Jueves de la Octava de Pascua
Para el día de hoy (31/03/16):
Evangelio según San Lucas 24, 35-48
La escena que nos brinda el Evangelista Lucas en el Evangelio del día presenta dos aristas contrapuestas que podemos reconocer entre el saludo de paz del Resucitado -Shalom que no deja dudas- y la reacción atónica y temerosa de los Once, el colegio apostólico.
Esa reacción es propia de hombres a los que aqueja grandes culpas, la sombra del abandono del Maestro en las horas decisivas de la Pasión y su incredulidad en la resurrección frente al testimonio veraz de otros discípulos fieles de Jesús.
Ellos se han quedado presos de los esquemas de un Mesías victorioso y revestido de gloria que se imponga por sobre sus enemigos y restaure la corona davídica y, con ello, la soberanía de la nación judía. Pero a la vez, la imagen sangrienta y agonizante del Señor se les había quedado impresa en su memoria y su razón: es por ello que cuando Cristo irrumpe en la estancia en donde se encontraban, creen ver un fantasma, una ilusión, el regreso del ánima de un muerto que viene a exigirles rendición de cuentas.
En las mesas de Cristo siempre acontecen hechos asombrosos, pródigos de eternidad, revelaciones divinas, y esta ocasión no es distinta: el Resucitado come frente a ellos pero también con ellos. Allí están sus manos y sus pies traspasados, pero sigue siendo el mismo Cristo que ha compartido con ellos Palabra, caminos y pan, que murió en la cruz y que ahora ha resucitado. No se trata de una aparición fantasmagórica ni de una trampa psicológica, es el Señor.
Son hombres culposos, pero re-creados por la inmensa misericordia de Dios que los renueva desde el Pan y la Palabra compartidas, porque al Resucitado ha de encontrársele siempre en comunidad, vocación familiar y eterna de un Dios que se hace presente en la Iglesia.
El testimonio de María de Magdala y de los discípulos de Emaús son importantísimos, pero esa no es nuestra fé.
Nuestra fé es la fé de los apóstoles, y se funda en el testimonio de aquellos que han sido testigos vitales de la vida, la muerte y la Resurrección de Cristo, mensaje definitivo que hemos de llevar a todos los pueblos, servidores humildes de una luz que no nos pertenece.
Paz y Bien
2 comentarios:
Al Resucitado ha de encontrársele siempre en comunidad, gracias, es verdad , por eso pienso que Jesús las primera palabra que pronuncia es la PAZ, si en el corazón de cada miembro de comunidad no hay paz, es imposible ver y descubrir a ese resucitado escondido en cada uno de nosotros , que Cristo resucitado, nos de su paz, para poderle ver, gracias por su ayuda, me gusta mucho y me da muchas luces, que Dios sigua utilizándolo como su instrumento y sigua amando a través de usted, gracias,
Dios quiera que la paz de Cristo se haga tiempo y cotidianeidad en estas mínimas vidas que somos. La paz es posible, es un ofrecimiento siempre presente de ese Resucitado que no nos abandona, aún en la locura abrumadora de este mundo.
Dios la acompañe siempre
Paz y Bien
Ricardo
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