Traficantes de promesas, mercaderes de la esperanza

Para el día de hoy (18/11/11):
Evangelio según San Lucas 19, 45-48


(Es un rabbí galileo, profeta de la periferia: su acento y sus modos lo descubren como tal, y es objeto de desprecio y burlas. Ese campesino tosco se atreve a enseñar y a hablar de Dios en las mismas caras de los doctores, de los sabihondos, de los profesionales de la fé.

Es un hombre solo, erguido en toda su talla frente al Templo enorme, sin miedos al gran número de enemigos que lo desprecian y buscan afanosamente su muerte. Para colmo de males, denuncia con voz clara y sin ambages que han trastocado todo, que hay un abismo entre lo que hacen y dicen, que le han puesto precio a todo, que se han vuelto traficantes de fé y que comercializan la esperanza.

Aún así, el pueblo bebía agradecido sus palabras.

¿Y a nosotros?

Cada día se nos vuelve más imprescindible que el Maestro se haga presente en los patios de nuestras vidas, que nos haga despertar esas ganas insustituibles de conversar con quien queremos -de lo que sea-, para enviar al destierro perpetuo una oración que es trueque de piedad repetitiva a cambio de favores divinos.

Para que no vendamos jamás nuestra esperanza.

Para que no se nos sacie nunca el hambre por la justicia.

Para que se nos vuelvan a encender los fuegos de la solidaridad y la compasión, esas llamas que alumbran fuerte y nos hacen ver desde dentro que lo sagrado se encuentra en cada mujer y en cada hombre, que cada vida es única e irrepetible)

Paz y Bien


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