Para el día de hoy (11/11/11):
Evangelio según San Lucas 17, 26-37
(El tiempo de Dios -kairós- fluye caudaloso por entre las aguas estancadas de nuestro acotado y escaso margen espacio temporal -chronos-.
Por la fé, sabemos y creemos en el regreso final y definitivo de Cristo: pero también sabemos que la historia está grávida de Dios, y que la eternidad se manifiesta también en la cotidianeidad, allí en donde mujeres y hombres comen, beben, se casan, compran, venden, plantan y construyen.
Quizás una de las claves que se nos proponga hoy es no aferrarse a lo que perece, a lo que implique muerte, renegando de cualquier asomo de corrupción.
El tiempo está maduro, y no hay que detenerse mi aferrarse al pasado, mirando hacia atrás, atándonos a todo aquello que nos aprisiona y nos puede derrumbar.
La vida es don, es gracia y misterio otorgado incondicionalmente. Se nos ha confiado a cada uno de nosotros tierra fértil para que rinda sus frutos, y en ese mandato la vida -en la ilógica del Reino- se gana cuando se pierde entregándola para que otro viva, en la fantástica pobreza de quien nada quiere para sí, de quien se lleva en las honduras de su alma a sus hermanos, del que se enriquece cuando se hace ofrenda, sin mirar atrás)
Paz y Bien
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