Citadinas


Para el día de hoy (12/07/11):
Evangelio según San Mateo 11, 20-24

(Los gritos de tristeza y dolor hacia esas ciudades que Él conocía bien -Corazín, Betsaida, Cafarnaúm- son más que comprensibles: había andado por sus veredas, había anunciado la mejor de las noticias, habían sido testigos de su paso por ellas sanando enfermos, vieron sus milagros y oyeron sus enseñanzas.

Pero no lo escucharon, se aferraron a su prejuicios y violencias, a pasados con perfume a muerte, a férrea indiferencia y sordera perpetua a cualquier novedad.
Todo un porvenir de dolores y oscuridad.

Los ayes del Maestro han de dolernos a nosotros también, citadinos de la indiferencia constante, de la negación militante.
No terminamos de aceptar los signos del Reino que están allí, a la vista, entre nosotros, semilla fuerte y fiel que vá creciéndose humilde.

Ciudades en donde campea la soledad y el materialismo, el olvido del otro, la exclusión, el tráfico de almas, la provisión eficaz de muerte, fortificados reductos reaccionarios de ortodoxias estériles y desprecios consuetudinarios.

Aún así, en silencio hermanas y hermanos de Jesús siguen santamente haciendo de las suyas...
Son los testigos tenaces de la Buena Noticia, los que no se resignan, los que no se dan por vencidos.

Como en aquellas alegorías del Antiguo Testamento, mientras ellos estén la vida merece ser vivida, y en estas tristes y grises ciudades aún palpita la esperanza)

Paz y Bien



4 comentarios:

Marian dijo...

¡Una queja del corazón de Cristo!
Que no tenga que decir de nosotros
Lo mismo.¡Muchas gracias Ricardo!
Bendiciones!!!

Salvador Pérez Alayón dijo...

¿Soy yo tierra de olvido, de indiferencias, de rechazos, de rebeldías y negaciónes de los frutos que me pide mi Sembrador?

¿Tengo yo mi corazón apegado a Corozaín, Betsaida y Canfarnaúm, y no escucho otra Palabra?

Esa son mis murallas, mis obstáculos, mis cegueras, que debo intentar romper y, injertado en el ESPÍRITU SANTO, abrir mis oídos y mis ojos para mirar la Palabra que ilumina y da sentido a mi vida.

Gracias por esta reflexión, amigo y hermano en XTO. Ricardo.

Un fuerte abrazo en XTO.JESÚS.

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Que así sea, Marian! Igualmente, confío en la Misericordia de Dios...sin ella, no sobreviviríamos ni un instante
Paz y Bien
Ricardo

Ricardo Guillermo Rosano dijo...

Son murallas que se nos hacen difíciles de sortear y derribar, querido Salvador, pues a menudo nos sentidos cómodos detrás de ellas y no dejamos que Él ingrese
Un abrazo grande en Cristo y María
Paz y Bien
Ricardo

Publicar un comentario

ir arriba