Sábado de Gloria: la muerte no tiene la última palabra

 




Sábado de Gloria 

Vigilia Pascual en la Noche Santa

Para el día de hoy (03/04/21):  

Evangelio según San Mateo 28, 1-10



En cierto modo, los Evangelios tienen niveles de profundidad inagotables. Como un mar sin orillas, la rumia humilde y reverencial nos pone en la sintonía de Aquél que inspira la Palabra. Y para ello, un primer paso es colocar nuestro corazón a escasa distancia de los acontecimientos, hacernos partícipes de todo lo que sucedía. No es complicado, aun cuando sus consecuencias no puedan mensurarse con facilidad.

Para los discípulos la noche oscura y cerrada parecía no terminarse. El Maestro, con el que habían recorrido caminos y compartido la vida por tres años, había sido ejecutado como un criminal, y no parecía ser el Rey que ellos pretendían que fuera. Y la persecución contra ellos mismos se acrecentaba a cada hora, tal era la inquina que flotaba en el ambiente.

Terrible el significado: de niño y de joven Jesús de Nazareth nunca tuvo casa propia. Su hogar era el de José el carpintero o las casas de sus amigos. Ahora, frente a la muerte, sus restos deben reposar en una tumba prestada por José de Arimatea. La pesada piedra que obtura la entrada tiene el peso de lo definitivo… y de lo prohibido. Ese cuerpo yerto es peligroso para muchos, y por ello hay que bloquear cualquier acceso. Cerrado a cal y canto, sólo resta que se pudra en el olvido.

Pero Cristo es un muerto inquieto, felizmente indócil.

Asoman y florecen varias rupturas que desairan los colores definitivos que suelen imponerse desde el poder para doblegar voluntades y sojuzgar existencias.

“Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana…”  El Shabbat era el día que se consagraba a Dios. La religiosidad imperante de un rigor sin espíritu había potenciado hasta el absurdo todo lo que no podía hacerse ese día, y el quebranto de las normas podría acarrear la muerte. El primer día será el domingo, primer día de la semana, alba de un nuevo tiempo y una nueva humanidad.

 María de Magdala y “la otra María” –madre de Santiago y José- se encaminan al amanecer al sepulcro. María Magdalena fue testigo de su pasión y muerte, y la otra María testigo junto con Magdalena testigos de su entierro. 

Hemos de ponernos en su lugar: han vivido el dolor y el terror de la Pasión y del quedarse solas, de ir a una tumba prohibida, quizás a dejar unas flores en la piedra enorme que impide la entrada junto a los soldados. Aún así, con ese pesar que aplasta, van, no se quedan, no se esconden, no se marean de auto conmiseración.

Sin embargo aquí hay otra ruptura: para la legislación procesal penal judía, era necesario el testimonio de dos hombres como fedatarios de una verdad. Dos hombres, que quede claro. Ellos –los Once- están escondidos por temor a las represalias de las autoridades religiosas. Ellas dos serán testigos únicas y privilegiadas de un hecho puntual: la tumba está bloqueada por una piedra pesadísima y guardada por soldados armados. Nadie podría robarse el cuerpo y mentir cualquier cosa. Pero son testigos de la verdad de la Resurrección del Señor, y serán apóstoles de los apóstoles, mensajeras de la mejor de las noticias.

Un Mensajero baja del cielo, corre la piedra y se sienta sobre ella.

Acontecen varios temblores de diversa intensidad.

Las mujeres son presa del temor. La presencia de un Ángel siempre significa un suceso escatológico, es decir, un acontecimiento divino. Temor y temblor reverencial ante la piedra corrida como si nada, ante el Ángel que les habla y buscar despejarles los miedos, y frente a su afirmación que el Maestro amado no está más allí. Ha resucitado, la tumba deviene inútil, hogar de la nada. Cristo siempre vá por delante.

Un movimiento sísmico conmueve Tierra Santa, recordatorio que la Resurrección de Cristo no se agota en lo histórico sino que es un acontecimiento cósmico, universal. Toda la creación se conmueve.

Los guardias no eran mercenarios pagos o matones de alquiler. Eran tropa romana designada por el pretor pilatos, es decir, fuerzas de élite habituadas a las legiones y al combate fiero. Sin embargo, esos guardias se desvanecen y quedan como muertos. Grabemos esto corazón adentro: no hay imperio ni potestad terrena que prevalezca. El Dios de la Madre del Señor derriba a todos los poderosos de sus tronos, y más temprano que tarde los brutos terminan aplastados en su violencia torpe.

Ellas tienen una misión que el Mensajero les encomienda, dar la Buena Noticia a los discípulos, aún con el temor en ciernes por todo lo que les había pasado.

Pero no es suficiente. No alcanza a veces que te cuenten las cosas. Es necesario vivirlas en plenitud.

Aquél que es camino, verdad y vida ha vencido a la muerte, y se les aparece para que todo temor finalmente se disipe, para que tengan alas en el alma y en los pies.

Ellas se postran a sus pies y le abrazan, en reconocimiento que Él es su Dios y su Amigo.

La misión de ellas es también nuestra misión.

Nos encontraremos con el Resucitado y sus hermanos en todas las Galileas del mundo, allí, precisamente, en donde nada bueno se espera, en donde todo se ha cancelado, en donde toda noticia es mala.

Hemos de volver con ahínco robusto a esas Galileas, a esas periferias de la vida para que se celebre la vida y campee nuevamente la alegría.

Somos hermanos y enviados del Resucitado, esperamos fielmente contra toda esperanza en un mundo que nos agobia y aplasta.

La muerte no tiene la última palabra. El Señor resucitó!

Feliz Pascua de Resurrección!

Paz y Bien


1 comentarios:

Walter Fernández dijo...

Feliz Pascua de Resurrección! Que la Fuerza del Resucitado llegue a Uds y sus Familias 🙏 Paz y Bien 🙏

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