Reconocidos


Para el día de hoy (02/05/10)
Evangelio según San Juan 13, 31-35

(El Maestro está profundamente emocionado; tiembla en su angustia, pero permanece entero.
Les habla a los suyos con el corazón en la mano: sabe lo que se acerca, sabe de la traición inminente de uno de sus amigos.

Habla de la Gloria de Dios.
Y esa Gloria seguramente no es entendida por los discípulos; ellos esperan manifestaciones espectaculares del poder divino.
Sin embargo, es la manifestación mayor del Dios del Universo porque muestra en plenitud su esencia: el amor ilimitado, la donación de la vida sin medida.
Por eso la Cruz es signo del Amor perpetuo -no símbolo de muerte-, signo que será ratificado rotundamente en la Resurrección.

El Maestro se , pero quedan los suyos.
Aún así, no se del todo: Él permanecerá y se hará presente siempre que los suyos amen.

En apariencia, no hay ninguna novedad en esto del amor al prójimo.
Pero el Amor siempre es novedad, y hace nueva todas las cosas, y renace la vida.
Y el mandamiento sí que es nuevo: significa el despojo total del yo, la derrota del egoísmo para vivir por el tú y peregrinar hacia el nosotros.

En ese nosotros producto del amor sin condiciones y pura gratuidad, sólo allí, vive y late eso que llamamos Iglesia.

Nos hemos institucionalizado en demasía quizás; nos hemos mundanizado en complejidades vanas sin destino. A veces parece que todo pasa por el cumplimiento o la infracción de normas.

Pero lo nuevo del Amor más allá, siempre hay más, mucho más.

-la Palabra nos lo sugiere: el que se "" es el traidor, el que no quiere saber nada con Jesús, más el Maestro y su amor permanecen-

Vivimos inmersos en estructuras que sólo saben de egoísmos. A veces, más que discípulos nos volvemos cultores del trueque, cazadores impenitentes de recompensas divinas, y hemos dejado de lado lo principal, lo que nos distingue, lo que constituye la identidad de Jesús que es la nuestra.

Sólo seremos reconocidos como suyos cuando seamos capaces de negarnos hasta el extremo de dar la vida por el bien del otro, cuando vivamos para el otro y a través del otro.

En ese nosotros que surgirá con la fuerza imparable del Amor el mundo nuevo, los nuevos cielos y la tierra nueva, la Casa de muchas habitaciones que el Maestro ha preparado para todos.

Dios Padre y Madre de infinita misericordia se apiade de nosotros, nos perdone, nos lave los pies, para poder ser de una vez y para siempre ser reconocidos como suyos)

Paz y Bien

6 comentarios:

Eduardo Bolaños Vargas dijo...

[img src="http://2.bp.blogspot.com/_h6PkWURgGX0/S92bJ2-3fOI/AAAAAAAAAtQ/7bja8pASzbU/s1600/gran+aporte.png"

Salvador Pérez Alayón dijo...

Sólo a través de nuestra propia pasión, nuestra propia cruz, podemos encontrarnos con la Cruz de JESÚS y su Pasión.

Porque para llegar a la Resurrección y encontrarnos con JESÚS Resucitado, tengo primero que aceptar mi pasión, mi camino hacia el Golgota y crucificarme en JESÚS como hizo ÉL.

Esa es la novedad del nuevo amor, "amar como ÉL lo hizo, no como a mí mismo. ÉL es la plenitud del PADRE que nos predica el verdadero amor, el desapegado total hasta llegar al extremo de dar la vida si fuera preciso.

Y, en estos días he meditado, que sólo a través de los hombres podemos encontrar a JESÚS, porque ÉL está en todo aquel que necesita amor.

Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS para toda la familia.

P. Enrique dijo...

Le agradezco su comentario y unión con nuestra persona. Yo también le tengo muy presente y aunque no comento siempre,siempre le leo.Como ya he dicho sus escritos son breves pero muy profundos. Dios le bendiga a usted y a su familia.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Muchas gracias, Eduardo, por tu deferencia y generosidad.
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Sí, Salvador! Sólo a través del descubrimiento del otro podemos entrever el rostro del totalmente Otro, que resplandece en el hermano y brilla más en el más pobre y el más pequeño.
Hermano, toda la alegría y la esperanza del Resucitado para tí y tu familia
Un abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Gracias, padre Enrique. Continuaremos unidos y en comunión en el Espíritu que nos anima.
Un fraterno abrazo en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

Publicar un comentario

ir arriba