Para el día de hoy (19/09/09):
Evangelio según San Lucas 8, 4-15
(La Palabra del día de hoy nos enseña desde la parábola de la semilla.
En los tiempos de la predicación del Maestro, la agricultura no era tarea fácil: el terreno era habitualmente pedregoso, pocas aguas de cultivo, demasiado sol y matorrales, mucho camino cercano al sembradío que hacía que los viajeros pisotearan las semillas.
Aún así, los campesinos cada año renovaban el sembrado, confiados en la tierra fértil y en la generosidad de la naturaleza.
Y el Señor les plantea a sus discípulos, luego de explicarles la parábola de la simiente, algo misterioso: Él gustaba de enseñar con parábolas, pues sabía que la gente más sencilla aprendería con mayor facilidad... Sin embargo, las parábolas estaban destinadas a revelar la verdad a unos y ocultarla a otros.
A primera vista, puede parecer un mazazo a la esperanza.
No obstante, no es cosa del Maestro esconder el Reino de los Cielos: todo depende de nosotros.
Será cuestión entonces de abrir el corazón y tener la confianza del campesino que, aún en medio de las dificultades, tiene fé en que la pequeña semilla depositada germinará y dará muchos frutos.
Pues lo oculto se revela al corazón que espera confiado en Dios)
Paz y Bien
Fredy...
Hace 53 minutos.
4 comentarios:
Ricardo, que hermosa y sabía reflexión, comenzar el día con estas palabras dá el ánimo de comenzar como el campesino en tierra arida solo prendido de la fé en el Señor, gracias, bendiciones.
Aunque no veamos el fruto de la siembra, Dios nos pide que seamos sembradores, que no descansemos y que confiemos en la bondad final del hombre, que volverá su rostro al Padre y ya no sufrirá.
Debemos ser pacientes, pues nuestro tiempo no mide el de Dios.
Querida Queoquina, gracias a tí. Quizás la actitud confiada del campesino es la misma que nos dice el Maestro acerca de hacernos como niños... niños que confían totalmente en su Padre. Un afectuoso saludo. Paz y Bien. Ricardo
Estimada Marisela, nada más cierto. No se trata tanto de ver los frutos de una cosecha que no nos pertenece, sino de confiar en la bondad de la semilla que ha de crecer conforme a sus tiempos propios, que no son los nuestros. Un abrazo fraterno en Cristoy María. Paz y Bien. Ricardo
Publicar un comentario