Para el día de hoy (26/09/13):
Evangelio según San Lucas 9, 7-9
(Las discusiones persistían.Que el rabbí galileo era Elías, augurando las ansias del fin mesiánico de los tiempos. Que era un antiguo profeta redivivo, pura fuerza liberadora para el Israel sometido. Que era el Bautista ajusticiado recientemente, que hacía resonar su voz fuerte nuevamente.
Las gentes depositaban en ese nazareno sus esperanzas y frustraciones.
No era ajeno a ello el mismo Herodes, tetrarca de Galilea, aunque su inquietud pasaba por otro lado. Es que el brutal reyezuelo era muy supersticioso, y esa tendencia combinada con su voracidad por el poder es una mixtura malsana.
Así como las gentes querían adaptar a Jesús de Nazareth a sus propios esquemas y retratos, Herodes -e cierto modo- también, y su interés en conocerlo y verle no es inocente ni responde a un genuino ansia de conocimiento. Cuando los poderosos tienen esos intereses, no está de más preocuparse, porque todo ello responde a celos por el poder, y por ese poder serán capaces de cualquier cosa, por inhumana que fuera.
En el horizonte de Cristo comienzan a juntarse nubes oscuras.
Siempre se trata de lo mismo. Ese Cristo jamás terminará de adaptarse o encuadrar en nuestros retratos personales o comunitarios. Él está mucho más allá de cualquier molde o preconcepto, y maravillosamente rompe esas fotografías pálidas, y no dejará de sorprendernos. También se escapa a cualquier manipulación miserable o mezquina que se intente.
Porque la Buena Noticia no puede ser acotada, alambrada, maquillada con intereses escasos. La Buena Noticia son esos vinos abundantes de las bodas en Caná, el pan que no se agota, los peces que sobreabundan, el tesoro desbordante de la Gracia.
Siempre estamos a tiempo de recuperarnos en sanos asombros. Y nos debemos el permitirnos ver en plenitud el rostro de Aquél que jamás nos abandona)
Paz y Bien
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