Pedro, el de Barcelona, el del silencio, el de los milagros

No a ser fácil esto.

Ante todo, quien esto escribe -con sus muchas limitaciones a cuestas- no conoce personalmente esa bella ciudad; y por degustar el buen fútbol y por el hecho de ser argentino, necesariamente asociaría el nombre de Barcelona al de Messi.

Pero no es así.

En un tránsito obligado del corazón a la razón, la hermosa Barcelona me refiere directamente a mi hermano Pedro, mi maravilloso hermano de la bravura y el silencio, de la generosidad sin medida y la entrega de la propia vida, mi hermano Pedro de la Liberación.

Pedro era comerciante -mercader para mayor precisión- nacido en un pueblo cercano a Barcelona. Tenía una fortuna importante, pero un alma insatisfecha.
Sucedía una tragedia de una magnitud no muy conocida: era usual el secuestro y el cautiverio de miles de cristianos a manos de sarracenos mediterráneos; sólo podían ser recuperados mediante el pago de rescates onerosos. Y esta cautividad era sinónimo de horror y espanto: la tortura, los sufrimientos, el abandono, la lobreguez de los calabozos... Todo conducía a sufrimientos indecibles y a la abdicación de toda esperanza.

Para el cautivo irredento, sin otro horizonte que el de sus cadenas, hasta Dios lo ha abandonado.

Cuerpos flagelados, almas en derrumbe... Pedro no podía ser inmune a tanto dolor.

-al cautivo se le desdibuja el rostro en las sombras de la mazmorra, y mi hermano sólo podía ver al Crucificado renovado miles de veces en las crueldades de su Pasión-

Por ese espíritu insatisfecho, descubrió que del Árbol de la Vida surge como fruto primero la libertad.
Y algo muy malo sucede cuando no brota ese fruto; se que andan talando el árbol con malicia certera.

Sumando a su fortuna sus habilidades mercantiles de negociador, se dedicó por cuenta propia a la mejor de las cruzadas, a la más redituable de las empresas: la redención de los cautivos, dejando de lado toda violencia.

-El Maestro había pagado con creces el rescate de toda la humanidad con su Pasión y su Resurrección...ahora es el turno de sus amigos reafirmar esa liberación-

Pero por más cuantioso que fuera su dinero, tiene el destino de todo lo material: se termina.
Por eso buscó sin desmayo y encontró a otros hombres inquietos como él, que no podían dormir tranquilos ni mucho menos sentirse libres mientras existiera un hermano cautivo. Y ellos sumaron lo suyo al emprendimiento de Pedro; el rinde de la cosecha sería mayor, mucho mayor, increíblemente fructífero.
-quizás porque las cosas que permanecen, florecen y no perecen son las que brotan de la fraternidad, de la común unión-

Dicen que en una ocasión atraca un barco en el puerto principal, y cuando se baja la planchada se pudo observar el descenso de trescientos hombres delgados, lastimados, macilentos...pero libres.
Y tras ellos, mi hermano Pedro.

Esas figuras dolidas y silenciosas que volvían a casa seguramente hicieron enmudecer a más de uno, a algunos por respeto, a otros por esperanza, a otros por vergüenza...

A los amigos les sucedió lo mismo que a Pedro, y por la misma razón: el dinero propio se había terminado, pero la tarea , inclusive se les hacía cada vez más imperiosa, más acuciante, más urgente.
Seguramente a nadie dejaron de insistir al recolectar fondos para rescatar a más hermanos.

-será porque el Amor implica urgencias hacia el otro-

Y Pedro, así como veía en el rostro oculto del cautivo a su Cristo oprimido y preso, también entendió que la Madre de Jesús no era ajena a lo que estaba sucediendo.
Porque el hombre no sólo era piadoso, sino que veía a María al pié de la Cruz, y antes que a esa imagen coronada y ornada con dorados vestidos, veía a la muchacha nazarena que supo decirle ¡Sí! sin vacilar al Dios de la Vida, que no era una espectadora pasiva sino la mujer maravillosamente activa en la Salvación, que cantaba las maravillas del magnífico Dios que exalta a los humildes y derriba a lo poderosos de sus tronos.

La Virgen no lo abandona y lo impulsa, y sucede el milagro: Pedro debe seguir el camino iniciado desde una fraternidad dedicaba exclusivamente al rescate de los cautivos, a la liberación de los oprimidos, haciendo presente el Reino que Aquel que ha dado todo por la libertad de sus hermanos sin reservarse nada para sí, Aquel que vino a contar que Dios es Padre y Madre de Misericordia.

Una obviedad: misericordia, en español, se expresa también como Merced.

Pedro, obediente, funda una fraternidad que en adelante se consagrará a la redención de mujeres y hombres de toda cautividad; al modo de las antiguas órdenes religiosas, profesan los votos de castidad, pobreza y obediencia... Pero no es suficiente: añaden un cuarto compromiso santo: el voto de quedarse rehén en lugar del cautivo si no alcanzaran los recursos.
Todos unos nuevos Cristos dando la vida por la redención de la humanidad: Pedro funda la Orden de la Bienaventurada Virgen María de la Merced de la Redención de Cautivos, los primeros hermanos de la familia mercedaria.

Es tarea de misericordia, es empresa de amor.
Y el amor siempre vence cualquier límite de espacio y tiempo, y jamás pierde vigencia. Siempre varios pasos por delante. Y tanto se adelanta, y es tan profético, que desde su silencio Pedro levanta el clamor que sería bandera de la Revolución Francesa -libertad y fraternidad- con más de cinco siglos de anticipación.
Porque la Orden de la Merced se constituye en 1218.

Sin dudas, mi hermano Pedro, el de los milagros de liberación, se volvió profeta y precursor por su Maestro y por su Madre.
Por eso es revolucionario con todas las letras: el grito de libertad y fraternidad atraviesa toda la historia hasta nuestros días y dice que sí, que está muy bien el derramamiento de sangre... siempre y cuando sea la propia, siempre y cuando sea ofrenda mansa por la libertad del hermano.

En este tiempo que sabe con abrumadora precisión, método y rapidez fabricar esclavos, producir cautivos en serie, ocultar los rostros de millones bajo formas toscas y sutiles de opresión, la tarea de Pedro se nos vuelve tan urgente como en aquellos días.
Es cuestión de amor.

Una última nota: Pedro lleva por apellido Nolasco, y es reconocido como Santo por esta comunidad que se nos ha dado y que llamamos Iglesia.

Hoy como ayer Pedro, y como saben decir tus hijos de aquí: en un mundo de opresiones...ser redentores con Jesús.

San Pedro Nolasco, ruega con nosotros, ruega por nosotros.

Paz y Bien

Ricardo

6 comentarios:

Joan Josep Tamburini dijo...

estupenda descripción de la vida de Pedro Nolasco. Como bien dices hoy se necesitan más que nunca personas como él. liberadores de las mil cautividades de nuestra sociedad. Un abrazo desde Barcelona: Joan Josep

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Gracias hermano por tu presencia y tus palabras; es tarea santa romper tantas cadenas que se renuevan a diario, es Buena Noticia!
Un abrazo desde Argentina con el corazón allá, con Pedro Nolasco.
Paz y Bien
Ricardo

Anónimo dijo...

Hola! Tienes un blog muy interesante y bonito, decirte que no conocia a San Pedro Nolasco y me ha parecido extraordinarimente bello tu post. Siempre hay algo mas que futbol afortunadamente!!

Un abrazo!

Augusto dijo...

Muchas gracias por compartir esto. No conocía mucho sobre este Santo... me dejaste rumiando sus huellas.
Una abrazo muy grande en el Dios de la Vida!

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Bienvenida, Oceanida! Muchísimas gracias por tu presencia y tus palabras tan generosas.
Tal como compartes tú en tu espléndido blog los Oceanos De Dios, vamos uniendo nuestras pequeñas redes y haciendo que esta familia que llamamos Iglesia vaya creciendo.
Unidos en la oración y en el Espíritu del Resucitado y en María, te envío un abrazo fraterno.
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Gracias a vos Augusto por andar siempre en amistad y comunión, dos frutos imprescindibles del Reino.
La historia de Pedro es tan vigente y me ha marcado tanto en otras etapas de mi vida, que nunca la he perdido y me sigue conmoviendo, por eso la necesidad de contarla desde aquí.
Un abrazo grande para vos y los tuyos en el Dios de la Vida y en María, Madre y Auxiliadora de cautivos y oprimidos.
Paz y Bien
Ricardo

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