Fieles difuntos
Para el día de hoy (02/11/16):
Evangelio según San Lucas 24, 1-8
Hoy es un día de recuerdo y oración. Seguramente algunas lágrimas y asomos de tristeza, y la nostalgia de la ausencia de los seres queridos, aquellos que amamos y que nos precedieron en el camino de la vida.
Hoy los cementerios en muchos lugares se pueblan de visitas piadosas, se revisten de flores y plegarias, todas cuestiones de amores.
Aún así, la muerte nos dispone con ciertos talantes. La resignación frente a lo inevitable. Los ritos mortuorios que se exacerban, y quizás el estado culposo del sobreviviente. Los símbolos culturales que tienden a ahondar el dolor.
Habrá sucedáneos, claro está, porque demasiado dolor no es fácil de sobrellevar como tampoco la soledad y el desconsuelo.
Sólo desde la fé podemos emigrar desde el dolor hacia la esperanza.
Mejor aún, con el dolor al hombro seguir andando hacia otros campos más luminosos.
Frente a esa seguridad de finitud inevitable, Cristo responde con la cruz y la tumba vacía, sepulcro inútil para una muerte que no tiene la última palabra.
En el Resucitado la humanidad encuentra la certeza de que nunca moriremos, que todos tenemos un destino soñado por el Creador de vida eterna. Todos resucitaremos y nos reencontraremos en el día final que es el comienzo definitivo.
Paz y Bien
3 comentarios:
La muerte no tiene la última palabra; no es el fin de todo, sino que redimida por el sacrificio de la cruz, puede ser ya el paso a la alegría de la vida sin fin , Gracias, un abrazo fraterno.
¡Cristo venció a la muerte!
Ven, María: Que el Resucitado nos siga congregando en estos ámbitos a menudo tan extraños como fructíferos. Nos encontraremos, sin importar distancias, en la Ecuaristía y en la Palabra
Dios las bendiga y proteja con su Paz y su Bien
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