La barca Iglesia



Para el día de hoy (05/09/13):  
Evangelio según San Lucas 5, 1-11



(Para el mundo semítico, el mar representaba el caos, el desorden perpetuo que devoraba vidas con su propio Leviatan; en sí, era considerado el símbolo antinómico del cosmos, del orden del universo querido por Dios, es decir, fuerza destructora y opuesta a la voluntad creadora de Dios.

En cierto modo, el mundo es también es figura del mar que se traga a tantos pequeños peces a la deriva. Es por eso que Jesús de Nazareth no se anda con discursos desencarnados, exégesis o abstracciones. Él habla mirando directamente a los ojos y al corazón de los suyos, especialmente en donde cunde el desaliento, el desánimo y la confianza se ha desvanecido.

Es cuestión de confiar, aunque la experiencia diga que el esfuerzo deviene inútil, que ya hemos hecho de todo de balde. Hemos de confiar, y allí sí, florecerán los milagros.

Pues esta familia creciente que llamamos Iglesia es una barca frágil, a menudo amenazada de zozobra por los oleajes peligrosos de mezquindades y escándalos, de egoísmos y desmemorias. Pero la misión sigue siendo la misma.
Es preciso navegar sin miedo mar adentro, para que muchos peces perdidos permanezcan con vida. A pesar de que sean multitud, nuestras escasas redes no se romperán, porque están tejidas a pura Gracia.

Ser pescadores de hombres no implica convertirse en captadores de adeptos, ni tampoco en eficaces multiplicadores de integrantes religiosos. Ser pescadores de hombres es una tarea riesgosa, pero que ante todo busca la vida de los perdidos y extraviados.

Entonces sí, vale la pena dejar todo por esa confianza asombrosa que se nos ha brindado, por todo lo que se ha puesto en nuestras manos)

Paz y Bien

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