Elogio a la Madre, alabanza al Hijo

 


 

 

 

 

 

 

 

Para el día de hoy (10/10/20):  

Evangelio según San Lucas 11, 27-28

 

 

 

Jesús de Nazareth sorprendía a propios y a ajenos y suscitaba reacciones encontradas, a menudo destempladas, pero nunca pasaba inadvertido.
Entre las gentes más sencillas, el pueblo raso que no tenía distinciones para los poderosos, no dejaban de asombrarse: Él sanaba a todos, se sentaba a la mesa con los excluidos y olvidados, hablaba de un Dios de amor, un Dios Abbá.
Ese Cristo era tan pero tan parecido a ellos que también era motivo de alegre orgullo.

Precisamente ese sentimiento es expresado por una mujer, levantando su voz por sobre la bulla de la multitud, profundo elogio femenino -de una madre a otra-, una mujer que se regocija por el hijo magnífico de otra. Los varones, claro está, apenas podemos ser meros cronistas ajenos de un hecho así; sólo las mujeres pueden comprenderlo y vivirlo en su plenitud.
Aún así, aún con el gozo genuino que enarbola esa mujer, se trata de un ámbito que se agota en la cercanía física, en la biología.

El Maestro no desaira ese clamor cordial, pero invita a ir más allá, a las tierras fértiles de la fé, ámbito de Dios, espacio de la salvación. Los benditos, los felices, los plenos son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica, Evangelios vivos y palpitantes: ésa es la condición filial que identifica a la nueva familia y al nuevo pueblo que se congrega en torno al Señor de la Historia.

Elogio a la Madre, feliz por creer, bienaventurada por rumiar la Palabra en las honduras de su alma y encarnarla en su existencia, fecunda como madre, hermana y discípula.

Paz y Bien

1 comentarios:

Walter Fernández dijo...

Que seamos Felices, practicando tu Palabra Señor! Paz y Bien 🙏

Publicar un comentario

ir arriba