Un león manso, Rodolfo Ricciardelli


(al padre Rodolfo Ricciardelli, que en apariencia se nos fué un 13 de julio de 2008)

Esto a ser difícil de expresar.
La razón quiere dictar la linea rectora, pero es en el corazón en donde anidan las certezas.
La razón ordena decir que hoy, exactamente un año atrás, te fuiste.

En cambio, el corazón tiene la certeza de que partiste, y sin embargo, estas presente con mas fuerza y no solo en la memoria.
Tu presencia es viva, es activa.

(Estoy seguro de que no simpatizabas demasiado con eso de "descansa en paz"... Lo tuyo es mas bien "vive para siempre")
Porque vos, y los que son como vos, no han de quedarse quietos, aun cuando se haya de dar el salto de la muerte terrenal.

Y lo que voy a decir a continuación -seguro- va a resultarte molesto: nunca te agradó que hablaran de vos, y me vas a tener que disculpar, pero si en la historia humana existen leones mansos, vos sos uno de ellos.

(Enojate ahora)

Pero sos ante todo un hombre bueno, tenaz, inquebrantable en tu mansedumbre.
Que nadie toque a uno de los tuyos, a los hermanitos mas pobres, a aquellos a los que la sociedad les dice continuamente que están de mas, que sobran, que no existen.

Tu corazón anda sublevado de amor, con una persistente e insatisfecha hambre de justicia... Y de justicia que comience aquí abajo, en estos arrabales de la tierra, aquí donde se asoma el Reino de los Cielos.

Así y todo, tu bravura es hermana de la mansedumbre, al igual que ese Jesús al que veías a diario mancillado, escarnecido, de nuevo crucificado.

Rodo -enojate de nuevo- pero vos sos un tipo poderoso.
Porque al igual que el Padre de Jesús -padre tuyo, mio, nuestro!- lo tuyo es cosa de amor.
Y el Padre de Jesús es Todopoderoso por eso mismo, porque es Amor.

Sos muy poderoso, lo fuiste y lo seras por tu capacidad de amar, de negarte a vos mismo y darte a los demás, al extremo de sacrificar tu propia vida.
Tu corazón grande comprendía a los que, desesperados ante las injusticias, elegían el camino de las armas.
Sin embargo, vos seguías los pasos del Maestro, Siervo de todos y Manso, sumiso solo ante el Padre Dios.
Por eso, sin duda, su Espíritu te sostuvo.
Por eso, no pudo con vos la Triple A, el nefasto terrorismo de Estado que mataba, secuestraba y torturaba en nombre de Dios, las organizaciones armadas, el neoliberalismo del hambre y la miseria, tus catequistas desaparecidos, la soledad en tu sacerdocio por cierta jerarquía que miraba en otra dirección, las drogas que consumían a los jóvenes, el narcotráfico, el linfoma que te acosaba...

Si algo aprendí de vos -y soy torpe, limitado y un tenaz cabeza hueca- es que no se puede creer y seguir los pasos de Jesús sin rebelarse ante la injusticia, sin jugarse el todo por el todo por el hermano en peligro.

Ahora andás en la Casa del Padre haciendo de las tuyas, incansable protector de los más pequeños y desamparados.
En esa casa inmensa -con lugar para todos- que Jesús nos ha preparado y nos ofrece en nombre de su Padre, te has juntado con otros tantos -comunión le decimos- (hace poco mamá fue hacia allá, y te agradezco desde lo mas profundo de mi alma, porque se que la fuiste a recibir en los umbrales)

La razón dicta: -¡Como se te extraña, carajo!-
Pero es el corazón en donde habitan las certezas, donde mora la verdad, donde el Señor se hace Vida plena.

Y esa certeza me dice que estas más vivo y presente que nunca, inquieto como siempre, bravo y tenaz en tu mansedumbre.

Rodo, rezá con nosotros y rezá por nosotros.
Un abrazo grande en Cristo y María.
Paz y Bien.
Ricardo

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