Comerciantes de almas, cambistas de lo ajeno

Para el día de hoy (09/11/11):
Evangelio según San Juan 2, 13-22


(La situación descrita en la Palabra para el día de hoy siempre nos conmociona: imaginarnos a Jesús látigo en mano, echando animales y volcando mesas de cambistas nos lleva necesariamente a pensar en una escena de ruptura violenta.
Seguramente, todo ello desató más de un odio en los miembros del Sanedrín que poco tiempo después habrían de sentenciar a muerte al Maestro: algunos de ellos -especialmente Anás y su familia- tenían importantes intereses pecuniarios en esas mesas y obtenían inmensos réditos dada la afluencia de peregrinos de Israel y de la Diáspora al Templo de Jerusalem.

Pero quedarnos solamente con la superficie de los hechos -por significativa que fuere- implica renegar del signo y el símbolo que supone.
En realidad, hay mucho más que manadas de bueyes y ovejas espantadas y es otro el significado de esas mesas cambiarias volcadas.
Lo que se derriba es esa mentalidad de los apropiadores de almas, aquellos que pretenden comercializar la Gracia incondicional de Dios, el amor y la misericordia que se derraman sobre todos gratuitamente. Allí está el auténtico escándalo que Jesús de Nazareth no soporta ni tolera.

Es el escándalo de pretender que la Gracia es para unos pocos elegidos; es la desfachatez de imponer normas y rituales a cumplir puntillosamente para procurar el amor incondicional y gratuito del Dios de la Vida.
Es la crueldad mayor de restringir con condiciones previas el acceso a la mesa amplia de Dios que es Padre y Madre, que no quiere que ninguna hija o ningún hijo vaya a faltar a su banquete.

Las palabras siguientes del Maestro transforman y reubican el polo de toda existencia: los templos-sitios de culto y oración son importantes, pero los templos sagrados son cada mujer y cada hombre, templos vivos en donde habita el Espíritu de Dios, templos andantes en donde palpita la eternidad.

Quiera Dios que el celo por una casa amplia y accesible a todos, sin pagos previos ni comercio falaz nos encienda y consuma a todos y cada uno de nosotros)

Paz y Bien


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