Para el día de hoy (04/11/11):
Evangelio según San Lucas 16, 1-8
(Sería fácil encaminarse a través de esta parábola por criterios mercantiles y con esa medida que solemos tener acerca de lo justo y de lo injusto, es decir, en el mejor de los casos cuando entendemos por justicia dar a cada uno lo suyo.
Desde esos parámetros, claro está, podemos hablar con holgura acerca de un administrador infiel y a la vez astuto; es así desde nuestros criterios limitados, y seguramente ha de tener una gran influencia en nosotros esas lesiones que nos producen los hechos de corrupción y nos corroen el alma.
Pero hay que animarse a más ¿porqué no buscar una clave/llave de lectura desde lo increíble de la Gracia de Dios?
Desde allí todo cambia: esos deudores somos todos y cada uno de nosotros pues, al fin y al cabo, nuestras deudas como hijas e hijos del Padre son impagables, exorbitantes. No hay plan ni tiempo para su cancelación.
Pero allí está el escandaloso mayor, Jesús de Nazareth, derrochador consuetudinario de amor y perdón. Se nos perdona de un modo inconmensurable, absolutamente desproporcionado por aquellas acreencias adquiridas en nuestros olvidos y negaciones de Dios y del otro.
Nuestras deudas han sido saldadas a precio de sangre por Aquél que nada ha guardado para sí, por Aquél que quiere ser recibido con alegría en el hogar de nuestras pobres existencias morosas.
Quizás a nosotros nos quede actuar así, a su modo, derrochadores empecinados de compasión y misericordia, aliviadores perpetuos de tantas cargas que impiden la esperanza y el futuro)
Paz y Bien
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