Identidad y milagros

Para el día de hoy (30/04/10)
Evangelio según San Juan 14, 7-14

(Una clave vital es la transparencia.
Nada ha de quedar oculto, todo se revela en luz de verdad, todo se muestra tal cual es.
Nada se esconde.

Así es la identidad plena entre Jesús y el Padre: conociendo al Maestro -no sólo en un plano racional, sino principalmente en el ámbito experiencial, existencial- conocemos los designios y la voluntad de Dios.
Conocemos cómo piensa, cómo siente, cómo ama y cuales son sus deseos.

La común unión entre Jesús y el Padre es tal que viendo a uno, vemos al otro; la transparencia es total. Pero no es un privilegio estrictamente acotado a la relación del Padre con el Hijo.

Por el contrario, se nos dá gratuitamente; podemos ser partícipes de la vida divina por el designo amoroso de Dios.
Desde allí -y sólo desde allí- es posible la común unión con los semejantes, eso que llamamos comunidad.

El conocer desde la vida misma, desde las entrañas, esta novedad increíble a la que el Espíritu nos impulsa y Jesús nos invita, no puede dejarnos indiferentes. Implica una transformación desde la raíz misma de la existencia, un cambio raigal de la totalidad de la vida.
Ese cambio lo solemos llamar metanoia o conversión: converger desde nuestra pequeñez y finitud a la vida infinita: la Resurrección de Jesús a abierto una puerta que estaba cerrada.

Desde allí, desde esa nueva unión con el Maestro y, por lo tanto con el Padre, comienza el tiempo de los milagros, que es el tiempo del Reino de los Cielos.

El Maestro con sus obras nos revelaba el amor entrañable de ese Dios Padre y Madre para con todas sus hijas e hijos; pero Él ha comenzado una tarea que hoy -con una fé en nosotros que nos puede resultar insospechada- nos corresponde continuar.

Hacer presente la paz y la justicia, la salud y la liberación, la alegría y la esperanza, la vida plena y abundante son, de hecho, los milagros que tenemos la posibilidad de realizar ya, ahora mismo. Es el Señor en nuestra orilla, es Él quien obrará con y por nosotros.

Viene el Espíritu, ¡Ruah!, ¡Sopla!, Señor, transforma nuestras vidas para derrotar al egoísmo, para que nos volvamos transparentes a tu Buena Noticia, y que sólo brille tu luz a través de nosotros)

Paz y Bien

0 comentarios:

Publicar un comentario

ir arriba