María
Madre de Jesús, nuestro hermano y Señor,
y Madre nuestra
Hace ocho siglos el Espíritu de tu Hijo
impulsó a varios maravillosos locos y santos
hermanos nuestros a dar la vida por la libertad de los cautivos.
Y vos estabas allí
tenaz en tu fé
obstinada en tu amor
con los ojos salobres
de tantas lágrimas que derramaste por tus hijos oprimidos
-Pedro Nolasco y sus compañeros te sabían con ellos
y por eso no cejaron en su compromiso de amor y libertad-
Hoy han cambiado los términos y los modos
pero los poderosos siguen siendo poderosos
y miles de nuestros hermanos sufren
-a menudo ante nuestra mirada impávida-
la cautividad y la opresión
que son afrenta a su dignidad de hijas e hijos de Dios.
Vos sabés bien que sucede con tus hijos
hay muchos cautivos y oprimidos
por la miseria
por la exclusión
por el desempleo
por el color de su piel o el lugar en dónde viven
por haber nacido en determinado lugar
por ser considerados menos que nada
Con tu ¡Sí! incondicional y confiado al Padre Eterno
has abierto las puertas de la Redención
llevando en tu vientre a quien se esperaba siglo tras siglo,
amamantándolo, criándolo, siendo su mejor discípula,
acompañándolo hasta su inmenso sacrificio de la cruz
y siendo testigo de su victoria sobre la muerte.
Ayudanos hoy a vencer ante todo nuestros miedos y temores
nuestras incertidumbres y nuestra falta de confianza
Vos sos la Liberación también.
El despojo de vos misma por puro amor
la entrega confiada en Aquél que nunca nos abandonó
abrió la puerta que jamás ha de cerrarse.
Acompañanos
La tarea parece inmensa, pero no es imposible
La cautividad que ofende la dignidad de las hijas e hijos del Padre de todos
puede convertirse en fiesta de liberación
en fruto viviente del Reino de tu Hijo, nuestro hermano
Ayudanos
para que dar la vida por la libertad del prójimo
sea la tarea primordial
y se convierta en sacramento del Reino
y camino de nuestra plenitud, que es también la tuya.
María de la Merced,
de la Misericordia infinita de Dios
de la Redención de cautivos
intercede por nosotros ante tu Hijo
-Él nada te niega-
para no ceder en nuestro compromiso
y tener bien abiertos los ojos
para mirar y ver la opresión
que es contraria a la Vida que Dios quiere
para todos sin distinción.
María de la Merced, ruega por nosotros
Madre de Jesús, nuestro hermano y Señor,
y Madre nuestra
Hace ocho siglos el Espíritu de tu Hijo
impulsó a varios maravillosos locos y santos
hermanos nuestros a dar la vida por la libertad de los cautivos.
Y vos estabas allí
tenaz en tu fé
obstinada en tu amor
con los ojos salobres
de tantas lágrimas que derramaste por tus hijos oprimidos
-Pedro Nolasco y sus compañeros te sabían con ellos
y por eso no cejaron en su compromiso de amor y libertad-
Hoy han cambiado los términos y los modos
pero los poderosos siguen siendo poderosos
y miles de nuestros hermanos sufren
-a menudo ante nuestra mirada impávida-
la cautividad y la opresión
que son afrenta a su dignidad de hijas e hijos de Dios.
Vos sabés bien que sucede con tus hijos
hay muchos cautivos y oprimidos
por la miseria
por la exclusión
por el desempleo
por el color de su piel o el lugar en dónde viven
por haber nacido en determinado lugar
por ser considerados menos que nada
Con tu ¡Sí! incondicional y confiado al Padre Eterno
has abierto las puertas de la Redención
llevando en tu vientre a quien se esperaba siglo tras siglo,
amamantándolo, criándolo, siendo su mejor discípula,
acompañándolo hasta su inmenso sacrificio de la cruz
y siendo testigo de su victoria sobre la muerte.
Ayudanos hoy a vencer ante todo nuestros miedos y temores
nuestras incertidumbres y nuestra falta de confianza
Vos sos la Liberación también.
El despojo de vos misma por puro amor
la entrega confiada en Aquél que nunca nos abandonó
abrió la puerta que jamás ha de cerrarse.
Acompañanos
La tarea parece inmensa, pero no es imposible
La cautividad que ofende la dignidad de las hijas e hijos del Padre de todos
puede convertirse en fiesta de liberación
en fruto viviente del Reino de tu Hijo, nuestro hermano
Ayudanos
para que dar la vida por la libertad del prójimo
sea la tarea primordial
y se convierta en sacramento del Reino
y camino de nuestra plenitud, que es también la tuya.
María de la Merced,
de la Misericordia infinita de Dios
de la Redención de cautivos
intercede por nosotros ante tu Hijo
-Él nada te niega-
para no ceder en nuestro compromiso
y tener bien abiertos los ojos
para mirar y ver la opresión
que es contraria a la Vida que Dios quiere
para todos sin distinción.
María de la Merced, ruega por nosotros
2 comentarios:
Que sepamos ser liberadores de nuestras pasiones y de nuestra esclavitud al pecado, que dejemos de estar atados con cadenas a ellos. Un saludo y gracias por tan bonita exposición
Gracias mi querido hermano, pues tu presencia constante -al igual que la de otros amigos y hermanos- es un bálsamo y un signo de la bondad del Padre en estos momentos de cruz y tristeza que debemos vivir con los míos.
Y debo contarte una confidencia: antes de descubrir por la Gracia de Dios mi verdadera vocación a vivir la fé en el mundo construyendo una familia -al igual que tú- pertenecí durante cierto tiempo a la familia mercedaria, a la que guardo un entrañable afecto. Desde ese entonces hago mías las ansias por la libertad de cada uno de nosotros y de todos los hijos de Dios, impulsados por el Espíritu de Jesús y acompañados por Ella, siempre incondicional y junto a nosotros.
Un abrazo fraterno en Cristo y María y la bendición del Dios de la Vida para tí y los tuyos. Paz y Bien. Ricardo
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