De audacias y talentos

Para el día de hoy (13/11/11):
Evangelio según San Mateo 25, 14-30


(Invariablemente, la lectura lineal de la Palabra conduce a una interpretación errónea de las enseñanzas del Maestro acerca del Reino y de su Padre.
La literalidad es madre de todos los fundamentalismos, esos que justifican desigualdades, que hablan de un dios severo y calculador propagador de miedos, que entierran en pozos perfectamente calculados la incalculable y maravillosa Gracia de Dios.

Desde esa postura -que nada tiene que ver con la Buena Noticia- es crucial discernir hacia donde quiere orientarnos la mirada la Palabra: suponer a un dios que reparte sus dones de acuerdo a las mayores o menores capacidades de las personas es un error grave, y es una postura muy cruel, que reniega abiertamente de la Gracia y la Misericordia que se nos revelan por Jesús de Nazareth.
De allí a pensar que hemos sido creados de modo desigual se justifican teológicamente que unos estén por sobre otros, que se realicen religiosos argumentos de prebendas y opresiones, que la fraternidad y el amor incondicional de Dios a todos los hombres y mujeres sea sólo una bella idea y no una realidad que nos impulse a transformar la tierra.

En ese sendero, la clave no está en la riqueza repartida, en los diversos carismas y capacidades ni en su uso y las exigencias previas canónicamente impartidas.

Hay que animarse a anunciar que, sin merecerlo, somos destinatarios y herederos de la increíble e inconmensurable Gracia de Dios. Anunciarlo a diario, en el silencio servicial y humilde de quien no vive para sí. Anunciarlo en el gesto bondadoso, en la palabra compasiva, en la escucha solidaria. Anunciarlo en el abrazo y en la transparencia cotidiana.
Animarse -con todo y a pesar de todo- a anunciarlo desde los tejados, y no esconderla en pozos de miedo, de exclusión, de elitismos.

La Gracia de Dios es un extraño tesoro, que se multiplica y crece en la medida en que se derrocha a favor de los demás.)

Paz y Bien



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