Denles ustedes de comer


Para el día de hoy (03/08/09):

Evangelio según San Mateo 14, 13-21

(Herodes había celebrado un banquete de corrupción y muerte: Jesús se había enterado del martirio de Juan el Bautista.

Seguramente estaba profundamente conmovido, por ello la Palabra nos cuenta que se subió a una barca pues quería retirarse a un sitio tranquilo y apartado -el dolor y la tristeza nos imponen silencio y reflexión-.

Pero la gente lo seguía por tierra desde los pueblos: una multitud siguiendo a la pequeña barca que transportaba a Jesús.

Aún cuando el Maestro necesitaba estar solo, no se concede un segundo de descanso... Lo mueve su infinita compasión por todos aquellos agobiados, enfermos, desesperados.
Allí mismo se pone a curarlos, deja todo de lado por aquellos que lo necesitan, no vacila ni un instante en socorrer a los desvalidos.

Parece que eran muchos; se hacía tarde y los discípulos le encarecen que los mande de vuelta -era un lugar despoblado- para que puedan comprarse algo de comer.

-Denles ustedes de comer- dice el Maestro, pues las cosas del Reino de los Cielos suelen correr por andariveles distintos a los de nuestras practicidades.

Los discípulos siguen aferrados a sus esquemas mezquinos, pues ¿cómo darle de comer a tantos, si sólo tenían a mano cinco panes y dos pescados, producto de la entrega desinteresada de un niño?

-Denles ustedes de comer- vuelve a insistir el Maestro, pues no se trata sólo de una lógica escasa que debe ser superada, sino también de desprenderse de lo que se tiene y compartir, por poco que parezca - al fin y al cabo, cinco panes y dos pescados eran almuerzo de pobre-

-Denles ustedes de comer- nos dice ahora mismo el Señor

El hambre, la ignominiosa falta de sustento acosa a miles y oramos para que esto no vuelva a suceder. Y no está mal, pero resuena la voz del Maestro:

-Denles ustedes de comer-, y Él hace milagros cuando decidimos compartir/nos, dar/nos.

Herodes y sus herederos actuales siguen empeñados en celebrar banquetes de muerte.
Jesús nos invita a todos al gran ágape de la vida, a la gran cena feliz y permanente de la humanidad.

-Habrá que preguntarse de cuántos panes y de cuántos pescados estamos dispuestos a desprendernos para que los hermanos no pasen hambre, para satisfacer el sustento de la vida y para saciar las ansias de plenitud y eternidad de tantos-)

Paz y Bien

2 comentarios:

Salvador Pérez Alayón dijo...

Mi primera reacción es buscar una justificación que colme la salida de no afrontar tal responsabilidad. Me digo: sí, hoy le damos de comer, pero ¿mañana?... y así trato de acallar mi conciencia. Se hace difícil y muy cuesta arriba compartir, partir con, tus panes y peces con los otros. No solamente hoy, sino siempre que sea preciso. Así lo hizo JESÚS y lo continua haciendo conmigo, ¿o es que no se dió y se da cada día enteramente por mí?
Recuerdo las palabras de Juan Pablo II: no tengan miedo... Y debe ser así, pues en la medida que uno se disponga y se entregue, el ESPÍRITU hará lo más difícil: "que tengamos la fuerza y generosidad de poder darnos y dar".
Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

El Dios de la Vida está ahí, esperando nuestros pequeños panes para obrar el milagro... Gracias hermano por tus palabras llenas de fé. Un abrazo en Cristo y María. Paz y Bien. Ricardo

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