desinteresada y generosa de la propia vida al otro. Todo lo que esté fuera de este sendero, es vereda mortal.
Allí está el nudo, ése es el problema. Jesús se niega a zanjar en cuestiones de suyo inhumanas, no hace un análisis económico, político o ideológico.
El origen de los males está en el corazón de los hombres.
Lo sabemos: los graneros, ayer y hoy en día, son cada vez más grandes.
Son los graneros del egoísmo y la avaricia, de la concentración de bienes sin medida, graneros en donde se acumula la mayoría de la harina para unos pocos y se le niega el pan a tantos, graneros que niegan abiertamente la fraternidad y desprecian la solidaridad.
Nos dice el Maestro que el sentido pleno de la existencia se encuentra en enriquecerse en orden a Dios. Y aquí hemos de hacer un alto: estas riquezas de la Gracia son una maravillosa paradoja que implican no acumular méritos virtuosos, sino más bien que uno se vuelve más y más rico cuanto más se desprende de lo propio -¡de sí mismo!- en favor del hermano, en especial, del que está sumergido en la más abyecta miseria.
Habrá que definirse; decidirse a servir al dios dinero o al Dios de la Vida.
Todos, sin excepción, tenemos la certeza de que un día la muerte llamará a nuestra puerta -ricos y pobres, avaros y solidarios-. Pero se puede vivir plenos y hacer de este mundo un lugar agradable a la mirada del Maestro, un mundo en donde florezca la solidaridad con el empuje del Reino, y se anticipe en la justicia y la fraternidad la vida que no tiene fin y a la que todos estamos invitados, sin los muros crueles de la avaricia que separan a los hermanos y el alambrado del egoísmo que cercena y acota la existencia)
Paz y Bien
Sólo estár....
Hace 7 horas.
2 comentarios:
Es muy acertado el comentario sobre la Palabra de DIOS. Creo que eso es lo que JESÚS viene a decírnos: no te preocupes por ti, mira al otro y trata de atenderlo y vivir para él.
Realmente es lo más difícil, pero es el verdadero granero y la clase de granos que hay que atesorar y guardar.
Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.
Es así de paradójico, querido Salvador, la acumulación del Reino sucede cuando más se gasta la vida en favor de los demás.
Un abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo
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